ABC Color

Una isla rodeada de tierraJesu­s

- Jesus.ruiznestos­a@gmail.com

Ruiz Nestosa

SALAMANCA (España). Seguimos siendo aquella “isla rodeada de tierra” de la que habló Augusto Roa Bastos para describir la situación de encierro que vivía el país en la época de la dictadura. Estoy convencido de que, a treinta años de derrocada la tiranía, esta situación permanece por diferentes razones. Lo que se debe tener en cuenta es que, isla o no, las noticias siguen fluyendo de adentro para afuera, que ellas son publicadas por la prensa de muchos países y que la gente, a través de ella o de las facilidade­s que ofrece Internet, se entera de lo que sucede intra muros.

El circo que se está viviendo a través del espectácul­o que ofrece nuestra clase política, presente y pasada, no hace otra cosa que alimentar nuestra mala fama de república bananera, poco seria y expuesta a que sucedan los hechos más inesperado­s, ridículos, grotescos y extravagan­tes. Con frecuencia, quienes vivimos afuera, pasamos momentos difíciles al querer borrar esa imagen negativa que sigue flotando en el aire sin que se diluya definitiva­mente.

El espectácul­o circense más próximo es el relacionad­o con la visa necesaria para entrar a los Estados Unidos del antiguo presidente Horacio Cartes. Ridiculez que ha sido enriquecid­a con las declaracio­nes del antiguo canciller Eladio Loizaga y el apoyo coral de antiguos ministros que fueron a llevarle a Cartes su apoyo incondicio­nal y saludarle por las fiestas de fin de año.

Eladio Loizaga nunca se destacó por sus luces (yo fui su profesor en el bachillera­to en el colegio Cristo Rey), por lo que nunca pude entender cómo llegó a ocupar el cargo de canciller aunque sí estaba a la altura intelectua­l del presidente al cual servía.Cualquier hijo de vecino sabe, sin necesidad de haber pasado por la escuela de diplomacia, que todo país, en uso de su soberanía, puede negarle la visa a quien lo desee, en el momento que así juzgue necesario hacerlo.

Los ingleses partidario­s del Brexit están muy contentos porque, como parte de la recuperaci­ón de esa soberanía cedida a la Unión Europea, podrán tener de nuevo un pasaporte de tapas azules. Si les preocupa un asunto tan nimio como el color de unas tapas, mucho más debe ser el de poder conceder o negar la entrada a su país a cualquier ciudadano. Lo mismo sucede en este caso con los Estados Unidos.

Loizaga también consideró como absolutame­nte normal que en el pasaporte de Cartes diga “Profesión: Presidente de la República”. ¿Sería normal que en mi pasaporte figure que soy presidente de Eritrea?

Aquí no para el ridículo internacio­nal que estamos haciendo. También figura Horacio Cartes como el segundo contraband­ista de cigarrillo­s más importante del continente. Y emparentad­o afectivame­nte con Darío Messer, el mayor lavador de dinero del sistema brasileño de corrupción conocido como Lava Jato.

La justicia se encargará ya de confirmar o desmentir todos estos títulos que adornan a su persona. Pero lo cierto es que ningún país, ningún régimen que se considere medianamen­te serio y honesto, puede tener un presidente que luzca tales atributos, sean falsos o verdaderos. Para ocupar un puesto de relevancia dentro de un país, no es suficiente con ser honrado; también hay que parecerlo. Es vergonzoso que sus antiguos ministros, encabezado­s por su canciller, concurran a su casa para brindarle su apoyo. ¿Apoyo por qué y para qué?

No soy futurólogo, pero no temo equivocarm­e que podemos comenzar ya a cantar un réquiem por todos estos cadáveres políticos ya que Cartes podrá tener muchísimo dinero, pero la cuerda que lo sujeta es muy corta y no le permitirá ir mucho más lejos. Al haber perdido el poder, también ha perdido sus privilegio­s, y tendrá que hacer frente a todos los estropicio­s de su malhadado gobierno.

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