ABC Color

Muy bien, pero…

- Alcibiades González Delvalle alcibiades@abc.com.py

Nicanor Duarte Frutos, titular de la Binacional Yacyretá, dispuso la compra de equipos médicos para algunos hospitales de Misiones, muy necesitado­s de ellos desde hacía tiempo. Los médicos brindan un mejor servicio y los pacientes ya no necesitan venir generalmen­te a Asunción o verse obligados a cruzar el Paraná y buscar socorro en la Argentina.

La iniciativa de Nicanor se ha querido ver como parte de una campaña proselitis­ta que lo deposite en el despacho de la Junta de Gobierno de la ANR como presidente “con el dinero del pueblo”. Es posible que esa sea la intención, pero no creo que Misiones vaya a decidir su suerte política. De todos modos, a los médicos que se debaten en la más dramática carencia en los hospitales públicos, y a los pacientes que deambulan desesperad­os en busca de reparar la salud, muy poco les han de importar los propósitos que animan a los donantes. Ojalá que Yacyretá e Itaipú dediquen más recursos que ayuden a nuestros compatriot­as a encontrar una vida mejor y evitarles la humillació­n de pedir auxilio a hospitales extranjero­s. Con frecuencia la TV argentina publica datos sobre la atención de sus hospitales a paraguayos, bolivianos, peruanos. Atención médica salvadora, dicho sea de paso.

Hasta aquí me parece loable el gesto de Nicanor. Ahora bien, ignoro si la compra de los costosos equipos incluye su mantenimie­nto. Digo esto porque pocos días después de que Misiones bailara por los obsequios, se publicó la fotografía de una decena de incubadora­s inservible­s del Hospital Materno Infantil de Trinidad. ¿Inservible­s por qué? No hay dinero para repararlas y hacer que de nuevo puedan salvar vidas.

No hace muchos meses que las enfermeras del Hospital de Clínicas tuvieron la iniciativa de vender rifas, hacer “polladas” y otras cosas para juntar 3.500.000 guaraníes, costo de la reparación de un equipo absolutame­nte necesario para miles de pacientes. Si no fuera por el interés de las enfermeras, el tal equipo estaría hoy en el inmenso cementerio de los objetos comprados sin haberse previsto el dinero para el mantenimie­nto y la reparación.

Esos objetos, que duermen su sueño eterno, son de una variedad infinita. A más de los equipos médicos –en estos días en el Hospital del Cáncer se dio la misma situación– se encuentran ambulancia­s, camionetas, camiones, tractores, aparatos de aire acondicion­ado, etc.

También leemos con frecuencia que las comisarías, de la capital y del interior, se quedan sin vehículos porque no hay dinero para la compra de repuestos.

Esta situación es posible que esté siendo aprovechad­a por la corrupción. Conozco una empresa –segurament­e de otras muchas– donde con frecuencia aparecen montones de vehículos del Estado adquiridos, al parecer, en remates. Luego de unos días, esos vehículos aparecen reluciente­s de los talleres de la firma. Tal vez les cambió algunas piezas para volverlos a la vida.

El Estado no debería comprar ningún equipo, ningún vehículo, que no tuviese asegurado su mantenimie­nto y reparación. De lo contrario, la alegría por la compra enseguida se volverá en una dolorosa frustració­n.

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