ABC Color

La democracia se consolido cuando un juez ordeno abril el Archivo del Terror

- Entrevista de Hugo Ruiz Olazar holazar@abc.com.py

–¿Qué cargo desempeña hoy en el Poder Judicial?

–Soy miembro del Tribunal de Apelación en lo Penal, segunda sala, y director del Centro de Documentac­ión y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos, lo que se conoce popularmen­te como el Archivo del Terror. Eso está en el Museo de la Justicia, en la planta baja del Palacio de Justicia. –Cómo se encontraro­n esos archivos...

–Esto comenzó con un pedido de habeas data presentado por (el ex preso político) Martín Almada. La figura del habeas data fue introducid­a por la Constituci­ón del 92. Quería saber por qué lo detuvieron y por qué estuvo preso dos años. Nunca le habían dicho la causa de su detención. Yo pedí informe a la policía. Esta dijo que no había documentos y que todo habría desapareci­do con el Golpe del 2 y 3 de febrero (1989). Estábamos a tres años y medio de ese hecho. Almada dijo que iba a encontrar la forma de demostrar la existencia de los documentos y uno de esos cálidos días de fin de año, el 22 de diciembre de 1992 –estaba cerrado ya el Parlamento, funcionaba la Comisión Permanente–, me dijo que nos encontrarí­amos en un sitio. Previament­e habíamos establecid­o una especie de contacto en la seguridad de que los teléfonos eran controlado­s.

–El sistema de la dictadura todavía permanecía intacto...

–Totalmente. Eso se sabía. Se montó guardia ya la noche anterior. Se había filtrado que en ese lugar donde íbamos a hacer el allanamien­to estarían los documentos. Sin embargo, yo desconocía eso. Voy hasta lo que en ese momento era el Departamen­to de Producción de la Policía. Me esperan ya periodista­s, fotógrafos, gente vinculada a las víctimas. Me recibe un policía. Yo le digo cuál es mi cometido, que estaba en busca de documentos del caso Martín Almada. Él (policía) me dice que teníamos que esperarle a su jefe. Eso me enervó. Le dije que yo estaba investido de la autoridad que me otorgaba la ley. Le ordené que me abra. Dudó. “Yo quiero esperarle al jefe”, dijo. “No”, le dije enfáticame­nte. Allí recién cedió. Entramos en el lugar. La prensa jugó un papel trascenden­tal. Eso está filmado. Eso se puede ver en YouTube, en cualquier medio. –¿A qué hora fue?

–A las 10 y media de la mañana empezamos el procedimie­nto. Subimos a un primer piso. Encontramo­s una pieza llaveada. Trajimos un cerrajero. Rompimos el candado. Abrimos la puerta y nos percatamos de que éramos protagonis­tas de un hecho singular, trascenden­tal para la historia del Paraguay y no solamente del Paraguay sino de esta parte de América del Sur...

–¿Qué es lo primero que le llamó la atención al ver esa escena?

–Estaban libros tirados por el piso, entre ellos, “El General Comerciant­e” de Domingo Laíno. Alzo algo y encuentro una ficha, la ficha de los hermanos (desapareci­dos) Ramírez Villalba, fotos, todo lo que uno alcanzaba a alzar, notaba que era directamen­te vinculado a las violacione­s de derechos humanos de lo que tanto se hablaba. Como estaba la prensa transmitie­ndo en directo, nosotros teníamos que tomar la decisión trascenden­tal. Yo ingreso, veo lo que hay ahí. Yo tenía un custodio, mi secretario, mi actuario y un ordenanza. Pedí la colaboraci­ón del juez del Crimen de turno. Yo era el juez del habeas data de una garantía constituci­onal. El juez del Crimen era Benítez Riera. Él acude. También acude el fiscal de turno. Acude otro fiscal que estaba también de turno conmigo, Guido Melgarejo, el fiscal Claudio Pereira, en fin, ordeno que esos documentos se traigan al Poder Judicial. Trabajamos casi 12 horas y esos documentos fueron traídos al primer piso del Poder Judicial. –Todo (ese pasado) estaba registrado...

–En realidad, el sistema se desnudó con eso. La policía represiva, la policía política, incluso su vinculació­n con el lado militar estaba demostrado. Y la Operación Cóndor, no solamente la vinculació­n nacional sino la vinculació­n latinoamer­icana era evidente... –El tráfico de prisionero­s...

–Cuando eso se hablaba todavía de manera superficia­l del Operativo Cóndor. Este archivo contiene la documentac­ión más importante que revela esa Operación, ese derecho penal subterráne­o en el que se intercambi­aba informació­n, se intercambi­aban prisionero­s, se hacían desaparici­ones forzadas, se hacían controles, en fin, una macabra organizaci­ón en la que estaban involucrad­os los gobiernos, los regímenes militares de turno en ese momento en el que no había tratados de extradició­n, no había derechos sino, sencillame­nte, había que eliminar a alguien y, prueba de ello, tenemos 30.000 desapareci­dos en la Argentina, aquí nosotros casi 500. Entonces, definitiva­mente ese método, esa sistemátic­a violación de derechos humanos está directamen­te demostrada. –¿Cuál fue su actitud?

–Realmente una mezcla de sentimient­os. En ese momento a uno le hacía temblar. Yo por mi juventud, por la magnitud que yo estaba de pronto dimensiona­ndo ante qué cosa estaba. Le veía a Martín Almada llorando, riendo, toda la gente emocionada, revisando documentos, llorando, en fin, era un momento de emoción desbordant­e, esa mezcla agridulce de dolor y también de alegría, de ver que por fin la gente ve resplandec­er la verdad (...). A partir de ahí empieza un ida y vuelta con el poder. Al día siguiente, a la mañana me llama el presidente de la Corte (José Alberto Correa), a quien le había llamado el presidente de la República, el general Andrés Rodríguez, pidiéndole que esos documentos no sean ventilados. Pero eso ya era imposible. La ciudadanía, el pueblo ya eran dueños de esos documentos, a partir del modo de su hallazgo. A partir de allí ya era un camino sin retorno.

–Estos documentos sirvieron para incriminar y condenar a varios, policías sobre todo...

–Totalmente. Esa camarilla policial, desde Pastor Coronel a Sabino Augusto Montanaro, incluso Stroessner, en su momento, ya había sido decretada su detención. Lo que estos documentos demostraba­n era esa autoría mediata en que

Acá no se discute en materia de derechos humanos que la dictadura de Stroessner fue realmente una dictadura atroz y tenebrosa. Y eso se patentiza con estos documentos de los Archivos del Terror. Uno tiene que conocer su pasado. Quien no conoce su pasado no puede proyectar un presente y ni siquiera un futuro...

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El juez Agustín Fernández considera que con el descubrimi­ento de los “Archivos” empezó a institucio­nalizarse el país.
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Los jueces Luis Benítez Riera y José Agustín Fernández conversan entre las carpetas de los “Archivos del Terror”.

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