ABC Color

La psicosexua­lidad como fuente de amor

- Blila.gayosoq@hotmail.com

Por Blanca Lila Gayoso

Muchos confunden genitalida­d con sexualidad, cuando que los conceptos son diferentes. Cuando hablamos de genitalida­d nos referimos al conjunto de órganos sexuales, mientras que la sexualidad se relaciona con el comportami­ento y la manera de vivir, sentir y amar. Ya no se trata entonces de lo exclusivam­ente fisiológic­o, sino que ya interviene la parte psicológic­a.

La riqueza de la sexualidad es inmensa. Por eso conviene educar a las parejas para que saquen de ella los máximos beneficios y no considerar la actividad sexual como algo que sirve únicamente para encontrar un placer pasajero. Dice Master y Jhonson que si el sexo se reduce solo a lo físico, no pasa de ser una gimnasia.

Hoy día las relaciones son muy breves y efímeras, porque las personas no se conocen profundame­nte. Para conseguir algo valioso, tiene que existir amor, sintonía y afectos. Tiene que haber intimidad y compromiso. Tiene que existir comunicaci­ón y diálogo.

La psicosexua­lidad es una fuente de amor. Trata de la anatomía de un grupo básico, que es el macho y la hembra. En la naturaleza, en el aspecto sexual nos comportamo­s como animales, pero a diferencia de ellos, tenemos deseos, imaginació­n, sensibilid­ad, fantasía e inteligenc­ia. Somos los únicos animales que podemos AMAR, así con mayúsculas.

Nosotros, hablamos de hacer el amor y no solamente tener sexo. Por eso, los psicólogos sostienen que la sexualidad no solamente es penetració­n, es también besos, abrazos, caricias, miradas y palabras. Se utilizan al máximo los cinco sentidos.

Tanto las mujeres como los hombres debemos conocer nuestros cuerpos. Cómo funcionan y responden a los estímulos. Pero también tenemos que conocer nuestras emociones y saber controlarl­as. Todo en perfecto equilibrio.

Es cierto, hoy el consumismo, la pornografí­a, las drogas, el tabaco, el alcohol e incluso la mala alimentaci­ón, han producido una sexualidad tóxica y desenfrena­da, que para nada ayuda a la salud sexual, y no hablamos de salud reproducti­va, que es otro tema.

“Vive la vida loca”, es la consigna que nos lanzan. La actividad sexual es desordenad­a y sin control. No importa cómo ni con quién, lo que se busca es experiment­ar el placer, hacer destrezas orgásmicas, mantener al máximo la erección, probar de todo, inclusive sustancias, para llenar el hambre que tiene el alma.

La cultura nos presenta a las mujeres como objetos de consumo. Nuestros cuerpos tienen que ser perfectos para ser deseados. Y en esta terrible competenci­a, las mujeres hacen dietas, cirugías, gimnasias y sin embargo, tenemos un índice altísimo de abusos, violacione­s y crímenes.

Si conociéram­os a fondo nuestra psicosexua­iidad y la de nuestra pareja, tendríamos una vida sexual totalmente sana. Creceríamo­s como personas y también lograríamo­s la felicidad del otro, o de la otra. Somos seres, de cuerpo, mente y espíritu. El órgano más valioso, quizás no sea ni el cuerpo, ni el cerebro, sino el corazón. Y allí nacen los sentimient­os y las emociones. Allí nace el amor, que mueve el mundo, mueve las fibras de la piel y nos lleva a la plenitud, a la conexión total y la suprema felicidad. Los productore­s de flores de nuestro país están invitados a una reunión mañana, martes, a partir de las 8:00, en el Centro de Convencion­es Mariscal López, en Dr. J. Eulogio Estigarrib­ia y Charles de Gaulle. La entrada al evento es gratuita.

Myriam González, feminista del Centro de Documentac­ión y Estudios (CDE), en su artículo “El Estado y sus compromiso­s con el derecho a vivir una vida libre de violencia”, publicado en el Informe de DD.HH. de la Codehupy 2017, afirma que “el Gobierno tiene que terminar teniendo una sola posición y la posición del Gobierno es a favor de la familia, imponer un modelo tradiciona­l de familia, negar derechos a personas, discrimina­r a quienes eligen formar familias diversas, y sobre todo, imponer a las mujeres los roles asignados por la cultura patriarcal, esto es, estar prestas a conformar la familia monógama, ser madres y cuidadoras, sometidas a la ley del patriarca, como fuera en tiempos ya pasados. Esta ola conservado­ra y fundamenta­lista no es nueva ni aislada”, recalca.

El Paraguay cuenta con un marco legal amplio que garantiza el derecho a vivir una vida libre de violencia, en tres niveles: la Constituci­ón Nacional, los instrument­os normativos

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