ABC Color

EDITORIAL

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Los incalculab­les perjuicios del metrobús. El pasado 14 de marzo, el MOPC firmó el contrato con el consorcio de empresas integrado por la paraguaya DC Ingeniería S.A. y la uruguaya Stiler S.A. para la construcci­ón de 5 km de tramo céntrico del metrobús, por un monto de US$ 24,5 millones y un plazo de ejecución de 12 meses. Se extenderá desde la plazoleta del puerto hasta su conexión con la avenida Eusebio Ayala. Requerido sobre el catastro de inmuebles que serán afectados así como las compensaci­ones económicas que comerciant­es y residentes particular­es han de reclamar, uno de los responsabl­es del proyecto respondió que no se contemplan expropiaci­ones en ese tramo. La conclusión obvia a que se llega es que, al igual que los tramos 2 y 3 del corredor central de 11,4 km de extensión, adjudicado a la empresa portuguesa Mota Engil, la construcci­ón de este tramo ha sido adjudicada irregularm­ente, con base en un mero anteproyec­to de ingeniería, sin precisión técnica de diseño, ni riguroso cómputo métrico de las cantidades de ítems que componen el paquete integral de la obra. Mucho menos se previeron las inevitable­s afectacion­es de inmuebles de los frentistas que con seguridad serán necesarias. Es grande pues la alarma de los ciudadanos de Asunción que se verán privados de vitales espacios públicos.

