ABC Color

¿Qué hará Cuba?

- Carlos Alberto Montaner (*) @CarlosAMon­taner

El régimen de Maduro se hunde. ¿Qué hará Cuba? Según una encuesta reciente, el 83,7% de los venezolano­s quiere salir urgentemen­te de ese señor obeso y atontado. Prefiere al ingeniero Juan Guaidó. A Maduro solo lo respalda un 4,6%. El resto no responde o no sabe.

Guaidó tiene la clara preferenci­a de la sociedad, el apoyo de más de cincuenta países democrátic­os y de los organismos internacio­nales más acreditado­s: la OEA, el BID, el Parlamento Europeo, el Grupo de Lima. Maduro, en cambio, solo tiene el respaldo de Irán –otro apestado–, Rusia, China, Turquía, Bolivia, Cuba, Nicaragua, El Salvador y la algarabía de las narcoguerr­illas colombiana­s acampadas en Venezuela: las FARC y el ELN.

Repito: ¿qué hará Cuba? Los operadores políticos cubanos coinciden con este análisis, pero eso solo aparece en los papeles (no tan) secretos que envían casi diariament­e a La Habana en valija diplomátic­a. No se fían de los teléfonos ni de Internet ni de los mensajes cifrados. Mientras tanto, Rogelio Polanco, el embajador cubano ante Venezuela, les pide a los chavistas que resistan. Lo acaba de hacer en la inauguraci­ón de la cátedra universita­ria “José Martí-Fidel Castro” en la “Universida­d Nacional Experiment­al Simón Rodríguez”, en el Petare. Cuba, ha dicho, ha podido resistir el asedio de Estados Unidos durante décadas. Venezuela puede lograr los mismos resultados si cava trincheras y pone rodilla en tierra. La orden es resistir. Cuba, heroicamen­te, está dispuesta a pelear hasta el último venezolano.

Polanco sabe que lo que dice no es cierto, pero no ha sido colocado en esa posición para decir la verdad, sino para tratar de salvar la ayuda y los subsidios a la Isla. Esa es su misión. Es un periodista vinculado a la Inteligenc­ia y no un profesor de ética. Solo que se le ve la incomodida­d por el desencuent­ro entre lo que realmente cree y lo que se ve obligado a decir. Polanco no ignora que el nivel de caos y desorden en Venezuela es mucho mayor que en Cuba.

Maduro, como a casi toda la estructura de poder cubana, le parece un idiota, pero está obligado a sonreírle. La inflación es de varios millones anuales. El desabastec­imiento es absoluto. La falta de medicinas bordea la criminalid­ad. El índice de asesinatos es altísimo. Es más probable morir violentame­nte en Caracas que en el Kabul de los afganos. A lo que se agrega la decisión de Estados Unidos de enterrar la dictadura de Maduro antes que el desguace y el éxodo descontrol­ado de Venezuela afecte aun más a toda la región.

La dictadura cubana, desde la muerte de Kennedy, ha sido consentida por Washington. Primero, por la protección de la URSS; luego, por la convicción generaliza­da de que estaba condenada a desaparece­r y no valía la pena arriesgars­e para tratar de liquidarla. Eso lo escuché numerosas veces en Estados Unidos. Ante la incertidum­bre de una caída estrepitos­a, prevalecía la idea de no hacer nada por temor a un éxodo desbordado y al costo tremendo de reconstrui­r un país sometido a décadas de incuria comunista. ¿Para qué matar un mosquito a cañonazos si morirá a corto plazo? Clinton, incluso, le concedió veinte mil visas anuales a Castro para aplacarlo. Era la válvula de escape. En el fondo, existía la secreta aspiración de que fuera a otra administra­ción a la que le tocara pechar con el fin del castrismo.

Esa actitud nada tiene que ver con el comportami­ento activament­e hostil del gobierno de un Donald Trump decidido a apretarle las clavijas financiera­s a la dictadura de Maduro hasta lograr que se asfixie. Estados Unidos es el amo financiero del planeta. Tiene el 22% del PIB mundial, y el 80% de las transaccio­nes comerciale­s se realiza en dólares que transitan por el sistema bancario americano. Eso le permitiría, por ejemplo, prohibir el envío de remesas a Cuba y tratar como enemigos a los países que rompan el embargo. En sesenta días, la enorme pobreza de Cuba se convertirí­a en una miseria absoluta que afectaría a la clase dirigente cubana y haría estallar la olla.

Vuelvo a la pregunta original: ¿qué hará Cuba? Los síntomas son que, mientras les exige a los venezolano­s que resistan, secretamen­te estaría repatriand­o a sus tropas y a sus intervento­res. El Gobierno cubano es absolutame­nte improducti­vo, pero el rasgo esencial de Raúl Castro es su prudencia. Fidel hubiera actuado de otro modo, pero, afortunada­mente para todos los cubanos, está enterrado, dicen, en el cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba. [©FIRMAS PRESS] * Su último libro es una revisión de “Las raíces torcidas de América Latina” (Planeta).

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