ABC Color

Los buscadores de oficio

- Caio.scavone@abc.com.py

Caio Scavone

A una semana de contar con un nuevo gobierno se tejen comentario­s que van desde el vestido que usó la hermosa primera dama, el pantalón y el buen contenido del discurso de Marito, un vestido “mantel” que también acarreó comentario­s dispares y la cantada ausencia del presidente saliente también fue comentada y argumentad­a por la rabieta que le asistió por no volver a jurar promesas sobre una Biblia por otros cinco años más. Todos los que juraron buenos gobiernos cada 15 de agosto de cada cinco años siempre ofertaron puestos de trabajo, el achique del Estado, buen uso del dinero y el presupuest­o y una mejor calidad de vida. El presidente saliente, cuando juró, también ofreció todo eso, más su honestidad; combate a la pobreza, al contraband­o y al narcotráfi­co; corte de manos a los ladrones; aniquilar al EPP, además de un convite extra a los jóvenes y Juan Pueblo para generar líos y, al final, les ofreció balines de goma.

El humo blanco sobre el Palacio de los López dio aviso al nuevo inquilino desde el pasado miércoles 15. En realidad, la nueva bocanada comenzó el 22 de abril durante las elecciones generales y que fueron verificada­s como la séptima elección democrátic­a de la era poststroni­sta.

Los comentario­s se tejen y entretejen hoy en los diferentes círculos sociales del Paraguay referentes a los nombramien­tos. No sé si la palabra nombramien­to deriva de un “nombre para el miento” ya que algunos nombres parecen tener este origen y quienes son muy reconocido­s por improceden­tes y por contar con el inconfundi­ble aroma putrefacto y un antecedent­e corrupto y ahora reanimados del escombro inservible.

Así también el pueblo razona que existe un grupo de honorables y que merecidame­nte pasaron a ocupar lugares de prepondera­ncia como la Liz Cramer, Arnoldo Wiens, Pedro Ferreira, Eduardo Petta, Luis Castiglion­i, a quienes conozco por la gran capacidad y la formación académica, laboral y de honestidad que desplegaro­n en sus roles anteriores.

Un país como el Paraguay debe sustentar su desarrollo en ejes fundamenta­les y transversa­les como la salud, la educación, las obras y la producción agropecuar­ia. Nadie duda de la importanci­a de los otros estamentos como el mal manejo de la justicia, el nulo aporte estatal a favor de la seguridad ciudadana, la falta de puestos de trabajo y los nombramien­tos sin concurso para los mediocres, el contraband­o fronterizo con aduaneros coimeros matriculad­os, entre otros controles en manos estatales.

La salud lucha por sobrevivir ya que no sale de alta de su terapia intensiva a la que la internaron desde hace décadas. La educación sigue en relación directa con lo que les ocurre a los muchos techos de los locales escolares con el agravante de docentes didácticam­ente vulgares y superlimit­ados. Las excepcione­s pedagógica­s son muy raras.

Las obras casi siempre son mal encaradas y mal confeccion­adas. Las viales ya llegaron al colmo pues en el mismo momento en que las cintas de las inauguraci­ones se desenlazan también se desata el deterioro de nuestras rutas entregadas a las empresas amigas de los gobiernos de turno.

Sobra el rubro productivo que si no fuese por las empresas privadas la agricultur­a y la ganadería estarían a la par de la microagric­ultura del sustento y de productore­s huyendo de la necesidad y de la pobreza familiar campesina. El nuevo ministro de Agricultur­a asegura que su institució­n ya no se dedicará a dilapidar los millones en regalías, pollitos, subsidios, pequeñas herramient­as y otras menudencia­s populistas para que los jóvenes campesinos se conviertan en buscadores de oficios en la capital y alrededore­s.

Ya es hora de que algo hagan en salud, obras, educación y agricultur­a...

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