Están bravas las internas
En los dos partidos mayoritarios y tradicionales, la ANR y el PLRA, las luchas internas por las candidaturas del 2018 están bravas y con pronóstico reservado. Como todo se decide en los comicios obligatorios y simultáneos del 17 de diciembre, bien podría decirse que las peleas de fondo se definen este año y no el próximo. Esto está produciendo múltiples jugadas, tentaciones, estrategias y pulseadas entre quienes creen que tienen el control del poder en ambas asociaciones políticas.
En la carpa roja, Honor Colorado, bajo la férrea conducción del presidente Cartes, aparece con un casi desconocido caballo del comisario que se apresta a ganar. Condiciones no le faltan: tiene el poder del Gobierno, la infraestructura de todo el aparato estatal, la adhesión manifiesta de la amplia mayoría de los intendentes y gobernadores y la bien cargada billetera del líder principal.
En la disidencia colorada, el trío Marito, Juan y Nicanor aún no llegó a acuerdos firmes. La candidatura presidencial se la lleva Abdo Benítez, pero la fuerte pugna se da en los primeros lugares de postulantes para el Senado y Diputados. Unidos podrían tener chances; divididos, la victoria se volverá bastante esquiva.
Entre los azules, también hay una fuerte división entre el oficialismo efrainista y la oposición interna. Alegre cree que él y solo él puede ser el candidato a presidente en cualquier coalición o concertación con otros sectores. En su propia casa, los llanistas no le votarán jamás y recurrieron a Mateo Balmelli para que lo enfrente. El drama de los liberales es que saben que son segundones y que ellos solos no llegarán más allá del 25% de los votos.
En los partidos y movimientos minoritarios, no hay lucha alguna por la candidatura presidencial pues saben que su posibilidad es cero. En estas carpas, se arman grupos y listas en busca de algún escaño parlamentario, incluido el multifacético Fernando Lugo, quien después de proclamar que quería ser presidente o gobernador, ahora se conforma con seguir siendo senador.
El gran ausente en este proceso de proselitismo interno es el debate de los programas de gobierno, de las doctrinas ideológicas, de las posiciones personales sobre cómo reducir la pobreza de nuestra gente, cómo disminuir los altos niveles de inseguridad, cómo mejorar la atención de la salud pública, qué hacer para que miles de niños y adolescentes no abandonen los colegios, etc.
La capacidad profesional, la trayectoria de vida ciudadana, la autoridad moral, la transparencia y ética personal, la ausencia de antecedentes delictivos o fundadas acusaciones de corrupción no tienen ninguna relevancia. Políticos que enfrentan graves cargos judiciales e incluso que han sido condenados por la justicia, vuelven a candidatarse como inocentes ángeles.
La dictadura stronista murió, pero la mentalidad autoritaria y las prácticas prebendarias gozan de buena salud en nuestra política actual. En las internas partidarias, solo importa quién es amigo de quién, cuál personaje es más incondicionalmente leal o quién podrá ser más fácilmente manejado por el caudillo. Los años pasaron; las malas prácticas, no.