En la mente y el dedo juvenil
A siete meses de las elecciones generales previstas para el 22 de abril de 2018, los partidos y movimientos políticos están cerrando filas. Las candidaturas que más interesan, por supuesto, son las presidenciales y la semana pasada se cerró el combo con la alianza que estará integrada por el ganador de las internas del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y el comunicador Leo Rubin, en representación del Frente Guasu.
Obviamente que desde afuera del PLRA se percibe que la dupla de la alianza opositora estará conformada por Efraín Alegre y Leo pero la gran duda está en el apoyo total de los llanistas luego de las internas simultáneas previstas para el 17 de diciembre próximo.
En las carpas coloradas está definida la cuestión con la dupla oficialista Santiago Peña-Luis Gneiting y por la disidencia Mario Abdo Benítez-Hugo Velázquez.
Con estos equipos el electorado nacional ya tiene claro el cuadro de candidatos y a partir de ahora debe poner más atención en los discursos, sus conductas, qué proponen de nuevo, cuáles de esas promesas son realizables, qué ideas tienen sobre Yacyretá e Itaipú, quienes visiblemente apoyan las duplas y quienes están detrás y no quieren aparecer.
Todos estos ingredientes deben analizar cada uno de los 4.260.816 electores paraguayos habilitados para votar en las generales de 2018. Aunque parezca una utopía, el ciudadano paraguayo debe dejar de mirar colores, caritas lindas, promesas de puestos laborales y enfocarse en cosas más sustanciales como programas electorales que ayuden a sacar a nuestra Patria de la podredumbre en la que está inmersa.
Resulta repudiable que a más de 28 años de la caída de la dictadura sigan destituyendo a funcionarios públicos por el simple hecho de no ir a actos partidarios o no comulgar con tal o cual movimiento o candidato. Que un hurrero sea más importante a la hora de contratar que un joven con estudios universitarios, que los imputados se sigan riendo de la justicia con sus chicanas y que la pérdida de una vida humana sea menos importante que el incendio de un edificio.
Saliendo del terreno de lo ideal e ingresando al ámbito práctico, el futuro presidente está en la mente y en el dedo de los jóvenes empadronados que tienen entre 18 y 39 años. Esa franja de edad concentra el 54% de los votos en disputa en las próximas elecciones generales.
Pese a que el sector joven es la franja mayoritaria, el envidiable poder político que poseen se desperdicia por el ausentismo. El rango que menos pesa electoralmente en porcentajes es el comprendido entre los electores de 60 a 64 años, con solo 5,1%. No es casual que los partidos y movimientos hayan elegido figuras jóvenes para lanzar al ruedo en estos comicios porque el sector joven pesará bastante.
El ausentismo, que puede ser muchas veces por la absurda falta de interés, es el peor enemigo de la democracia porque deja el arco libre a los partidos más poderosos que sí tienen capacidad de movilización. Ojalá sepamos elegir y no solo votar.