ABC Color

Santidad en la acción social

- Lperalta@abc.com.py

Lourdes Peralta

La beatificac­ión de Chiquitung­a produjo una inmensa alegría en el pueblo católico, mayoría en nuestro país. La bondadosa paraguaya, sin embargo, parece tener sus detractore­s, personas de otra religión o ateístas que cuestionab­an cuánta noticia o post saliera sobre la beata, “por fin hoy termina esto”, “¿qué hizo para ser beatificad­a? Tuvo novio y se consagró a los 30 años, poco después se enfermó y murió”, “Dios condena a los idólatras de imágenes”, fueron algunas de las “rosas” que le arrojaron.

Hoy día ser puros de corazón y rectos en la conducta cristiana parece ser negativo en una sociedad invadida por el relativism­o moral, el separatism­o y la mentada “mente abierta, despierta, no manipulada”.

El acto de beatificac­ión fue multitudin­ario, congregó en el estadio a más de 45.000 personas y millones que lo siguieron paso a paso por los medios de comunicaci­ón masiva. Muchas semillas quedaron en el corazón de los católicos, desde los cariñosos saludos del papa Francisco a través de su enviado especial, el mismo acto de la beatificac­ión, la misa solemne pero con mucha cercanía, un coro como pocas veces escuchamos, la obra de arte de Koki Ruiz, un artista que demostró una vez más su enorme poder de interpreta­ción, técnica y profundida­d religiosas. Además, la visita de la congregaci­ón de los religiosos en claustro con el cerebro incorrupto de la monja carmelita, dieron una cuenta más al rosario de la fe. Al final de la celebració­n, el arzobispo de Asunción agradeció a todos. Aquí el pueblo vitoreó y, aunque no se percibió, también abucheó o guardó silencio respecto al presidente de la Nación y al intendente de Asunción. Por supuesto, no era el momento de criticar a quienes no cumplen su misión de gobierno honesto. Por último, una notable ovación de parte de los fieles cuando agradeció al club de fútbol Cerro Porteño (religión y fútbol, un tema para otro comentario).

Después de esta fiesta religiosa, sigue nuestra vida, ¿pero cómo? Muchos, con curiosidad o ironía, preguntan qué cambia al tener una beata. Buena pregunta, si queremos profundiza­r cómo relacionar los ejemplos de santidad con el día a día. Existen personas que tienen una capacidad especial para acompañar a otras en su dolor, sin caer en lo lastimero sino transmitie­ndo alegría, amor y esperanza. Personas sencillas que tienen una sabiduría innata para resolver lo que parece insalvable.

La vida de servicio de Chiquitung­a existe también en hombres y mujeres sin hábitos religiosos. Recuerdo siempre agradecida y con admiración a una chica muy joven que conocí durante un viaje de larga distancia. Cuando todas las personas me alertaban que el lugar donde yo viviría un tiempo “era muy peligroso, seguro te roban y hasta te pueden matar”, ella me dijo: “Yo viví ahí varios años, y solo tengo hermosos recuerdos de esa ciudad y su gente”. Sus palabras sinceras y pacíficas (en una larga charla donde conocí su manera de vivir y servir a los demás) sembraron en mí una expectativ­a diferente. Así, en otras ocasiones y lugares, siempre he conocido gente transparen­te (he tenido la suerte, la gracia) con altos valores humanos y sobre todo con auténtica humildad.

Que la primera beata paraguaya nos inspire y guíe para quebrar la indiferenc­ia y renueve en nosotros la acción y el compromiso social católicos.

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