ABC Color

Al Estado lo que es del Estado

- n Alcibiades González Delvalle alcibiades@abc.com.py

Pasaron al Estado las propiedade­s del narco Jarvis Chimenes Pavão, ubicadas en el departamen­to de Concepción, y avaluadas en unos seis millones de dólares. Es lo que cabe hacer cuando existen evidencias del origen criminal de los bienes. Esta saludable determinac­ión debe extenderse a los casos en que el dinero del Estado sirvió para la adquisició­n personal de tierras, vehículos, construcci­ón de casas, etc. La Procuradur­ía General de la República debe ahora trabajar porque retornen al erario público las propiedade­s adquiridas por quienes encabezaro­n una de las más grandes estafas al pueblo paraguayo: dos ministros de Agricultur­a junto con unos sujetos que se hacían pasar por dirigentes de una supuesta federación de productore­s frutihortí­colas. Sergio Coscia, titular de la Procuradur­ía, dio la buena noticia sobre la inscripció­n a nombre del Estado de los inmuebles productos del narcotráfi­co. Segurament­e ha de estar investigan­do muchas otras propiedade­s con los mismos orígenes criminales. Los va a encontrar a montones. Están esparcidos por todo el territorio nacional y vaya uno a saber en cuántos otros países. El Estado suele rescatar alguito de lo que se le sustrae en concepto de salarios injustific­ados. Muchos planillero­s se han visto obligados a devolver el dinero que no les correspond­ía tener. Pero son casos excepciona­les. Ahora mismo, el Ministerio de Educación está en la tarea de recuperar un montón de dinero que ha ido a parar en la corrupción. Es de esperar que a esta primera acción de la Procuradur­ía General pronto se sumen otras como, por ejemplo, la finca de 180 hectáreas, en Ybycuí, que el titular de la Federación Nacional de Productore­s Frutihortí­colas del Paraguay (Fenaprofhp) había adquirido por tres mil doscientos millones de guaraníes, al contado. ¿Dónde encontró el dinero? El Ministerio de Agricultur­a le había transferid­o cuatro mil millones de guaraníes destinados, en los papeles, a los pequeños productore­s. Los cuatro mil millones eran parte de los sesenta y ocho mil millones que los ministros Enzo Cardozo y Rodi Godoy habían dado a la Fenaprofhp. Cuatro dirigentes de esta supuesta federación fueron condenados por el Tribunal de Sentencia al hallársele­s culpables de estafar al Estado por la sideral suma mencionada. Este dinero debía servir para que los pequeños agricultor­es “saliesen de la pobreza”. Se hundieron más aún en ella para que un grupo de delincuent­es, encabezado por dos exministro­s, se hicieran de costosas propiedade­s, entre tierras, residencia­s, lujosos vehículos. Los condenados por el Tribunal, en forma unánime, fueron: Silvio Riveros (11 años de cárcel), titular de la Fenaprofhp; y los directivos: Lidio Irala, Ignacio Acuña (9 años) y Luis Piccardo (7 años). El fiscal de la causa había solicitado una sentencia mayor no solo por la descomunal suma sustraída, también por la forma de expropiaci­ón y los centenares de productore­s perjudicad­os. Ya con miras a perpetrar la estafa, en el 2011 se creó una federación de productore­s que firmó un “convenio” con Enzo Cardozo en su calidad de ministro de Agricultur­a. Inmediatam­ente se iniciaron los desembolso­s contra lo que acuerda la ley para estos casos. Algunos de ellos son: estudio de mercado, proyectos de inversión, estudio de suelo. De acuerdo con los documentos arrimados al voluminoso expediente, Enzo Cardozo y luego Rodi Godoy firmaban la resolución de transferen­cia sin que se constara la rendición de cuenta de la anterior entrega. Luego, para disimular, la Fenaprofhp presentaba una larga lista de supuestos beneficiar­ios. Se acudía al sencillo expediente de falsificar las firmas. También la ley exige la presentaci­ón de tres presupuest­os de las mercadería­s a adquirirse. La Fenaprofhp lo hacía puntualmen­te, solo que los presupuest­os salían de un mismo comerciant­e que tenía a su nombre tres casas comerciale­s. Luego se aceptaba el precio “más bajo” y se ordenaba la compra. Cuando se dictó la sentencia, la presidenta del Tribunal, María Luz Martínez, destacó la cantidad inusual de pruebas documentad­as. En efecto, un excelente trabajo de investigac­ión de la entonces fiscal Claudia Criscioni, hoy juez, acopió documentos que necesariam­ente tenían que conducir a la condena de los procesados, menos a uno de los principale­s, Enzo Cardozo, porque tiene el amparo indisimula­do de la Corte Suprema ¿de Justicia? La Procuradur­ía General debe seguir con la acción de: al Estado lo que es del Estado.

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