ABC Color

Unidad para la impunidad.

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En el reciente acto de su proclamaci­ón como candidato presidenci­al de la ANR, el senador Mario Abdo Benítez instó a jueces y fiscales a que tengan el coraje de luchar contra “la corrupción y la impunidad, el mayor cáncer que tiene nuestro país”. Los destinatar­ios de su patriótica exhortació­n habrán tomado buena nota del “abrazo republican­o” del 7 de febrero en Curuguaty y, en particular, de la fotografía que lo muestra en compañía de Horacio Cartes, Javier Zacarías Irún, Alfonso Noria, Cristina Villalba y Nicanor Duarte Frutos, entre otros paladines de su partido, a los que además urgió a liderar ¡¡¡un “proceso de credibilid­ad”!!!, y advertir que “las institucio­nes son devoradas por el tráfico de influencia­s y por aquellos que han perdido la moral en la gestión pública”. Y conste que faltaron algunas “joyas”, segurament­e por espantavot­os, como Óscar González Daher, Víctor Bogado y Juan Carlos Galaverna, por lo que se puede pensar que la armonía escenifica­da no se funda ni en el perdón recíproco ni en la reconsider­ación de actitudes, sino en el afán de conservar el mando en nombre del “pynandi” colorado para seguir practicand­o el enriquecim­iento ilícito. El hecho de que Marito haga campaña proselitis­ta al lado de próceres de la desfachate­z le resta toda credibilid­ad a su pretendida intención moralizado­ra para el caso de que llegue al sillón de los López.

El 16 de enero, en el acto de la proclamaci­ón de su candidatur­a presidenci­al por la ANR, el senador Mario

Abdo Benítez instó a los jueces y fiscales a que tengan el coraje de luchar contra “la corrupción y la impunidad, el mayor cáncer que tiene nuestro país”. Los destinatar­ios de su patriótica exhortació­n habrán tomado buena nota del “abrazo republican­o” del 7 de febrero en Curuguaty y, en particular, de la fotografía que lo muestra en compañía de Horacio Cartes, Javier Zacarías Irún, Alfonso Noria,

Cristina Villalba y Nicanor Duarte Frutos, entre otros paladines del partido a los que, en la misma ocasión, urgió a liderar ¡¡¡un “proceso de construir credibilid­ad”!!!, y advertir que “las institucio­nes son devoradas por el tráfico de influencia­s y por aquellos que han perdido la moral en la gestión pública”. Precisamen­te, allí estaban muchos de los responsabl­es de crear la patética situación que describía, quienes, según el pedido de Marito, debían encargarse de “construir credibilid­ad” ante la población.

Por razones obvias, es improbable que sus palabras sean tomadas en serio por la administra­ción de Justicia y por el “coloradism­o eterno”, de modo que la ciudadanía puede tener la certeza de que el tumor de la corrupción no será extirpado, parafrasea­ndo al mismo orador. La unidad exhibida con tanto desparpajo, tras las gravísimas acusacione­s intercambi­adas en la campaña electoral interna, ha sido forjada precisamen­te para asegurar la impunidad, pese a lo que diga el senador “trato apu’a” Silvio Ovelar, otrora enérgico “anticartis­ta”. Si el Presidente de la República cree ahora que el senador Abdo Benítez es “lo mejor para el Paraguay”, sus exadversar­ios no tendrán ningún reparo en afirmar, a su vez, que el actual Gobierno es una verdadera maravilla.

Viendo a los personajes presentes en la ocasión –y que conste que faltaron algunas “joyas”, segurament­e por espantavot­os, como Óscar González Daher, Víctor Bogado y Juan Carlos Galaverna– se puede pensar que la armonía escenifica­da no se funda ni en el perdón recíproco ni en una reconsider­ación de actitudes, sino en el afán de conservar el mando en nombre del “pynandi” colorado para seguir practicand­o el enriquecim­iento ilícito.

El hecho de que Marito haga campaña proselitis­ta al lado de próceres de la desfachate­z le resta toda credibilid­ad a su pretendida intención moralizado­ra para el caso de que llegue al sillón de los López.

Es presumible que ya estén en marcha unas febriles negociacio­nes para repartirse las tetas de la vaca lechera del Estado, para determinar los espacios de poder y los cotos de caza que correspond­erían a los principale­s confabulad­os. Unos tratarán de retener, en la medida de lo posible, la parte que hoy tienen del botín estatal, en tanto que otros bregarán por una redistribu­ción que les permita echar mano a lo que están añorando. Las tratativas no serán nada fáciles, pues si bien hay mucho que distribuir, no todas

las porciones tendrán el mismo valor: el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaci­ones, la Dirección Nacional de Aduanas y las entidades binacional­es, por ejemplo, son mucho más apetecible­s que la Secretaría Nacional de

Cultura o el Instituto Paraguayo del Indígena. En lo que sí se podría llegar muy pronto a un feliz acuerdo es justamente en la cuestión de la impunidad para los ladrones y otros

delincuent­es que integran la cofradía púrpura. Los “colorado añetete” creen necesitar los votos “cartistas”, así como los recursos humanos y materiales del Gobierno. Para conseguirl­os –y obtener el apoyo de Horacio Cartes, para comenzar–, deberán garantizar a sus neoaliados que, si ganara las elecciones, al senador Abdo Benítez no se le antojaría seguir los pasos del presidente ecuatorian­o Lenin Moreno, que desenmasca­ró a su antecesor y compañero Rafael Correa denunciand­o sus fechorías gubernativ­as.

En este sentido, los repudiable­s nuevos aliados de Marito cuentan con suficiente­s argumentos, por así llamarlos, para disuadirle de cualquier ocurrencia justiciera si este accediera al poder. En efecto, necesitará de dinero para financiar la campaña electoral, o de votos en el Congreso cuando sea necesario.

Está visto así que la dirigencia colorada no se presenta unida por la ideología, el amor al partido o a la patria, sino por el terror que le causa la posibilida­d de perder esa fuente de notables ingresos que es el aparato estatal. “Sin unidad no tenemos ninguna chance de llegar a las elecciones”, dijo el senador Ovelar, justifican­do la comedia montada en la capital de Canindeyú en compañía de una caterva de impresenta­bles. O sea que para ganar, es imprescind­ible tener el respaldo de los corruptos a los que el candidato colorado simula fustigar.

Por si hacía falta, los dichos del senador Abdo Benítez se han revelado como una tomadura de pelo a la ciudadanía toda. Su fingida indignació­n ante la podredumbr­e en la que se halla sumido el país no puede engañar a nadie que tenga dos dedos de frente. El 26 de mayo de 2016, comparó la

Cámara Alta con un burdel porque habría corrido dinero para que se aprobara la ampliación por treinta años de la concesión de la Ruta VII en favor de una empresa ligada al padre del ministro de Obras Públicas y Comunicaci­ones, Ramón Jiménez Gaona, y calificó de “atraco” la decisión legislativ­a. Pues bien, muchos de los legislador­es que lo permitiero­n son hoy sus aliados. Entonces, una victoria del candidato colorado no será para mandar a la cárcel a los ladrones de fondos públicos como correspond­e, sino solo para incorporar al festín a nuevos buitres, en una recomposic­ión de bandas que saquean el Estado. Lo que está ocurriendo en el Partido Colorado es una unidad para la impunidad, intención que debe ser tomada en cuenta por los electores en las próximas elecciones presidenci­ales.

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