Humo que puede ser oxígeno
Marcos Cáceres Amarilla
De los creadores del recordado bluff “El magnicidio por WhatsApp” se lanzaron estos días algunos eventos del género de ficción política, especialmente pensados para la distracción ciudadana y el esparcimiento (de humo).
Entre los eventos, resaltan una incipiente campaña en contra de un inexistente plan para el retorno al país de los restos del dictador Alfredo Stroessner y el disparatado reclamo de un exfuncionario cartista para que lo indemnicen por sacarlo de un cargo de confianza en Itaipú.
Lamentablemente para los genios que idearon la campañita de marras, la gran mayoría de la gente, al leer unos pasacalles con la leyenda “que no vuelva” interpretaron que se referían al eventual e improbable intento de Horacio Cartes de retornar al ruedo político.
A los pocos que leyeron tales carteles, es bueno que sepan que se refieren al tiranosaurio enterrado en Brasil, del que casi nadie se acuerda ya, a excepción de algún nostálgico trasnochado, como el pintoresco Manuel Modesto Esquivel.
Debe ser casualidad nomás que los pasacalles fueron encargados, según comentan, por un medio que, casualmente, es del grupo que dio visibilidad a la invención de repatriar los restos del tristemente recordado dictador.
Esto no sería más que una de las tantas variantes del truco: “te creo un problema y te vendo la solución”. En este caso, te invento una polémica inexistente y asumo, gua’u, una postura con relación a ella.
Habría que ver qué cantidad de tontos pueden hacer caer en un plan que, de tan disparatado, revela desesperación.
Algún cultor de teorías conspiraticias de medio pelo pensaría que se trata de un burdo intento de sacar del foco público temas que realmente existen y preocupan a la ciudadanía.
Por ejemplo, el escándalo del metrobús que la administración anterior dejó como obsequio de despedida. O las denuncias de corrupción contra algunos parlamentarios que al fin la Justicia está investigando.
Es preferible pensar que no consideran tan estúpida a la ciudadanía
Sobre el caso Canillas. Uno creería que luego de haberse viralizado el vídeo en el que, en aparente estado de ebriedad, insulta a algunas figuras de cartón (una de ellas, con la efigie del presidente Mario Abdo Benítez, otra con la de la senadora Desirée Masi), este sujetoide habría optado por ingresar en algún agujero negro de esos que quedan a millones de años luz de la Tierra. Pero no. Luego de su estelar actuación reclama dinero del Estado, o sea de todos nosotros.
El tipo ya demostró sus dotes de inventor y distractor con denuncias disparatadas durante el gobierno de HC. Aparentemente, ahora aspira a algún premio internacional a la desfachatez que entreguen en alguna parte del globo terráqueo.
Cuando se hizo público aquel vídeo bochornoso, muchos pensaron que el entonces presidente tendría el tino o la decencia de echarlo o exigirle su renuncia. En cambio, lo condecoró por algún servicio a la Policía Nacional, aunque la sospecha es que el premio se debía más bien a algunos méritos etílicos compartidos.
Los intentos distractivos que lanza el grupo Cartes pueden tener el efecto contrario al deseado. Mucho más, si continúan utilizando para sus operativos a gentuza que recuerdan demasiado a lo peor del anterior gobierno. Posiblemente, lo que logren finalmente será darle oxígeno político por mayor plazo a la actual administración.
Alguien debería decirles a los asesores de HC que si sus caballitos para la batalla son Canillas, Latorre’i, Zacarías Irún, Santi Peñita o Gustafato Leite, es mejor guardar silencio.