Aprender con la Trinidad
Mt 28,16-20
Hno. Joemar Hohmann Franciscano Capuchino
Celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, que es la característica central del cristianismo: la fe en un solo Dios, que no es una sola Persona, sino tres Personas, de la misma naturaleza e iguales en dignidad.
Esta revelación la hizo Jesucristo, segunda Persona de la Santísima Trinidad, ya que el ser humano, por sí mismo, jamás conseguiría descubrir esta dimensión íntima de Dios. Él la reveló, porque juzgó necesario para que Lo conociéramos mejor y también para que nos conociéramos mejor a nosotros mismos.
Revelando algo de la dimensión intrínseca del propio Dios podemos saber que es Trino, que son tres Personas distintas; asimismo que es Uno, pues viven en comunión perfecta, no es, por tanto, soledad e individualismo.
Por ello, Jesús manda a los discípulos a bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Nosotros fuimos creados a imagen y semejanza del Dios Trino y Uno, y por eso debemos vivir en el amor, pues Dios es Amor. Por ello afirmamos que la Santísima Trinidad es nuestro ejemplo, es el modelo a partir del cual debemos formar nuestra conciencia, nuestras familias y nuestra sociedad.
Frecuentemente, se dice que la Santísima Trinidad es un “misterio” que no se puede comprender, sin embargo, no hemos de considerar “misterio” como una muralla delante de la cual no podemos acceder a nada, sino como una galería, o un shopping, donde vamos entrando progresivamente, y siempre hay algo nuevo a conocer. Sin duda es una comparación que tiene sus limitaciones, pero puede estimularnos a “entrar cada vez más en el shopping”, es decir, disponerse constantemente al encuentro con Dios en el silencio de nuestro corazón.
San Irineo de Lyon usaba otra comparación válida, afirmando que el Hijo y el Espíritu Santo son las “dos manos” con las que el Padre creó el mundo, realizó la obra de nuestra redención y sigue trabajando en nuestra santificación y liberación.
La Trinidad es nuestro molde y por esto cuando el ser humano huye del verdadero amor y se aleja de la justicia, se destruye a sí mismo, pues va en contra de su naturaleza más profunda.
Muchas cosas debemos aprender con este modelo divino, en primer lugar, a no ser personas aisladas, que se sienten supuestamente realizadas con pasar horas y horas jugando con su teléfono celular o computador, sin buscar una integración real con otras personas.
Asimismo, adoptar el estilo de “salir de sí mismo“, estar disponible a los demás para realizar obras de solidaridad y para fortalecer el bien común.