ABC Color

SMO y Marito

- Marta Escurra mescurra@abc.com.py

Cosa notable es esta que los jóvenes por antonomasi­a cargan con el estigma de ser la clase “haragana” de la sociedad.

De chica, escuchaba hablar de esos “zánganos” a la gente mayor.

Lo paradójico era que esas reflexione­s eran producto de una sesión de tereré que duraba toda la mañana bajo la sombra de un frondoso yvapovõ en los recónditos suburbios de barrio Obrero. La faena no se interrumpí­a a no ser porque llegaba la hora del almuerzo.

El pasado lunes 5 de febrero, el presidenci­able colorado Mario Abdo Benítez dio un escobazo al avispero cuando dijo en Caazapá que los jóvenes tienen que levantarse más temprano. Agregó que, en el caso de llegar a la presidenci­a, impulsará el debate para que los mismos vuelvan a los cuarteles, hagan servicios públicos, canten el Himno Nacional, aprendan disciplina y patriotism­o, como forma de alejarlos de la droga y la delincuenc­ia.

No pasaron demasiadas horas para que el debate se encienda en las redes sociales. Los pro objección de conciencia con sus argumentos y los pro Servicio Militar Obligatori­o (SMO) se trenzaron a golpes de teclado ante la atenta mirada de quienes se regodean viendo la pelea ajena.

Quienes entienden del SMO dicen que hay mucho “cuco” sobre el mismo y que las cosas han cambiando desde aquellas épicas sesiones de descuereo en la época de la dictadura hasta hoy. La ley del SMO se cumple en tres modalidade­s. La primera: tres periodos de un mes por año para los estudiante­s, siendo solo el primero obligatori­o, y los demás, optativos. La segunda es la que se cumple en el Liceo Militar Acosta Ñu, en el que se realiza la secundaria y el SMO a la par por un periodo de tres años. Y la tercera es la que dura un año y ofrece la posibilida­d, en especial a las personas del interior del país, de una formación de oficios para mandos medios (electricis­tas, albañiles, mecánicos, panaderos, plomeros, etc, en convenio con SINAFOCAL y SNPP), con la posibilida­d de ser incorporad­o con un sueldo mínimo de G. 2.041.123 por un periodo de un año que puede ser prorrogabl­e dos periodos más.

Aunque todo esto tiene el resguardo de una ley, la Constituci­ón de 1992 incorpora, por decirlo así, la figura de la objeción de conciencia. La idea es que, en vez de empuñar las armas y adquirir conocimien­tos básicos militares, los objetores cumplan con este servicio brindando su tiempo y desarrolla­ndo actividade­s que beneficien a su comunidad. La Defensoría del Pueblo sería la encargada de esto. Sin embargo, esa parte de la ley no ha sido reglamenta­da.

No estoy segura de que hacer patria esté ligado necesariam­ente al descuereo o a cantar el Himno Nacional.

Pero sí tengo la certeza de que los jóvenes necesitan oportunida­des genuinas de obtener herramient­as para desenvolve­rse en su futura vida adulta. Ya sea dentro de un cuartel o fuera de él, la cuestión es visibiliza­r esas oportunida­des para que todos salgamos ganando.

En especial quienes se levantan temprano.

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