Barrenderos de Filártiga
Mario Abdo Benítez (Marito), candidato a presidente de nuestra República por la Asociación Nacional Republicana (ANR, Partido Colorado) convirtió el restablecimiento del Servicio Militar Obligatorio (SMO) como era antes de la Objeción de Conciencia en uno de los ejes centrales de su campaña electoral.
No alega, para ello, las necesidades de nuestra defensa, tal vez porque sabe que el SMO es un anacronismo desde el punto de vista técnico militar: El recluta del SMO no puede enfrentarse con éxito al soldado profesional, en todos los lugares donde ocurrieron enfrentamientos de este tipo perdieron los reclutas y los casos de Israel y Suiza son solamente las excepciones que, por motivos especialísimos que nuestro Paraguay no replica, confirman la regla.
Marito quiere el viejo servicio militar por razones distintas a las necesidades militares de nuestra República, hecho que no se cansa de repetir en cuanto discurso pronuncia, hecho que en sí mismo expone una grave falta de seriedad en su preparación para el cargo que pretende, nada menos que el de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación.
Marito confiesa en cada discurso, en efecto, que desea usar a nuestras Fuerzas Armadas para asuntos distintos a los que dispone para ellas el Artículo 173 de nuestra Constitución, que son la defensa ante enemigos externos de nuestra República y la defensa del orden constitucional.
Marito quiere usar el Servicio Militar Obligatorio para “disciplinar” a los jóvenes paraguayos, a los que supone perdidos, descompuestos, entregados a la criminalidad.
Cerca del presidente Horacio Cartes, Marito olvidó que los jóvenes de nuestro Paraguay son los que articularon siempre la defensa de nuestra Constitución cada vez que algún aspirante a la perpetuación quiso destruirla; cerca de Cartes y lejos de la gente, Marito olvidó que los jóvenes paraguayos progresan a pesar del desastre que Cartes hizo en el sistema educativo; cerca de Cartes y lejos del pueblo, Marito hizo suyas las ideas del círculo íntimo del presidente que admira la obediencia ciega, el servilismo abyecto y que no tolera que los jóvenes sean los que le discutan sus abusos y los enfrenten.
Marito les promete a los papás y mamás de los jóvenes paraguayos enviarlos al cuartel para imponerles obediencia y sumisión al orden social que quieren los cartistas, en el que los amigos de Cartes se apoderen de los recursos que nuestro Paraguay produce y los demás nos resignemos, obedientes y sumisos, al despojo.
El diario Última Hora publicó en el mes de diciembre de 2017 una serie de notas sobre el modo en que los cartistas usan ahora el servicio militar obligatorio: Para convertir a nuestros hijos en sus empleados domésticos sin paga, esclavos realmente encubiertos con el rótulo de Servicio Militar Obligatorio. Nada permite suponer que harán algo distinto si el cartismo gana las elecciones del 22 de abril.
Me pregunto si hay alguna paraguaya, algún paraguayo que quiera que su hijo sea el barrendero de la casa de Darío Filártiga o el que hace los mandados a la tintorería de la señora de Darío Filártiga. Los que no quieren ver a sus hijos así humillados no deben votar por Marito ni por la Lista 1.