Mi voto por Elodia
Muchos colegas abogados usamos en el pasado un distintivo en la solapa que decía: “Una mujer en la Corte” y fue designada la doctora Alicia Pucheta de Correa.
Hoy se ha elaborado para reemplazarla una terna que integra una mujer, la doctora Elodia Almirón.
Mi voto es por Elodia, es un lugar que corresponde a una mujer y que ha sido duramente ganado. No debe permitirse que las mujeres pierdan un espacio conquistado con mucho sacrificio y talento y se designe a cualquier otro en tan alto cargo.
Los colegas hablan y opinan pero no se animan a hacerlo público para no convertirse en parias de la profesión. los únicos que votan por sus verdugos”; “En el Paraguay nadie gana ni pierde reputación”; “El paraguayo es valiente en la guerra pero cobarde en la paz”; “Al paraguayo no le gusta leer”...
Ayer, en nuestra adolescencia, ya éramos víctimas de esta pandemia, porque hoy nos preguntan nuestros hijos o nuestros nietos: ¿Quién fue JFK... cómo murió? ¿Y... Robert Kennedy, Martin Luther King y el “Ku Klux Klan”? ¿Quiénes fueron Domingo Laíno, Luis Alfonso Resck, Ismael Rolón? Las respuestas las hacemos casi siempre “piloteando” o con evasivas…
Estoy seguro de que si hicié- ramos una encuesta a nivel nacional a nuestros ciudadanos: ¿Porqué se le destituyó a Fernando Lugo? ¿Qué ocurrió en marzo de 2017? ¿Quién fue Rodrigo Quintana? ¿Quién o quienes quisieron violar la Constitución Nacional? ¿Por qué fue expulsado el Senador Óscar González Daher? ¿Quién o quienes se quedaron en forma ilícita con las valiosas minas de oro de Paso Yobái? ¿Quién es Darío Messer? ¿Blas Llano es opositor u oficialista? ¿Qué es el EPP o las FTC?, etc, etc., pocos, muy pocos contestarían con precisión...
Para erradicar este flagelo deberíamos inculcar desde la adolescencia, en nuestras casas, en las escuelas, colegios, parroquias y universidades, a nuestros jóvenes acerca de la importancia de conocer y vivir la historia contemporánea nacional e internacional; cultivando, fomentando en ellos el espíritu crítico, objetivo, patriótico, de compromiso, con la realidad nacional. Así podríamos amar y servir mejor a nuestro país, combatiríamos con mayor eficacia a los corruptos, conociéndolos y desenmascarándo- los, pues una de sus mejores aliadas es la desinformación.