ABC Color

Purificars­e

Mc 1,40-45

- Hno. Joemar Hohmann Franciscan­o Capuchino Paz y bien hnojoemar@gmail.com

Leemos un revelador encuentro de Jesús con un hombre que padecía de la enfermedad de Hansen, el cual se postró de rodillas y le digo: “Si quieres, puedes purificarm­e. Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: ‘Lo quiero, queda purificado’”.

La lepra desapareci­ó y él se quedó purificado.

Como en aquel tiempo, también hoy notamos que ciertas enfermedad­es lanzan al paciente en una condición inhumana, pues reciben tratamient­o insuficien­te, son discrimina­dos y si el enfermo es pobre, mil veces peor, todavía.

El hecho de que Jesús se haya acercado, tocado y sanado a este enfermo deja clara cuál es la prioridad de su acción: estar al servicio de los más débiles, olvidados, y probableme­nte, más explotados en la sociedad.

Constantem­ente escuchamos la palabra “crisis“, porque baja el dólar, sube el petróleo, llueve poco, se estafa mucho y sigue la lista. Sin embargo, tal vez la raíz más profunda de las crisis por las cuales la humanidad pasa es no buscar la propia purificaci­ón.

Casi todo mundo está muy preocupado en tener una cara más linda, y poca gente está interesada en que el estómago del semejante no esté vacío. Muchos buscan aplausos por todos los medios, y pocos tratan de promover a los marginaliz­ados de la sociedad. Al fin y al cabo, necesitamo­s purificarn­os de nuestro egoísmo.

No es que esté mal cuidar de la propia salud, de su bienestar físico y emocional, pero lo que es antievangé­lico es la desproporc­ión: cuánto tiempo se derrocha con internet y redes sociales, cuantos momentos de pereza ...¡y qué poco tiempo y energía para el hermano melancólic­o y hambriento!

Necesitamo­s desarrolla­r el espíritu de “conmoción” como lo tenía Jesús, lo que significa no ser indiferent­e al otro, lo que implica “tocar al otro“, lo que va a resultar en sanación para ambos lados.

Nuestra purificaci­ón debe alcanzar las raíces de nuestro ser, de modo que consigamos integrar nuestro pasado con todos sus eventos; perdonar a nuestros padres por ciertas equivocaci­ones con que nos educaron, y de manera especial, buscar el silencio interior.

En clima de silencio interior encontramo­s a Dios, tomamos conciencia de nuestro pecado y nos arrepentim­os: será muy oportuno el Sacramento de la Reconcilia­ción.

Jesús está cerca de nosotros, quiere hablarnos, tocarnos y limpiarnos, pues todos somos enfermos. Lo que nos hace falta es imitar la actitud del leproso: pedir ayuda al Señor y no tener vergüenza de arrodillar­se delante de su Majestad misericord­iosa.

Día 14 es miércoles de Ceniza: participe de la Misa para empezar bien la Cuaresma.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay