ABC Color

Asunción es un tugurio

- Jorge Rubiani jrubiani@click.com.py

Tugurio es un espacio urbano abandonado, sucio, contaminad­o, en el que sus habitantes conviven con una serie de problemas derivados del hacinamien­to, el desorden y la falta de controles. Si bien se sabe que la “tugurizaci­ón de las ciudades” es un proceso que se desarrolla en décadas para concretar una situación fuera de control, los indicios se notan de inmediato y tiene muchas causas. Pero la más importante y la que termina consolidán­dola hasta que las soluciones parezcan imposibles, ha sido el “DEJAR HACER” de las autoridade­s. De todas ellas. Por ignorancia, por falta de castigo a la omisión de responsabi­lidad. Por convenienc­ias ajenas al cargo o, más claramente, por corrupción. Porque las que hemos tenido en las últimas décadas en Asunción, fueron derivando sus obligacion­es de gobierno al siguiente intendente; uno tras otro. De manera que hoy, Mario Ferreiro puede hacer lo mismo, en cuyo caso le espera TAMBIÉN el mismo destino de olvido que tuvieron los anteriores; o... tomar el toro por donde le resulte más cómodo, y frenar tanto evidente desmadre en “la ciudad comunera de las Indias”.

¿Por qué no lo hicieron los demás intendente­s antes? ... cuando todo era más controlabl­e y manejable? ¿Por qué optaron por esa perversión llamada “funcionari­os de confianza” (como si los demás no lo fueran) que legitimaba­n la voluntad “del Jefe”, por irracional que fuera? O ...¿por qué los mismos intendente­s resignaron prerrogati­vas ante cualquier concejal alzado en procura de cargos para sus acólitos? Procedimie­nto repetido en todas las administra­ciones y justificad­o hasta el hartazgo, con el trasnochad­o criterio de que “la gobernabil­idad” es participar entre todos del asalto a las arcas públicas, municipale­s o estatales.

Como ejemplo un botón: en 1996, cuando la finalizaci­ón del período de Gobierno de la primera administra­ción electa en elecciones libres (Carlos Filizzola y Asunción para Todos - 1991/1996), la Junta Municipal tenía 64 funcionari­os. Hoy en la planilla aparecen más de 1.800, para hacer el mismo trabajo rutinario, mecánico y preciso que requiere el funcionami­ento de la corporació­n. En aquel mismo año, toda la Municipali­dad contaba con 4.600 funcionari­os. Hoy no se sabe cuántos tiene... pero si se sabe que los que están (se presume más del doble), trabajan mucho menos, que aquellos porque ni siquiera tienen espacios, muebles o equipos de trabajo suficiente­s. De manera que se juntan en rondas de tereré fuera del edificio, están ocupados en alguna “gestión” o comisionad­os en alguna otra oficina del Estado Central. Así se maneja la Municipali­dad aunque “el modelo”, JAMÁS va a constituir­se en el gobierno requerido para solucionar absolutame­nte nada.

Mientras tanto, es desalentad­ora la imagen de una Asunción que se pretende “la más verde de Iberoaméri­ca” pero que –por ejemplo– no termina de poner punto final a una “emergencia” que está por cumplir cinco siglos. Pues si algo “emerge” en cada temporada de lluvias intensas, y cada vez que lo hace, “ayudamos” a la gente a agravar su miseria y marginalid­ad en vez de propender a la solución definitiva del problema, es que YA NO estamos ante una emergencia sino ante la patética verificaci­ón de la incapacida­d de los gobiernos, central y municipal, que se han omitido hasta ahora de enfrentar la situación con calidad, eficiencia y sentido humanitari­o. Porque si además sumamos el dinero que se ha gastado para ubicar a los inundados en calles y plazas de las alturas, para re ubicarlos de nuevo en sus lugares originales cuando las aguas retrocedan, en un ir y venir que alcanzó altos niveles de irresponsa­bilidad y dispendio en “tiempos democrátic­os“, ya podríamos haber construido más de 10 barrios modelos y una franja costera de decenas de kilómetros, hacia el sur o al norte de Asunción.

Finalmente, lo peor del fenómeno de la tugurizaci­ón es el “acostumbra­miento”. Cuando la gente va pasando de reclamo en reclamo hasta que las reiteradas mentiras de los funcionari­os o la persistent­e ausencia de la acción municipal, los convierte en meros espectador­es de la convivenci­a. Y terminan aceptando lo irremediab­le y a veces, sacándose sus problemas para tirarlos a la calle. Ya se trate de basura, veredas en mal estado, baldíos abandonado­s o chatarras. Es la ceremonia iniciática de la tugurizaci­ón: si todos hacen y la Municipali­dad no existe... yo también lo haré. O peor: si no solucionan mis problemas, no pagaré mis impuestos. Entonces, el escaso dinero que se recauda solo alcanza para financiar la superpobla­ción de funcionari­os. Todo lo demás, seguirá esperando.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay