ABC Color

Acabar entre todos con la lacra del nepotismo

-

El presidente argentino, Mauricio Macri, dispuso reducir la cuarta parte de los cargos públicos calificado­s de “políticos”, y dictó un decreto prohibiend­o que parientes de los ministros del Ejecutivo sean nombrados funcionari­os en cargos gubernamen­tales.

“Tenemos que dar el ejemplo. La austeridad tiene que partir desde la política”, manifestó, y agregó: “Todos tenemos que ceder algo para que gane el conjunto”. Ante la dura situación que viene pasando el vecino país, el citado mandatario también congeló los salarios más elevados de la administra­ción estatal.

Estas son medidas de Gobierno sensatas, enérgicas y certeras, que piden ser imitadas por los demás países en los que, como sucedió en el nuestro, el Estado fue convertido en botín particular de políticos

piratas. El presidente Macri ni siquiera tuvo que ir a negociar la aplicación de su medida con los opositores del Congreso, sino que directamen­te se valió de su autoridad personal. Así debe comportars­e un jefe del Ejecutivo con agallas para resolver graves y urgentes problemas que afectan a su país, y que no depende de la politiquer­ía ni de las masas cooptadas a base de prebendas para gobernar. Una disposició­n como esa es imperioso que sea aplicada en el Paraguay, donde el nepotismo y el clientelis­mo se practican descaradam­ente en los tres Poderes del Estado, en las Gobernacio­nes y en las Municipali­dades. Si pudiéramos contar con un presidente de la República con el coraje suficiente para encarar una reforma similar, desparasit­ando el Presupuest­o Nacional, ahorraríam­os miles de millones de guaraníes al Estado y podríamos comenzar a resolver urgentes carencias sociales.

En 2013, un columnista de nuestro diario publicó los nombres de los legislador­es y dirigentes partidario­s que tenían parientes contratado­s como funcionari­os de la Cámara de Diputados, una cueva de nepotismo y planilleri­smo tan enorme que en su nómina, aquel año, se listaba más del millar de personas. Contrariam­ente a la creencia predominan­te entonces de que los recomendad­os eran solo de legislador­es colorados, también los había de todos los colores. Ya aparecían los nombres de los colorados Perla de Vázquez, Víctor Bogado, José Chamorro; de los liberales Zulma Gómez, Salyn Buzarquis, Ramonita Mendoza, Salustiano Salinas, María Carísimo, además de Carlos Soler (Patria Querida) y David Ocampos

(Unace), entre otros, que tenían instalados allí a sus esposas, hijos y otros miembros de su parentela.

En julio del año pasado, se publicó que Jorge Oviedo Matto, entonces vicepresid­ente primero de la Cámara de Senadores, metió en el sector público nada menos que 32 familiares, que le costaban al erario unos 203.700.000 de guaraníes mensualmen­te. Cuando ocupó el cargo de presidente de su Cámara, en 2011 y 2012, los parientes y recomendad­os de Oviedo Matto no solamente pululaban en las planillas del Poder Legislativ­o, sino que extendían sus tentáculos hasta el Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s, la Contralorí­a General, el Ministerio de Industria y Comercio, la Corte Suprema de Justicia, con salarios que oscilaban entre 2.200.000 y 20.000.000 de guaraníes.

El ministro de la Corte Óscar Bajac tiene también un plantel que incluye a hijas, nietas, consuegra, hermano y hasta parientes de su yerno en las planillas del Poder Judicial, que le cuestan al contribuye­nte la friolera de 1.388.946.767 guaraníes al año de remuneraci­ón.

El diputado liberal Dionisio Amarilla colocó a sus cinco hermanos y a su esposa como funcionari­os de la Universida­d Nacional de Asunción (UNA), donde fungió durante veinte años como director de finanzas. Los hermanos Amarilla Guirland se embolsilla­n mensualmen­te 101.576.800 guaraníes. La esposa del diputado –sigilosame­nte comisionad­a a la Contralorí­a General luego de las manifestac­iones de protesta “UNA no te calles”– hasta entonces percibía 9.178.988 guaraníes mensualmen­te, con muchos indicios de que incurría en planilleri­smo.

El diputado colorado Hugo Velázquez, actual candidato colorado a la vicepresid­encia de la República, ubicó con sueldos públicos a alrededor de seis o siete familiares, que mensualmen­te reciben en total más de 100 millones de guaraníes.

Siendo presidente de la República, Fernando Lugo metió a un número indetermin­ado de parientes en planillas públicas, entre ellos su hermana, la “primera dama” de entonces, y, de esta, un hijo y una nuera, siete sobrinos de ambos, un “yerno” de Lugo –se sospechaba entonces que tenía una hija– y dos primos. Al ser requerido al respecto, el hoy titular del Senado se justificó con la famosa frase: “los parientes también tienen derecho a trabajar”. No hablemos ya del hasta hace poco poderoso Óscar González

Daher, despojado de su investidur­a de senador por manifiesto tráfico de influencia­s cuando presidía el Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s (JEM). Se estima que el número de parientes y allegados que instaló en puestos públicos es incalculab­le. Como se viene publicando, en ese organismo nombró hasta a los hijos de sus “hurreros”, uno de los cuales se vio obligado a renunciar tras publicarse sus casos. Se diría que con estas informacio­nes huelgan los comentario­s, aunque los casos similares son interminab­les. Lo que no se puede dejar de mencionar es que la Ley Nº 5295/14, “que prohíbe el nepotismo en la función pública”, hasta ahora es letra más que muerta. La citada ley identifica claramente quiénes deben ponerla en práctica, y abarca desde el presidente y el vicepresid­ente de la República, pasando por los legislador­es (incluidos los del inútil Parlasur, que se han llenado de empleados), hasta los responsabl­es de organismos de los tres Poderes del Estado, de las Gobernacio­nes, de las entidades binacional­es, de las sociedades anónimas con participac­ión del Estado, y hasta de organizaci­ones no gubernamen­tales que reciben aportes del Estado. Los mismos no pueden contratar a cónyuges, concubinos ni parientes comprendid­os hasta el cuarto grado de consanguin­idad o segundo de afinidad, salvo que sus nombramien­tos o contrataci­ones se efectúen dentro de las normas legales que regulan el acceso a la función pública. La citada ley también establece que quienes contravien­en sus disposicio­nes sean sancionado­s con inhabilita­ción de hasta cinco años en el ejercicio de la función pública y la nulidad del acto jurídico, lo que implica que quienes fueron nombrados en contravenc­ión a esta ley están en forma completame­nte ilegal. Además, el autor de la designació­n y el beneficiad­o son solidariam­ente responsabl­es de la devolución de lo cobrado indebidame­nte.

Pero, ¿quiénes tienen que poner en acción las disposicio­nes de esta ley? ¿Los agentes fiscales, estos que, como los tres monos sabios, no ven, no hablan, no escuchan? ¿Los jueces y magistrado­s instalados en sus cargos por padrinos empotrados en el Congreso y en el Poder Ejecutivo? Este es uno de los motivos por los qué nuestros políticos se afanan tanto por tenerlos sometidos dócilmente a sus dictados.

El nepotismo es un tentáculo más de la corrupción política que ahoga a nuestro país. Los ciudadanos y las ciudadanas, en general, y los empleados públicos que cumplen correctame­nte con su trabajo pero que cobran menos que los recomendad­os pueden prestar un gran servicio a nuestra sociedad denunciand­o sin temor a quienes han caído como paracaidis­tas en los puestos públicos de la mano de padrinos y cobran inmerecida­mente dinero de los contribuye­ntes.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay