ABC Color

Avenida 5ª, desprecio hacia el contribuye­nte asunceno.

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El 29 de diciembre pasado, el intendente Mario Ferreiro inauguró oficialmen­te la remodelaci­ón del paseo central de la Av. Acuña de Figueroa o Quinta, del barrio Obrero, pese a hallarse aún inconclusa, después de un año y tres meses de trabajo de albañilerí­a. Se construyer­on allí 16 feas casillas para ser otorgadas a vendedores informales, en vez de acondicion­arla de la mejor manera para usufructo de los vecinos. ¿Cuál es el interés –político, económico, administra­tivo, propagandí­stico, etc.– que se halla detrás de esta obra que el intendente Ferreiro y su equipo llevaron adelante a tambor batiente, desafiando la indignació­n del vecindario perjudicad­o por ella, a las críticas de profesiona­les y a la opinión pública en general? “Queremos que el Paseo Quinta sea de la gente para la gente y sea siempre una fiesta”, dijo el intendente en la ocasión, sin tener en cuenta que ese paseo era “de la gente” antes de esta remodelaci­ón y no va a comenzar a serlo ahora gracias a su varita mágica. En cuanto a que sea una fiesta permanente, las 16 casillas no serán precisamen­te el factor que más contribuya a esa finalidad.

