ABC Color

Roña y desorden siguen campeando a 20 días de la intervenci­ón del Abasto

Nada cambió en el Abasto tras su intervenci­ón el 20 de octubre pasado. Los permisiona­rios creen que la situación empeoró inclusive, porque tras el incendio del Bloque C fueron reubicados en los pocos espacios libres, donde la carroña atrae solo a las mosc

- Don Valerio Garrido (74) vende panchos en medio de aguas residuales. G. 10.000 por día debe pagar por ocupar el sitio.

“Acá solo vienen los políticos a juntar plata. Ingresan millones y nunca se ve una mejora en el Mercado. Es lamentable el estado en que está. Nadie quiere venir a comprar en medio de esta suciedad”, se quejó ayer ante nuestro diario Alcides Noguera, un comerciant­e del Mercado de Abasto afectado por el incendio del bloque C.

Francisco Pimienta, otro permisiona­rio, lamentó que las sucesivas administra­ciones fueran alquilando todos los pequeños espacios libres, lo que dificulta actualment­e la buena circulació­n de los vehículos dentro del predio, y de los peatones.

“Todos los espacios fueron cedidos. Hasta el baño se alquiló para generar ganancias. Solo las palomas y las ratas no pagan por hacer sus necesidade­s acá”, lamentó Pimienta.

Los dos baños fueron alquilados a Raúl Arce por la suma de G. 960.000 al mes. Para usar las personas pagan G. 1.000 y 1.500 dependiend­o de lo que va a hacer.

No hay explicació­n de las condicione­s insalubres y desastrosa­s en que se encuentra el Abasto con todo el dinero que ingresa diariament­e, se quejan todos.

Los pasillos están repletos de vendedores informales. Por ocupar esos espacios pagan entre G. 8.000 y G. 10.000 por día en los casos de las yuyeras, vendedores de choclos y pancheros.

En el bloque incendiado había 286 permisiona­rios, según la lista proveída ayer por el intervento­r Alex Duré. Pero con los subarrenda­mientos, figura prohibida por Ordenanza 89/98, superan los 500. Varias personas no pudieron ser reubicadas justamente porque no figuran como permisiona­rias. Estos locatarios mau están exigiendo resarcimie­nto.

Algunos arrendatar­ios pagaban G. 286.000 al mes por un local en el bloque siniestrad­o, mientras que los mau abonaban G. 200.000, como es el caso de Lidia Núñez, subarrenda­taria del local 79 de Buenaventu­ra Ayala, permisiona­ria legal.

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Las moscas invaden el mercado atraídos por la carroña. Comerciant­es gastan un dineral en trampas y venenos en aerosol para matarlas.
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Estas vendedoras de yuyos ocuparon parte de un estacionam­iento de vehículos. Pagan G. 9.500 por día por ese espacio. Son cinco yuyeras.

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