Después de Cartes
Hasta ayer, el próximo presidente de Paraguay podría haber sido nuevamente Horacio Cartes, pero ahora que se hunde la enmienda, el próximo presidente podría ser quien elija Horacio Cartes. Claro, para ello su candidato tendrá que ganar la interna colorada y la oposición, perder las elecciones generales. Soy de los que piensa que esta vez ya no existe margen para la mentira y si él volviera a apelar a este recurso, podría quedar por el camino, tal vez inclusive sin capacidad de elegir a su propio sucesor: el delfín cartista.
Desde el anuncio de la declinación, Cartes se convirtió en un líder con fecha de vencimiento, factor contra el cual vino bregando con la bandera de la reelección para no permitir el desbande de la manada, logrando en ese sentido un resultado sorprendente de adhesión por casi cuatro años consecutivos cuando que el promedio oscila entre dos y dos años y medio.
Con el jueguito de la reelección, la enmienda, las mentiras y las transgresiones constitucionales, Cartes mantuvo adherido, sin embargo, a su cargo-persona-finanza una mayoría electoral y parlamentaria (parcial) además de conservar el control de la Junta de Gobierno. Para los colorados es muy importante formar fila tras un hombre fuerte y pertenecer al oficialismo en el momento de buscar votos, dado que el concepto desgaste poco peso tiene en la fidelidad partidaria de su electorado.
Sin embargo, el trabajo técnico de los asesores seguramente tropieza ahora con el serio inconveniente de solucionar el problema de un movimiento con líder autoexcluido aunque autoasignado motor del período restante de gobierno (al cual dentro de poco ya nadie dará bolilla) además de candidatarse como animador principal del próximo período, respaldando supuestamente a quien él designe.
Pero todos sabemos que la teoría de la polarización requiere de dos puntos fuertes y opuestos que atraen o concentran la totalidad de las opiniones o posturas, que se repelen entre sí. Cartes, sin reelección y con un cargo en fase terminal, no atrae mucho, razón del esfuerzo denodado de un sector colorado por tratar de fortalecer a cambio el cartismo, a sabiendas de que cartismo sin Cartes es un esfuerzo inútil.
Impacientes, las principales columnas del edificio (gobernadores, diputados, senadores, inclusive seccionaleros) exigen definir cuanto antes la figura del delfín cartista en la convicción de que el vacío provoca inseguridad, incertidumbre y debilita la lealtad; por tanto ahuyenta. Entre quienes sostienen el edificio están los que ya no pueden dar ningún paso atrás y deben mantenerse necesariamente en el movimiento, pero también hay quienes esperan su ubicación y es el momento de negociar con el otro extremo. Momento exacto en que se producen esas situaciones en que el más duro detractor se convierte en el más leal aliado.
De ahí que si no surge cuanto antes el nombre del precandidato del cartismo a la presidencia de la república para el período 2018/23, el cartismo se verá inevitablemente debilitado y Cartes dará la razón a quienes piensan que sólo está tratando de ganar tiempo para la reelección.
¿Qué significa que en Diputados sigan impulsando el proceso de enmienda de la Constitución? Amortiguar el desplome de una “candidatura” a la cual Cartes no renunció sino declinó puesto que no existió tal candidatura, y no se puede renunciar a lo que no se tiene.
Hasta que muera y sea sepultada, no se debería descartar la culminación del proceso de enmienda, sin enfocarse esta vez en la reelección, sino en la eliminación del inciso 9 del art. 235 de la CN. que prohibe candidatarse a la vicepresidencia a su hermana Sarah, fórmula por la cual sí Horacio Cartes estaría en condiciones de hacer una muy fuerte apuesta para continuar en el poder y dar sobrevida al cartismo. Si para ello es necesario impulsar la eliminación de las listas sábanas y de paso ponerse de lado de la ciudadanía que aborrece dicha práctica, Cartes podría convertirse en abanderado de esa causa.