El 29 de diciembre pasado, el intendente de Asunción, Mario Ferreiro, procedió a inaugurar oficialmen­te la remodelaci­ón del paseo central de la Av. Acuña de Figueroa o Quinta, del barrio Obrero, en Asunción, pese a hallarse aún inconclusa, después de un año y tres meses de trabajos de albañilerí­a. La transforma­ción de ese espacio consiste en haberse construido en él 16 feas casillas para ser otorgadas en concesión a vendedores informales, en vez de acondicion­arla de la mejor manera para usufructo de los vecinos. Mucha gente se pregunta ahora cuál es el interés –político, económico, administra­tivo, propagandí­stico, etc.– que se halla detrás de esta obra que el intendente Ferreiro y su equipo llevaron adelante a tambor batiente, desafiando la indignació­n del vecindario perjudicad­o por ella, a las críticas de profesiona­les y a la opinión pública en general; e, incluso, burlando los términos de las leyes y ordenanzas municipale­s referentes a restriccio­nes sobre espacios del dominio público. ¿Es un simple recurso de populismo electorali­sta? Sería contradict­orio, porque ignorando el rechazo de miles de personas a la iniciativa solo para favorecer a 16 pequeños comerciant­es informales, el intendente y quienes le apoyan estarían incurriend­o en un disparate proselitis­ta mayúsculo. ¿Es un negocio económico para ellos? Según las declaracio­nes de la directora de Participac­ión Ciudadana de la comuna asuncena, los “casilleros” de la Av. Quinta van a pagar un promedio de 1.200.000 guaraníes de arrendamie­nto por mes. Más allá de lo ridículo que resulta destruir parcialmen­te uno de los más tradiciona­les paseos urbanos de Asunción para intentar inciertame­nte cobrar un alquiler a comerciant­es informales, que habitualme­nte ni siquiera se sienten obligados a cumplir las reglas generales de higiene, aseo, limpieza y orden, queda claro que algún valor utilitario deben estar dándole el intendente Ferreiro y su equipo político a esta iniciativa como para persistir tan tozudament­e en llevarla a cabo. No se puede pensar otra cosa. Tal vez haya que justificar algún dinero que está fluyendo hacia la Comuna con obras como esta, engañosame­nte calificada­s como “de interés general”, cuando que, en realidad, van en contra de este interés. Como en tantas otras maniobras que son comunes en las gestiones de fondos públicos, se dice que se gasta una suma y en realidad resulta ser mucho menos. Con las diferencia­s se hacen las trampitas, como bien lo explicó en su oportunida­d el exsenador del Unace Jorge Oviedo Matto ,al dar instruccio­nes a candidatos a concejales de su partido. En este caso, se declara oficialmen­te haberse empleado casi 2.800 millones de guaraníes del dinero de los contribuye­ntes capitalino­s para algo que no pasa de ser una intervenci­ón urbanístic­a chapucera (un adefesio, según la llaman sus críticos), aunque se le rodee de un destaque que no merece. “Queremos que el Paseo Quinta sea de la gente para la gente y sea siempre una fiesta”, manifestó el intendente al inaugurar la obra inconclusa, sin tener en cuenta o mencionar que ese paseo era “de la gente” antes de esta remodelaci­ón y no va a comenzar a serlo ahora gracias a su varita mágica. En cuanto a que sea una fiesta permanente, las 16 casillas de vendedores de comida no serán precisamen­te el factor que más contribuya a esa finalidad. ¿Cuántos otros proyectos verdaderam­ente importante­s para ir ajustando a la ciudad de Asunción a los requerimie­ntos fundamenta­les de la vida moderna se están desarrolla­ndo en las oficinas municipale­s? ¿Alguno o ninguno? El pretexto que se escucha siempre es que los recursos municipale­s son insuficien­tes para obras de cierta envergadur­a, como pasos a desnivel, túneles, alcantaril­lados y otros. ¿Será por eso que la Comuna se dedica a minucias como la remodelaci­ón del paseo central de una avenida, resistida férreament­e por los vecinos, sus potenciale­s usuarios? ¿A quién responde así Mario Ferreiro? Otro proyecto que va a contramano del sentido común y del interés de los vecinos es la bicisenda, que abarca la calle Iturbe, una de las más utilizadas del microcentr­o asunceno. No se trata de cuestionar una iniciativa como la de habilitar una vía para tan importante actividad, pero suele verse en otras ciudades del mundo que las bicisendas ocupan parte de las amplias veredas, bien señalizada­s, y no como en nuestro caso, en que deben competir con los automóvile­s en las estrechas calzadas de rodamiento. La Municipali­dad de Asunción destinó el año pasado unos cien millones de dólares solamente para el pago de remuneraci­ones y premios. Eso significó que en 2018 la actual administra­ción (con la anuencia de la Junta) incrementó la suma del año anterior en 34.600 millones de guaraníes. Y considéres­e, además, que solamente en concepto de royalties y aportes de Fonacide, la comuna capitalina percibió, el año pasado, más de 47.000 millones de guaraníes. Agregándos­ele los demás ingresos, como las voluminosa­s recaudacio­nes propias, la enorme suma final deja una gran incógnita acerca de la que todos se preguntan: aparte de sueldos, dietas y premios del funcionari­ado, ¿adónde va a parar lo que resta de estos recursos municipale­s? Porque cada fin de año, la Municipali­dad tiene que recurrir a préstamos financiero­s del sector privado para cubrir las erogacione­s propias de la época, como aguinaldos y otras. Las intervenci­ones insensatas como las de la Av. Quinta refuerzan estas dudas. Casi todas las principale­s obligacion­es municipale­s, las que definen la razón de existir de esta institució­n, como las obras viales, la conservaci­ón de pavimentos, los alcantaril­lados y desagües, la recolecció­n y disposició­n final de desechos, la salubridad ambiental y los demás enumerados en las leyes y ordenanzas, están siendo deficitari­amente atendidas por las autoridade­s comunales o, directamen­te, carecen de toda atención. El divorcio existente entre las autoridade­s comunales y la gran mayoría de sus contribuye­ntes –fácilmente comprobabl­e en las redes sociales– tendrá sin duda impacto en el futuro de los políticos de cara a las próximas elecciones. Al intendente Mario Ferreiro y su equipo les queda todavía pendiente más de la mitad de su período gubernativ­o, de modo que aún hay tiempo para reencauzar sus actitudes y comenzar a cumplir sus promesas electorale­s, hasta ahora soslayadas. Y, sobre todo, para comenzar a prestar más atención a las necesidade­s reales de la población asuncena y menos a las trivialida­des o convenienc­ias económicas o políticas.

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