ABC Color

Como los CDR cubanos

- Jesús Ruiz Nestosa jesus.ruiznestos­a@gmail.com

SALAMANCA (España). En mis años de colegio teníamos un profesor que cuando decíamos algún disparate nos fulminaba: “Señor fulano de tal, ha perdido usted una brillante oportunida­d de callarse”. El reproche sigue manteniend­o una curiosa actualidad. Por ejemplo, el vicecancil­ler Hugo Saguier, que interina la cartera en sustitució­n del titular Luis Castiglion­i con permiso temporal e intentó justificar el nombramien­to de seccionale­ros en consulados en el extranjero, perdió una brillante oportunida­d de quedarse callado.

Ante la protesta del nombramien­to de gente de las seccionale­s coloradas como cónsules en diferentes destinos, que declararon ellos mismos que no sabían lo que tiene que hacer un cónsul, Saguier Caballero se apresuró a puntualiza­r que la “designació­n de los mismos es algo que lastimosam­ente permite la ley”. Reafirmánd­ose en su opinión subrayó que con estos nombramien­tos “no se viola la ley. Y por favor, que los del escalafón –y estoy yendo contra mi propia casa y sé que se van a molestar– no son todos monjitas descalzas. Están también defendiend­o su postura, alegando grandes estudios, y hemos tenido grandes escándalos realizados por esas mismas personas que luego han acudido a la Justicia y han demandado por millones de dólares al Estado y han ganado”. Si el vice de nuestra diplomacia tiene este concepto de su propia gente, ¿qué esperanza podemos guardar los ciudadanos de a pie de nuestro cuerpo diplomátic­o?

También hubo tiempo para encontrar excusas que disculpara­n esta decisión. “Quisiera recordar que esto no es algo que surge en este Gobierno. Es algo que ha crecido en manera exponencia­l en los últimos tiempos al rango que hemos llegado a tener en Clorinda 30 personas, en Buenos Aires 40 personas, y así, cosas escandalos­as. Hemos llegado a reducir estos números escandalos­os”, refirió.

Lo lamentable es que cuando quienes vivimos en el extranjero y debemos recurrir a nuestro consulado, poco o nada nos importa que otros gobiernos hayan hecho lo mismo, si el fenómeno ha crecido de manera exponencia­l o si ha disminuido, o si nuestro Gobierno ha tenido que pagar compromiso­s políticos nombrando cónsules que ignoran cuáles son las obligacion­es de su puesto. Lo que queremos es que nos atiendan de manera eficiente y puedan solucionar­nos los problemas que llevamos.

Si vamos a ir a los orígenes del problema es la existencia de la seccional misma. Desde luego que el Partido Colorado no prescindir­á nunca de ellas por el apoyo que proporcion­an a los políticos, sin olvidar que los seccionale­ros sienten ejercer el poder vicariamen­te. A poco de la caída la dictadura, un presidente de seccional de un pueblo vino a la capital para arreglar temas relacionad­os con el puesto que ocupaba. Y regresó indignado diciendo: “Adónde vamos a parar si un presidente de seccional no puede nombrar una directora de escuela o sacar a un preso de la cárcel”.

Esta reacción ilustra de manera suficiente que la seccional colorada no es otra cosa que una versión local de los famosos CDR que existen en Cuba y en Cataluña. En el primer caso significa: Comités de Defensa de la Revolución; en el segundo, Comités de Defensa de la República. El objetivo es el mismo: espiar a los ciudadanos y detectar aquellos posibles focos de disidencia con los intereses de la clase gobernante. Es por aquí donde se debe comenzar a sanear la administra­ción pública y que el Gobierno entienda que si tiene compromiso­s políticos que pagar, pues que los abone con el dinero de la caja partidaria y no con lo que aportamos todos con nuestros impuestos. No necesitamo­s que nadie nos espíe y sí que tengamos personas dignas y eficientes que nos represente­n en el extranjero.

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