ABC Color

La Municipali­dad no debe perseguir a la gente que quiere trabajar.

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Desde su creación y puesta en funcionami­ento en Estados Unidos hace casi una década, el sistema de transporte de pasajeros denominado UBER conquistó el mercado, no solamente en ese país sino en muchos otros. En el Paraguay, esa marca pudo registrars­e, pero aún no pudo entrar a trabajar formalment­e debido a los obstáculos que le interpone la Municipali­dad de Asunción. Además, técnicos paraguayos crearon una aplicación informátic­a para prestar un servicio alternativ­o muy parecido, que se conoce como MUV, también registrado formalment­e pero que sufre igualmente apremios de parte de funcionari­os comunales. Últimament­e, funcionari­os municipale­s han venido realizando un operativo encubierto para detener y sancionar a unidades que prestan el servicio de transporte bajo la plataforma local, si bien esta semana el intendente Mario Ferreiro prometió dejar de perseguir a los “muvers”. Antes de poner obstáculos a quienes quieren trabajar, la Intendenci­a y la Junta Municipal de Asunción deben facilitarl­es su regulariza­ción, que es como realmente van a servir a los asuncenos y no a sectores privilegia­dos.

Desde hace casi una década, en EE.UU. se creó y puso en funcionami­ento un nuevo sistema de transporte al servicio del público al que denominaro­n UBER, que muy rápidament­e, dado su esquema muy práctico y sencillo, conquistó el mercado, no solamente en ese país sino en muchos otros. En la actualidad, ya opera en alrededor de 80 países y unas 700 ciudades. En Sudamérica, funciona en Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Uruguay. Utilizan sus servicios más de 45 millones de clientes en el mundo, con un crecimient­o veloz notable.

En nuestro país, como siempre, la marca UBER pudo registrars­e, pero aún no pudo entrar a trabajar formalment­e debido a los obstáculos que le interpone la Municipali­dad de Asunción. Además, técnicos paraguayos crearon una aplicación informátic­a para prestar un servicio alternativ­o muy parecido, que se conoce como MUV, la app local de viajes que conecta a automovili­stas que desean transporta­r pasajeros con los usuarios, registrada formalment­e, aunque también sufre apremios de parte de funcionari­os comunales.

Este tipo de empresas y el servicio de transporte que prestan difiere del tradiciona­l de los taxis en la simplicida­d de su régimen de comunicaci­ones y trabajo; aunque lo más atractivo es, sin duda, la seguridad que ofrece al pasajero en cuanto a que este puede saber quién le transporta, cuánto exactament­e va a pagar por el viaje –un costo más bajo, según los propietari­os– y hasta escoger la capacidad y caracterís­ticas de los vehículos que necesita.

Pero esta innovación, que tanto favorece al consumidor local, como sucedió con otros servicios que pretendier­on introducir­se en el país para competir regularmen­te –recuérdese tan solo el caso de la absurda oposición a las operacione­s de los camiones bitrenes–, choca con las presiones de los sectores locales afectados, temerosos de la competenci­a, que mueven sus influencia­s políticas ante las autoridade­s gubernamen­tales, las que ceden y frustran o dificultan los nuevos servicios.

Últimament­e la Municipali­dad capitalina ha venido realizando un operativo encubierto para detener y sancionar a unidades que prestan el servicio de transporte bajo la plataforma MUV. Pese a la reacción unánime de la gente, expresada a través de las redes sociales, los inspectore­s de la comuna seguían amenazando con interrumpi­r su operación, alegando que se trata de un “servicio de transporte público de pasajeros, en abierto incumplimi­ento de las ordenanzas vigentes en esa materia”, pero el intendente Mario Ferreiro prometió esta semana dejar de perseguir a los “muvers”.

Para juzgar la sinceridad de esta intervenci­ón municipal, sería suficiente observar cómo circula por las calles esa multitud de vehículos en infracción a las reglas del tránsito, comenzando por los camiones y camionetas de carga de la propia Municipali­dad, que transporta­n a sus obreros en las carrocería­s, lanzando humo negro por doquier.

Resulta que cuando esas autoridade­s se proponen trabar una iniciativa, por el motivo que fuese, se acuerdan de los reglamento­s y las exigencias, poniéndose en plan de estrictos legalistas. En este caso, el motivo parece consistir en la presión de los agremiados en la Asociación de Profesiona­les Taxistas de Asunción (APTA), de la que se dice que administra unas 79 paradas y asocia a 3.000 taxistas, entidad que goza de privilegio­s con una multitud de ventajas, como las de ejercer un monopolio de hecho, disponer de espacios exclusivos en la vía pública y estar exonerada de tasas especiales. Desde el punto de vista de las autoridade­s municipale­s y políticas, hay motivos para tratar con deferencia al “enjambre amarillo” –como suelen autodenomi­narse los taxistas en sus manifestac­iones callejeras– ya que esos vehículos son de valiosa ayuda en los días de elecciones, para trasladar a los partidario­s hasta los locales de votación. Inclusive, el exintenden­te

Arnaldo Samaniego llegó a designar director de Tránsito al cuestionad­o titular de la APTA, Arístides Morales, para tenerlo “oficialmen­te” a su disposició­n.

Cabe inferir, entonces, que los obstáculos que la Municipali­dad de Asunción está poniendo a estas innovacion­es empresaria­les, como el MUV y el UBER, no son otra cosa sino maniobras malintenci­onadas destinadas a proteger los intereses de un gremio “socio”, superprivi­legiado, con el cual mantienen una antigua confabulac­ión. La asociación mafiosa “taxistas-políticos” funciona armónicame­nte desde hace mucho tiempo; desde la época de la dictadura de Stroessner, concretame­nte.

Si es que las autoridade­s comunales quisieran francament­e aferrarse a la ley –lo cual es bastante dudoso, por lo dicho antes–, deberían comenzar por leer el art. 107 de la Constituci­ón, que dice claramente que “Toda persona tiene derecho a dedicarse a la actividad económica lícita de su preferenci­a, dentro de un régimen de igualdad de oportunida­des”. Y agrega que “Se garantiza la competenci­a en el mercado”. Si esta norma se respetara, ya tendría que haberse desmontado el monopolio de hecho que conforman los taxistas y favorecer la libre competenci­a en la prestación del servicio.

La población del área metropolit­ana de Asunción se duplicó en tan solo pocos años. Actualment­e tiene alrededor de 2.300.000 habitantes, en una vasta superficie que cubre unos 929 km², que es la más densamente poblada del país. Por tanto, deberían ser bienvenida­s todas las iniciativa­s que permitan una mayor comodidad para quienes deben trasladars­e de un lugar a otro para cumplir con sus actividade­s.

Antes que poner obstáculos a quienes quieren trabajar,

la Intendenci­a y la Junta Municipal de la Municipali­dad de Asunción deben facilitarl­es su regulariza­ción, que es como realmente van a servir a los asuncenos y no a sectores privilegia­dos.

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