ABC Color

Sinvergüen­zas

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La informació­n sobre la friolera suma cobrada en la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) por Carlos “Poroto” Harms –hermano del diputado colorado Walter Harms (todavía de HC)– que se viralizó en las redes tras conocerse su despido como “trabajador” en el ente, cuando menos provoca una inexplicab­le mezcla de vergüenza ajena, indignació­n e impotencia.

Realmente, hay que ser sinvergüen­za para cobrar un dinero por hacer nada, por ocupar un “puesto de trabajo” por el solo hecho de tener un hermano metido en la política con la influencia suficiente para “conseguirl­e” un cargo.

La vergüenza sube de tono al leer que luego de ser despedido por reiteradas ausencias injustific­adas –según argumentó la propia EBY– el individuo tuvo la suficiente caradurez de demandar y exigir un pago de G. 162.684.924, más intereses y costas de indemnizac­ión por despido.

La vergüenza ajena da paso a la indignació­n cuando la crónica periodísti­ca da cuenta de que entre enero de 2014 y enero de 2015, el “trabajador” despedido recibió más de 1.000 millones de guaraníes como resarcimie­nto. Ocupaba entonces el cargo de director de la EBY el exintenden­te de Encarnació­n y actual gobernador de Itapúa, Juan Schmalko, “amigo del alma” del diputado Harms.

La guinda de la torta constituye la “reincorpor­ación” de “Poroto” ya el 29 de enero de 2014 con un sueldo de un ¡millón de guaraníes por día! por hacer nada. Lo que una enfermera cobra en casi un mes de trabajo, un haragán consuetudi­nario se lleva en un día.

El mismo ente que “excluyó” al Hospital Pediátrico Municipal (HPM) de sus planes sociales –lo admitió su actual director, Nicanor Duarte– y dejó de transferir al hospital unos G. 1.176.000.500 comprometi­dos en un acuerdo (“Acta Complement­aria” número 45, de fecha 10 de abril de 2012).

Finalmente, cualquier ciudadano de bien no puede sino sentir impotencia al ver su país en manos de piratas que utilizan el noble arte de la política no para servir al pueblo, sino para sodomizarl­o. Es un “uso y abuso” reiterado que terminará cuando el paraguayo “común” tome conciencia de que en sus manos está el poder de tirar a la cuneta a sinvergüen­zas de esta laya. jaroa@abc.com.py

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