Paz: don y deber
Jn 20, 19 – 31
Durante toda la semana hemos contemplado las apariciones de Jesús Resucitado, pues Él quiso manifestarse a muchas personas, las cuales han dado testimonio de que el Señor venció a la muerte.
En el Evangelio de este domingo, una vez más, Cristo se muestra a los apóstoles, que estaban asustados y sin iniciativa. Y Él les dijo: “La paz esté con ustedes”: este es el primer don del Resucitado.
Vivir en paz es un constante anhelo de todo ser humano. La paz que significa un corazón tranquilo, que no experimenta perturbaciones por causa de rencores, deudas, manipulaciones mediáticas, y también por un respeto alegre dentro de la propia familia.
Asimismo, es la cordura en la sociedad, sin gente que se enriquece robando a otros, especialmente al Estado; sin tanto desempleo, que tortura a muchas familias; sin una práctica política que solamente busca tomar el poder, usando y abusando de la presión y del soborno.
A la paz, como don de Dios no le falta nada, pues nos dejó su ejemplo de servicio, de victoria sobre las tentaciones y de la gracia del Espíritu Santo. Es más, a cada Eucaristía Jesús alimenta esta vida nueva de resucitados, para que no estemos asustados e indiferentes.
Ahora nos toca a nosotros el deber de construir la armonía que deseamos, y para tanto los Hechos de los Apóstoles nos dan cuatro orientaciones privilegiadas.
“Escuchar la enseñanza de los obispos” de modo que nuestra fe esté en constante crecimiento, aparezca en obras y no se reduzca a la preparación para los sacramentos.
“Participar más en los acontecimientos de la sociedad” (la vida común), pues la fe no puede estar arrinconada en el alma, pero debe manifestarse en la lucha organizada y pacífica para que haya más equidad en nuestro país.
“Participar de la fracción del pan” lo que indica la necesidad de asistir a la Misa todos los domingos, para alabar y agradecer al Señor.
“Participar de las oraciones” lo que nos muestra que es importante cultivar la espiritualidad, tener disciplina para la oración y rezar todos los días.
Es un mensaje optimista, ya que el Señor resucitado quiere regalarnos una vida nueva, con valores que nos humanicen, pero tenemos que poner nuestro grano de arena.
Además, celebramos hoy el domingo de la Divina Misericordia, donde experimentamos la compasión de Dios, que derrota nuestras maldades y tropiezos. Su clemencia aparece de modo particular en el Sacramento de la Reconciliación, al cual hemos de acudir con cierta frecuencia, para experimentar y compartir la misericordia. Paz y bien. hnojoemar@gmail.com