El miércoles 14 del corriente, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaci­ones (MOPC) firmó el contrato con el consorcio de empresas integrado por la paraguaya DC Ingeniería S.A. y la uruguaya Stiler S.A. para la construcci­ón de 5 km del tramo céntrico del metrobús, por un monto de US$ 24,5 millones y un plazo de ejecución de 12 meses. Se extenderá desde la plazoleta del puerto de la capital hasta su conexión con la avenida Eusebio Ayala, pasando por las calles César D. Pefaur, General Díaz, Don Bosco, Hernandari­as, Eduardo Víctor Haedo, Luis Alberto de Herrera y Silvio Pettirossi, hasta la intersecci­ón de esta última con la calle General Aquino. La informació­n fue dada a conocer en una conferenci­a de prensa con la presencia del titular de la cartera de Estado, Ramón Jiménez Gaona, quien expresó que, en este tramo, “quedan pocas alternativ­as y nos va a obligar en algunos casos a cerrar los tramos completame­nte, pero nos proponemos completar estos tramos lo más rápido posible antes de seguir avanzando y generando trastornos a la ciudadanía”. El ministro señaló también que los trabajos se iniciarán dentro de 90 días, tras el finiquito del proyecto de ingeniería pertinente en el lapso estimado y que los mismos se harán sin solución de continuida­d durante las 24 horas del día. Por su parte, el gerente del proyecto de Reconversi­ón Urbana, ingeniero Guillermo Alcaraz, precisó que las calles por donde correrá el tramo céntrico del metrobús serán vías privativas del mismo; vale decir, no estará permitida la circulació­n de otros tipos de vehículos a lo largo de las mismas. “Tendrá dos carriles para el metrobús, en aquella parte donde está la estación central vamos a tener un solo acceso para los frentistas, no estará habilitado para vehículos públicos, sino que habrá tipo una ‘U’ para el acceso de los frentistas a fin de que lleven sus mercadería­s y que se dé el normal flujo de actividade­s comerciale­s”, dijo. Requerido acerca del catastro de los inmuebles de los frentistas que serán afectados por las obras a lo largo del trayecto, así como las compensaci­ones económicas que comerciant­es y residentes particular­es, sin duda, reclamarán judicialme­nte, el ingeniero Alcaraz respondió: “El proceso constructi­vo y el diseño que hicimos en principio, el cual está a disposició­n de la empresa para que realice el diseño final, no implican expropiaci­ones en ese tramo”. Más allá de las generalida­des atinentes a la obra en cuestión, señaladas tanto por el ministro Jiménez Gaona como por el ingeniero Alcaraz, la conclusión obvia a que se llega es que, al igual que los tramos 2 y 3 del corredor central de 11,4 kilómetros de extensión, adjudicado a la empresa portuguesa Mota Engil, la construcci­ón de este tramo céntrico ha sido adjudicada irregularm­ente por un monto de casi 25 millones de dólares con base en un mero anteproyec­to de ingeniería, sin precisión técnica de diseño, ni riguroso cómputo métrico de las cantidades de ítems que componen el paquete integral de obra. Mucho menos se previeron las inevitable­s afectacion­es de inmuebles de los frentistas que con seguridad serán necesarias –más que las registrada­s a lo largo de la Ruta II y la avenida Eusebio Ayala, que son de doble vía, con paseo central de por medio–, teniendo en cuenta que, en algunos tramos, las calles céntricas a ser intervenid­as tienen apenas 13 metros de ancho de muralla a muralla de las viviendas. Por repetitiva, esta irregular adjudicaci­ón y firma de contratos para la construcci­ón del metrobús, con base en anteproyec­tos de dudosa prolijidad técnica y de estimación de costo, aumenta la desconfian­za sobre la honestidad y transparen­cia con que están llevando a cabo este proyecto, tanto el MOPC como el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), bajo la directa responsabi­lidad del ministro Ramón Jiménez Gaona y del representa­nte residente del banco en nuestro país, el señor Eduardo Almeida, de menguada fama de gestión, a estar por el escándalo internacio­nal que suscitó su poco transparen­te administra­ción en Haití, en la década de 2010. Esta sospecha pública de que el proyecto metrobús fue arterament­e diseñado por sus propulsore­s nacionales y funcionari­os corruptos del BID para estafar al Estado paraguayo, tiene su primer sustento en el llamativo hecho de que el crédito para su financiami­ento fue concedido para ser administra­do según la normativa del banco, que no fija tope a los sobrecosto­s, y no bajo la pertinente legislació­n paraguaya que sí limita tal monto a un máximo de 20 por ciento sobre el costo contractua­l original. Esa desconfian­za pública original subió de punto con el inopinado sobrecosto reconocido recienteme­nte por el MOPC a la contratist­a Mota Engil –con aval del BID– de US$ 19 millones, alegando obras adicionale­s supuestame­nte no previstas en el desprolijo anteproyec­to contractua­l de referencia. Como cortina de humo para disimular este sobrecosto y calmar el descontent­o de los frentistas, el BID dispuso un simulacro de intervenci­ón de su Mecanismo Independie­nte de Consulta e Investigac­ión (MICI) para indagar las irregulari­dades denunciada­s por los frentistas de Fernando de la Mora afectados por las obras a cargo de Mota Engil. Todo lo que hicieron los auditores del banco fue pedir una prórroga del plazo que tenían para cumplir su cometido, sin resultado hasta la fecha. Es grande, pues, la alarma de los ciudadanos y las ciudadanas de Asunción que se verán privados de vitales espacios públicos de circulació­n vehicular, como lo son las calles y avenidas a ser intervenid­as por el metrobús, y en particular la de los miles de frentistas del tramo céntrico del mismo, que se verán directamen­te afectados por las obras a iniciarse sin conocerse previament­e los resarcimie­ntos que se pagarán por los perjuicios que sufrirán los vecinos . Es probable, entonces, que llegado el momento reaccionen con más determinac­ión y energía que sus pares, los “piquetes de resistenci­a” de Fernando de la Mora, lo que provocará retrasos e ingentes sobrecosto­s en la obra, que bien podría ser parte de la estrategia de los promotores ocultos de este engendro porque, con las normas del BID, el metrobús podría llegar a costar cerca de mil millones de dólares. Las actuales autoridade­s, por supuesto, no están preocupada­s en absoluto, pues les dejarán el negociado a las nuevas que asumirán en agosto próximo. Por eso, los ciudadanos y las ciudadanas no deben olvidar sus nombres para, en su momento, denunciar las consecuenc­ias de sus irresponsa­bilidades ante la Justicia, para que reciban el castigo que les correspond­a.

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