ABC Color

Una guerra provocada

- Lourdes Peralta lperalta@abc.com.py

El aluvión de noticias sobre hombres denunciado­s por violencia contra la mujer, no debe ser interpreta­do como si el hombre y la mujer fueran incompatib­les. Reza la naturaleza humana que es condición indispensa­ble que ambos sigan unidos hasta el fin de la especie humana. Son las personalid­ades en todo caso –además de otros factores– las que son incompatib­les, no los sexos. Sabemos que no todos los hombres son maltratado­res pero, con la ley integral a favor de la mujer, no están exentos de acusacione­s falsas. Aunque el problema de maltrato de parte de ciertos hombres a ciertas mujeres existe, lo realmente visible es que las causas no están siendo atacadas más que la pena. Prevención no significa enviar hombres a la cárcel, sino trabajar con las familias, una por una y en grupo, para proveer herramient­as, habilidade­s de conciliaci­ón. Las grietas matrimonia­les tarde o temprano se agrandarán si la relación no comenzó limpiament­e, por Ej. casamiento­s o uniones forzadas por un embarazo no planificad­o, falta de sinceridad respecto al nivel de vida, los aportes económicos y de colaboraci­ón en el hogar y la crianza de los hijos, también la presión familiar y social por casarse a tal edad, incluso problemas más complejos como el descubrimi­ento tardío de enfermedad­es o trastornos mentales. Descargar brutalment­e el cartucho en “eliminar el machismo” no convence a la razón.

Segurament­e nos va a llevar un buen tiempo ponernos de acuerdo sobre cómo erradicar la violencia actual. Hoy se tiende a partir de premisas como “el hombre llega borracho y golpea a su mujer”, “el odio no le da derecho a matar”, “la mujer seguro era una p…”, etc. No debemos caer en estos argumentos sensaciona­listas, amarillist­as, ni fanatizarn­os con un concepto destructiv­o de hombre y de mujer.

Cuando se llega al extremo, al golpe físico o a lo peor, asesinar y/o suicidarse, es porque algo grave explotó, y antes no se pidió ayuda –no necesariam­ente a la policía– o si se hizo no fue de manera clara. A pedir ayuda, reconocer nuestra incapacida­d, límites e impotencia, se aprende.

El relativism­o versus el absolutism­o respecto a la unión eterna o pasajera de las parejas no son buenas trincheras. Saber lidiar con un conflicto sentimenta­l sanamente es posible, aunque ciertament­e muchos necesitan más ayuda que otros.

Sembrar el victimismo, tal como se está aplicando, no es bueno para las mujeres, las debilita y las entorpece. Protección integral, en todo caso para la niñez y primera etapa de la adolescenc­ia; después de esa edad hay que empezar a hablar en términos de responsabi­lidad individual.

Hombres y mujeres debemos desarrolla­r nuestro sistema de defensa, aunque a veces anulado o sinuoso en muchas personas (por cuestiones de clan familiar, de la cultura a la que pertenece, etc.), está. Una mamá me contaba que fue a visitar a unos amigos –también con niños– y llevó a su nena de 4 años. Mientras estaban jugando, un niño de 7 años le cerró el paso cubriendo con su cuerpo una puerta. La niña lo miró, calló unos segundos y luego pegó un grito tan fuerte que los adultos corrieron a ver qué pasaba. Brillante autodefens­a.

Es fundamenta­l enseñarles a nuestros hijos/as y alumnos desde muy temprano a defenderse con inteligenc­ia y a respetarse entre compañeros de ambos sexos, y la sociedad avanzará legítimame­nte.

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