Vencer las tentaciones
Mc 1,12 – 15
Las tentaciones nos acompañan durante toda la vida, se presentan en horas menos pensadas y tienen un colorido diabólico que fácilmente nos engañan.
Para vencerlas empezamos la Cuaresma y la Liturgia nos ayuda a crear un clima de austeridad: no se canta el “Gloria”, ni el “Aleluya” y tampoco se ponen flores en el altar. Es un tiempo en el cual nos asociamos a Cristo para luchar contra el mal, sea el que está dentro de nuestro corazón, sea el que está en las pérfidas estructuras de la sociedad.
La Cuaresma la hemos empezado el Miércoles de Ceniza, 14 de febrero, y va hasta el Jueves Santo, 29 de marzo, antes de la Misa de la Cena del Señor. Es un tiempo de preparación para la Pascua y de renovación de nuestra alianza bautismal, es una oportunidad privilegiada que Dios nos concede para que nos acerquemos sinceramente a Él.
El Evangelio sostiene: “El Espíritu llevó a Jesús al desierto, donde fue tentado por Satanás durante cuarenta días. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían”.
Aunque Marcos no informa el contenido de las tentaciones, las conocemos por Mateo, pero lo importante es aprender a vencerlas, empeño que dura toda la existencia, pues ellas cambian, nosotros cambiamos y hay también un misterio en los vericuetos de nuestra vida, que no logramos desvendar completamente. Sin embargo, la actitud de Cristo es la que nos ilumina y fortalece.
Además de la riqueza teológica de la realidad “desierto”, mucho más que el significado geográfico, tenemos la indicación: “El Espíritu llevó a Jesús”, para significar que es algo grande, importante y decisivo. Asimismo, al indicar que vivía entre las fieras, y los ángeles le servían, muestra que se establece un nuevo tipo de relaciones con el reino animal, y que Dios no abandona a sus amigos en los momentos de aprietos.
Después de derrotar al Tentador, Jesús va a Galilea y expone su programa en tres puntos: el tiempo se ha cumplido, por ello, hay que actuar con valentía y no tenemos que andar divagando con hechizos, mamuts cósmicos y otras supersticiones; el Reino de Dios está cerca, y debemos vivirlo en todas las dimensiones. Finalmente, conviértanse y crean en la Buena Noticia, lo que representa hacer cambios de actitudes, para que podamos refrenar las seducciones que nos deshumanizan.
Para esto la Iglesia insiste en el ayuno los días viernes, sea ayuno de carne, o tal vez algo mucho más difícil hoy día: un poco de ayuno de teléfono celular. Paz y bien. hnojoemar@gmail.com