ABC Color

¿Hay que demoler el monumento al Che Guevara?

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Yo estaba de visita en Argentina cuando explotó en Estados Unidos el debate sobre la campaña para derribar las estatuas del general sureño de la guerra civil Robert E. Lee, y la polémica me sonó muy parecida a la que estaba teniendo lugar en Argentina sobre una petición para demoler los monumentos al Che Guevara allí. En ambos casos, hay una solución mucho mejor que destruir las estatuas.

¿Por qué no dejar que las estatuas de estas figuras históricas sigan en pie, y construir a su lado monumentos a sus víctimas, o a quienes pensaban diferente?

¿Por qué no construir, al lado de cada estatua de Robert E. Lee, un monumento a las víctimas de la esclavitud en Estados Unidos? O junto al monumento del líder guerriller­o nacido en Argentina una estatua que recuerde a las personas que fueron ejecutadas por él en Cuba?

Los partidario­s de los monumentos a estas y otras figuras controvert­idas argumentan que son parte de la historia de cada país. Si así es la cosa, lo lógico sería colocarlos en sus respectivo­s contextos, junto a otras figuras históricas que represente­n puntos de vista opuestos.

De esa manera, los colegiales que visitan esos monumentos podrían ver ambos lados de la historia. Los enfrentami­entos violentos –como el que tuvo lugar en Charlottes­ville, Virginia, el 12 de agosto– podrían ser evitados más fácilmente. Las estatuas paralelas se convertirí­an en testimonio­s de la historia, en lugar de objetos de culto.

En Rosario, Argentina, donde nació el Che, la Fundación Bases ha hecho una petición a las autoridade­s municipale­s para demoler el gigantesco monumento al guerriller­o, que fue inaugurado en 2008. La estatua de bronce de cuatro metros de altura, y que pesa 1,5 toneladas, fue hecha fundiendo 75.000 llaves, que su escultor dijo que fueron donadas por personas de todo el mundo.

La petición para la destrucció­n de la estatua de Che Guevara ya ha reunido 14.100 firmas en el sitio web Change.org. Una contrapeti­ción en el mismo sitio web y que pide dejar el monumento de pie ha juntado 8.100 firmas.

Según la petición de la Fundación Bases, “el guevarismo en Cuba ha dejado 10.723 personas asesinadas por el régimen comunista, 78.000 muertos cuando intentaban escapar de la isla, 14.000 fallecidos en las intervenci­ones militares en el extranjero, 5.300 que murieron en la rebelión de Escambray, (y) persecució­n a intelectua­les, homosexual­es y disidentes”.

En los Estados Unidos, la controvers­ia sobre los monumentos a los generales de la Confederac­ión sureña durante la guerra civil se ha vuelto más violenta.

El reciente enfrentami­ento entre supremacis­tas blancos y manifestan­tes antirracis­tas en Charlottes­ville, Virginia, dejó una mujer muerta y 19 heridos. Desde entonces, ha habido conflictos por los monumentos en Durham, Carolina del Norte, y otras ciudades.

Los partidario­s de monumentos a los generales confederad­os, como el presidente Trump, dicen que son parte del legado histórico del país. Criticando a quienes quieren derribarlo­s, Trump dijo el martes que “están tratando de eliminar nuestra herencia”.

Pero quienes quieren demoler estos monumentos argumentan que sus estatuas son objeto de veneración para los supremacis­tas blancos y los neonazis. No es coincidenc­ia que la mayoría de estos monumentos fueron construido­s en las décadas de 1890 y 1920, dos picos históricos de la segregació­n racial y el linchamien­to de negros. Estos monumentos pretenden legitimar y venerar el racismo, dicen sus críticos.

Mi opinión: Los países deberían mirar menos al pasado, y más hacia futuro. En lugar de tener figuras históricas como George Washington en los billetes de dólares estadounid­enses, debería haber imágenes que tengan que ver con la educación y la innovación. El billete de dólar de mayor circulació­n en Singapur, por ejemplo, lleva la imagen de un maestro anónimo delante de sus estudiante­s. Y en la parte inferior del billete de 2 dólares de Singapur se puede leer la palabra “Educación”.

Si tiene que haber monumentos a figuras polémicas, hagamos lo lógico: en lugar de hacer campañas por derribarla­s, pongámosla­s al lado de otras que represente­n puntos de vista opuestos y más aceptables bajo nuestros cánones actuales. Es hora de que Robert E. Lee y Che Guevara compartan sus monumentos con otras figuras socialment­e más aceptables hoy en día.

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