Pura coincidencia
La Casa de Saboya (en italiano Casa Di Savoia) guarda una oscura historia marcada por la corrupción, falsificación, explotación de la prostitución y otros graves delitos que sacudió a Italia hace 12 años.
El sitio web El país relata que Víctor Manuel de Saboya, príncipe heredero del último rey de Italia, fue detenido en el año 2006 y acusado de varios hechos delictivos.
La acusación de Saboya radicó en la asociación para delinquir con fines de corrupción y de falsificación relacionada con la supuesta emisión de certificados de videojuegos y de otros aparatos electrónicos usados en los juegos de azar. La otra acusación está relacionada con la supuesta captación de prostitutas para los clientes del casino Campione de Italia, ubicado en un enclave italiano en territorio suizo y cercano a Lugano, de acuerdo a los antecedentes.
Hace unos días, en nuestro país saltó a la luz la existencia de una inmobiliaria maletín denominada “Principe di Savoia”. Curiosamente, el negocio está vinculado al exsenador Óscar González Daher (colorado car- tista), quien está investigado por supuesto enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y evasión impositiva. Él, junto a su familia tienen una fortuna de G. 8 billones que no logran justificar, según las primeras pesquisas de la Fiscalía.
González Daher en diciembre del 2017 fue imputado por tráfico de influencias, cohecho pasivo agravado (coima) y asociación criminal. Su causa se inició con los 200 audios de aprietes y negociados en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, filtrados por ABC Cardinal.
Coincidentemente, Víctor Manuel de Saboya también cayó tras el descubrimiento de unas conversaciones grabadas y difundidas a través de medios de comunicación. El príncipe negociaba con sus socios por teléfono.
A Saboya, lo describen como un hombre menos presentable, innoble, apestado, soberbio y desagradable. Calificativos que también podrían describir al exlegislador luqueño que siempre se jactó de su influencia para mantener en vilo a todo un país. Muchos parecidos con nuestra realidad, pero es pura coincidencia.
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