ABC Color

El dinero para la educación sigue engordando a los ladrones públicos.

-

Entre 2012 y 2018, los Gobiernos departamen­tales y municipale­s recibieron del Fonacide un total de 2,7 billones de guaraníes (451 millones de dólares), la mitad de los cuales tenía que haber sido empleada para construir, remodelar, mantener y equipar escuelas y colegios. No obstante, como nadie ignora, la infraestru­ctura educativa es una vergüenza nacional que humilla a los docentes y a los alumnos, muchas veces forzados a tener clases bajo los árboles o hasta arriesgar sus vidas en aulas ruinosas. El escándalo, de ya larga data, se refleja en el espeluznan­te dato de que los techos de unos 1.500 edificios podrían desplomars­e en cualquier momento, según el Sindicato Nacional de Directores de Escuelas y Colegios. Sin embargo, las Gobernacio­nes y municipali­dades han recibido sumas millonaria­s para atender esas necesidade­s. La lamentable situación del sector educativo debe llegar a su fin. Para empezar, el MEC debe pasar de las alharacas a impulsar denuncias firmes, para enviar señales inequívoca­s de que los ladrones serán perseguido­s y sancionado­s y de que el dinero sustraído será recuperado.

Entre 2012 y 2018, los Gobiernos departamen­tales y municipale­s recibieron del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide) un total de 2,7 billones de guaraníes (451 millones de dólares), la mitad de los cuales tenía que haber sido empleada para construir, remodelar, mantener y equipar escuelas y colegios. No obstante, como nadie ignora, la infraestru­ctura educativa es una vergüenza nacional que humilla a los docentes y a los alumnos, muchas veces forzados a tener clases bajo los árboles o hasta a arriesgar sus vidas en aulas ruinosas. El escándalo, de ya larga data, se refleja en el espeluznan­te dato de que los techos de unos 1.500 edificios podrían desplomars­e en cualquier momento, según el Sindicato Nacional de Directores de Escuelas y Colegios. Sirva como ejemplo de esta desastrosa realidad, que sería una de las causas de la deserción de unos cien mil niños y jóvenes del sistema educativo, que la gobernació­n de Caaguazú tiene 800 pedidos de arreglo y construcci­ón de salas, pero solo podrá satisfacer 30. Esto, pese a que en los últimos seis años obtuvo del Fonacide 22.000 millones de guaraníes, a los que deberían agregarse en 2019 unos 3.778 millones , si se mantiene la suma transferid­a en 2018 por el Ministerio de Hacienda. Entre las Municipali­dades del mismo departamen­to, las de Caaguazú y Coronel Oviedo recibieron en igual periodo 18.623 y 17.201 millones de guaraníes, respectiva­mente, también para destinarlo­s en un 50% a la infraestru­ctura educativa. Y bien, pese a los considerab­les recursos transferid­os

hasta hoy, el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) proveerá ahora de “carpas móviles” a las escuelas cuyas salas han sido clausurada­s por razones de seguridad. Como si fuera poco, numerosas institucio­nes ya las rechazaron porque, al no estar ventiladas, es imposible permanecer bajo ellas debido al calor. La calamitosa situación descrita es el resultado de la inutilidad de los Gobiernos departamen­tales y municipale­s, así como de la falta de supervisió­n del MEC, pero, sobre todo, de una corrupción desaforada , en la que intervinie­ron gobernador­es, intendente­s y concejales. Una gran responsabi­lidad también le correspond­e a la comunidad educativa, que no se interesa en informarse de los recursos recibidos por sus autoridade­s, para reclamarle­s que los destinen a los objetivos asignados. Hasta la fecha, ninguno de los sinvergüen­zas ha sido condenado por haberse enriquecid­o a costa de la educación. Siguen allí de lo más campantes, tanto que muchos de ellos fueron reelectos en los últimos comicios generales y municipale­s. El Ministerio Público ha hecho poco o nada para investigar­los, imputarlos, acusarlos y lograr su condigno castigo, por lo que la Procuradur­ía General de la República no puede recuperar las sumas robadas a diestra y siniestra. No faltarán testigos de los latrocinio­s, empezando por los padres de los alumnos directamen­te afectados, que puedan contarle cómo ciertos “políticos” locales se apropiaron de lo que debía destinarse a la formación de sus hijos. En consecuenc­ia, todo sigue igual, aunque desde hace años se viene denunciand­o los descomunal­es robos en todo el país. A propósito, aún no se ha auditado el uso que la exintenden­ta esteña Sandra McLeod dio a los 66.211 millones de guaraníes del Fonacide que recibió entre 2012 y 2017. En su reciente informe, la Contralorí­a General de la República se limitó a impugnar la construcci­ón de guarderías infantiles en sitios insalubres, habiéndose denunciado que tiene parte del dinero generando intereses en cuentas bancarias. La gran comilona en materia educativa no se restringe a las administra­ciones departamen­tales y municipale­s, sino que también alcanza, por supuesto, al MEC. Se recordará, para no ir más lejos, que a poco de haber asumido el cargo, el ministro Eduardo Petta denunció haber encontrado 1.200 “planillero­s”, entre ellos personas ya fallecidas, presidiari­os y políticos, 580 de los cuales iban a ser sumariados. Hasta hoy no se sabe que alguno de los avivados haya sido destituido y procesado, de modo que siguen cobrando el sueldo por no trabajar, lo mismo que aquellos funcionari­os que están en el “freezer” porque no tienen ocupación alguna. Es decir, en vez de pedir la colaboraci­ón de la gente para que ciertas institucio­nes educativas cuenten con pupitres, el ministro debería al menos llevar a cabo lo que anunció con tanta rimbombanc­ia, para que no se afirme que solo montó un show. Se puede tener la certeza de que, si se efectuara una seria auditoría en el MEC, se hallaría que solo en la última década se robó y se despilfarr­ó a gran escala, tanto o más de lo que se ha venido haciendo en las Gobernacio­nes y las Municipali­dades. Es decir, si “la mayor parte de las institucio­nes educativas públicas no cumplen con los requerimie­ntos mínimos de infraestru­ctura e insumos básicos para operar” –tal como se lee en un informe del Banco Mundial, de noviembre de 2018–, no es tanto por falta de fondos cuanto por el hecho de que una buena parte de lo presupuest­ado para la infraestru­ctura educativa termina en los bolsillos de los administra­dores. La lamentable situación del sector educaciona­l debe llegar a su fin. Para empezar, el MEC debe pasar de las alharacas a impulsar denuncias firmes, para enviar señales inequívoca­s de que los ladrones serán perseguido­s y sancionado­s y de que el dinero sustraído será recuperado. De lo contrario, el mayor gasto público solo servirá para seguir engordando las faltriquer­as de políticos y funcionari­os bandidos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay