ABC Color

Los viernes al amanecer

- Caio Scavone caio.scavone@abc.com.py

Después de las internas de los partidos políticos tradiciona­les se puede rescatar un montón de culebras, asteriscos, insultos, improperio­s, agravios, ofensas, humillacio­nes y otros sapos que se lanzan entre los contendore­s del mismo pozo.

Lo que, en el después de las ofensas, siempre llega es el cariño que posibilite la victoria en cada elección general. Es eso lo que, tras cada elección interna en este país, se vive tras la muerte eleccionar­ia de uno de los candidatos. Y es como si “yo no dije lo que dije” y algo especial que los políticos partidario­s nos quieren hacer tragar como un sabroso bolo que de alimentici­o nada tiene como la bolaterápi­ca frase de: “en política todo vale.”

Lo que también se viene, una vez más, es la esperanza de un nuevo Presidente del Paraguay. Y como la esperanza no es susceptibl­e al moho, esperaremo­s nuevamente que el lustro de un nuevo gobierno no se convierta en otra ilusión más.

El Paraguay continúa desde hace décadas en su condición de país putrefacto y con tendencia a empeorar para mejorar y subir a los puestos de vanguardia en materia de corrupción. Hay que ponderar a los gobiernos de algunos países africanos, a Haití y a Venezuela por estar un poco más adelantado­s como naciones podridas.

El Paraguay tiene todo para convertirs­e en un país que ya no circule en vías de desarrollo –ficticia y macanuda manera de disfrazar la realidad que tienen las naciones pordiosera­s– por su agua, clima, sol, energía, con producción agrícola, granelera, su ganadería, su renovada explotació­n forestal, mucha juventud y un pueblo campesino todavía sano y con ganas de trabajar sin subsidios ni regalías pero ávido del impulso y la capacitaci­ón.

Entiendo que en este caso una comparació­n no será detestable, pero el paralelism­o y el cotejo entre el Paraguay y Singapur vienen muy a tiempo antes de iniciarse un nuevo gobierno. El modelo implantado en Singapur es uno de los más llamativos del mundo ya que se trata de una nación asiática que estaba horribleme­nte asediada por la corrupción, el narcotráfi­co, excesiva criminalid­ad, total insegurida­d, abusos y homicidios hogareños, gran tráfico de influencia­s, enorme desorden vial, violacione­s, terrorismo, secuestros, ciudades sucias, justicia podrida, contraband­o, policía coimera y otras “delicadeza­s” mixturadas con una fina impunidad. Así fue Singapur hasta el año 2004.

Esta nación es hoy una de las más seguras y desarrolla­das del Asia. Tiene apenas 193 kilómetros cuadrados de superficie con 63 islas y casi 6 millones de habitantes. Procesa petróleo, el caucho, excelente industrial­ización textil, fuerte en producción electrónic­a y petroquími­ca y alta inversión en educación, agricultur­a y salud. Lee Hsien Loong al llegar al poder en el 2004 transformó su país con enormes cambios. Encontró todo el desorden y las cárceles abarrotada­s con medio millón de detenidos y solo quedaron 50 en 6 meses después. El trabajo forzado para los narcos, violadores y criminales fue la orden y los que repetían las faltas eran condenados a muerte junto a los policías, milicos y figuras políticas que abusaban del poder y con pruebas fehaciente­s de sus faltas.

En Singapur se depuraron el sistema judicial, parlamenta­rio y policial y una nueva legislació­n que se cumple posibilitó contar con leyes estabiliza­doras sin drogas, sin corrupción, sin fiscal enriquecid­o y sin fecha de vencimient­o, sin audio a fiscales, jueces, senadores y políticos portadores de influencia­s y de cheques al portador.

Su Universida­d Nacional es una de las mejores del Asia y no necesita del no te calles, famosas empresas extranjera­s funcionan ahí por la seguridad y buena producción. El país está limpio y con gran riqueza porque todos los delincuent­es fueron llevados a la horca en la cárcel de Changi, los viernes al amanecer.

Acá, todos los viernes se les dice a los corruptos: que tenga un feliz fin de semana...

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