Protocolo y humanidad
al susodicho desalojado. La caja resonaba a monedas.
La explicación off the record de miembros de la seguridad presidencial es que la persona estaba en estado de ebriedad y tenía actitud sospechosa y que ellos solamente respondieron a un protocolo que se aplica en estos casos. Resulta extraño –por no decir vergonzoso– que un protocolo de fuerzas de seguridad de élite incluya en sus ítems el ridículo público de arrastrar a una persona y neutralizarla como si se tratara nada de algo menos que un animal. Ya que, a saber, en ese mismo lugar tanto los guardias, como el “sospechoso” compartían espacios con monumentales especies animales que recibían trato de realeza, con caricias y reverencias incluidas.
¿En qué momento es que los valores se trastocaron y so pretexto de una amenaza terrorista se trate con total falta de humanidad a una persona que cuyo único pecado –según los guardias– era estar borracha?
Si fuera por eso, en el mismo palco había más de uno que debía ser llevado también a rastras fuera del campo de exposiciones y de ser posible fuera de los recintos gubernamentales, ya que estamos. Se entiende que la seguridad y el protocolo estén primero. Sin embargo, es inconcebible actuar de una manera tan burda y poco profesional en el manejo de situaciones que se salen de las generales de la ley en un acto público.
Luego se comentaría que se trataría de una persona con discapacidad auditiva (sordomuda) y la caja hacía las veces de alcancía solidaria.
Otros dijeron que tenía intenciones de pedir a las autoridades presentes (incluyendo a Cartes) una pequeña colaboración para su subsistencia. El por lo menos tenía intenciones de juntar plata pidiendo permiso. Otros, lo hacen robando.
Finalmente, a los guardias, en su materia de protocolo en términos de seguridad, deberían agregar el trato con humanidad a los borrachos, personas sordomudas o cualquier hijo de vecino.