La violencia y sus mil caras
Lourdes Peralta
Que los estados latinoamericanos están trabajando para la igualdad de la mujer, según ONU, es de público conocimiento. Estas noticias que hasta hace un tiempo eran alternativas, incluso “curiosidades” o hasta chismes de revista, hoy son conocidas por gran parte de la población de los pueblos, con más y menos profundidad y seriedad. “La Ley 5777/16 de Protección Integral a las Mujeres estipula 15 formas de violencia contra la mujer, que permite que el Estado reconozca su existencia y trabajar en políticas públicas para su prevención, disminución y eliminación. Estas formas de violencia no cuentan con sanción penal expresa dentro de la ley, salvo el feminicidio” (ABC color, 13 de enero 2019). Pueden ver un resumen de estas violencias contra la mujer en el artículo de nuestro diario o buscar información fácilmente en internet.
Sin embargo, si se busca erradicar la violencia contra la mujer, lo lógico es que paralelamente se trabaje también la violencia que existe, entre ellas mismas (maltrato, marginalización, violencia física) mucho con niños, empezando por el más grave e ideológicamente polémico, el aborto. No puede haber paz de un solo lado, la paz debe ser integral, completa y multidireccional.
Hay una pregunta simple y llana, que todavía se discute a nivel de ronda de tereré, en discusiones informales y no en políticas de Estado: ¿Qué violencia sufren los hombres? No dudemos de que tarde o temprano, les guste o no a ONU Mujer y demás partícipes locales y globales, llegará también la necesidad de enfocar ambos lados. Haciendo una encuesta rasa, rescato algunas frases: “La infidelidad de tu mujer cuando vos te rompés trabajando por ella, por tus hijos, esa es la peor violencia que hay para un hombre”, “no poder conseguir trabajo”, “enfermarte y que por ser hombre te traten de inútil”, “que tu ex no deje que tus hijos te vean, conozcan y amen a sus tíos/as y abuelos paternos”, “que por los crímenes que hacen algunos nos castiguen a todos”, “cuando nos divorciamos, mi mujer se llevó hasta el último alfiler”, son algunas de las muchas respuestas que recogí de hombres tristes, frustrados, enojados, desesperanzados. Ante esto cabe preguntarnos, ¿qué institución, qué enfoques de pareja, de familia es la encargada de trabajar también por ellos (con base y conocimiento real e imparcial)? Hay que hacerlo, fundamentalmente por los niños.
No solo mujeres no feministas objetan políticas leoninas. La filósofa argentina Roxana Kreimer se denomina feminista científica y cuestiona el feminismo hegemónico, niega el patriarcado y lo considera un mito: “ya no vivimos en esa época”. Además critica la ley de feminicidio: “Quiebra un principio constitucional básico que es la igualdad ante la ley. Es decir, si en las mismas circunstancias un varón mata a una mujer tiene pena agravada respecto a la pena que recibe una mujer por el mismo delito”. Son las voces de mujeres preparadas que se animan y hablan contra la aplanadora global, y es seguro que surgirán más para así retomar el camino que hay que hacer juntos, hombre y mujer; recuperar el amor no es fácil, hemos perdido muchos valores sustanciales. Trabajemos el respeto y el reconocimiento de que estamos destinados al encuentro y no a la separación.