ABC Color

Otra oportunida­d perdida

- Guillermo Domaniczky guille@abc.com.py

Sistemátic­amente, venimos sosteniend­o que, entre tantos temas de interés público que generan movilizaci­ones, la madre de las batallas ciudadanas debe ser la renovación de la Corte Suprema de Justicia.

El empecinami­ento no es producto de alguna ocurrencia antojadiza o animadvers­ión particular. Tiene que ver con un simple ejercicio de deducción de la realidad.

Solo basta buscar las razones de cada irregulari­dad, anormalida­d institucio­nal o injusticia, para encontrarn­os siempre con la misma causa de fondo, la impunidad, o falta de castigo.

Y es conforme a nuestra división de poderes, que esa impunidad se engendra en el sistema de justicia de nuestro país, con la Corte Suprema como cabeza y los ministros como principale­s responsabl­es de su administra­ción.

Es en la Corte también donde esta semana hemos visto perdida una nueva oportunida­d para que la máxima instancia sirva como orientador­a de la sociedad.

El lunes pasado, los ministros Gladys Bareiro, Antonio Fretes y Miryam Peña, quienes integran la Sala Constituci­onal, resolviero­n rechazar in limine la acción de inconstitu­cionalidad que planteó un hombre que busca atajar un proceso de reproducci­ón asistida del que participó cuando aún estaba en pareja con una mujer de la que luego se separó, quien ahora pretende continuar con la fecundació­n.

Los tres ministros de la Corte rechazaron la acción argumentan­do que no existen indicios de arbitrarie­dad en el proceso judicial, y que en el caso no existe aún un juzgamient­o, por lo que no se puede admitir la acción.

Es decir, los ministros rechazaron el recurso por razones procesales formales, evitando cumplir un rol orientador sobre el tema en controvers­ia.

De hecho se hace cada vez más frecuente que los ministros de Corte dejen de resolver temas conflictiv­os política y socialment­e, evitando fijar posición sobre planteamie­ntos de fondo.

Solo basta recordar la masiva inhibición de los ministros en el polémico juzgamient­o sobre la masacre de Curuguaty.

Sobre este último caso de la fecundació­n asistida, el exministro de la Corte José Altamirano también coincide en que la Corte vuelve a desaprovec­har la posibilida­d de cumplir un rol orientador.

Altamirano, el único ministro que dejó el cargo a los 5 años de haber sido nombrado y sin plantear un recurso para quedarse hasta los 75 años como lo hicieron sus pares, cree que la Corte perdió la oportunida­d de dar a la sociedad una orientació­n jurídica, biodeontol­ógica, racional y científica.

Para ello, el exministro de Corte cree que la máxima instancia pudo apelar perfectame­nte a la figura del amicus curiae, figura surgida en el antiguo derecho romano, que permite ofrecer una opinión legal sobre un tema muy polémico o controvert­ido, sobre todo en casos en los que están en juego los derechos humanos fundamenta­les, como en este caso en el que se discute sobre el derecho a la vida.

Los ministros integrante­s de la Sala Constituci­onal dejaron pasar entonces otra posibilida­d de convertirs­e en referencia­s del sistema de justicia para discusione­s jurídicas futuras y similares.

La razón de ser de un magistrado está en su capacidad de juzgar; ello requiere valentía para tomar decisiones, ya que siempre existirán dos partes enfrentada­s, y honestidad intelectua­l, para responder exclusivam­ente a lo que su conciencia dicte como correcto.

Hacia allí debemos ir, recordando que en pocos meses otros dos ministros deben ser designados.

Necesitamo­s una Corte con ministros valientes y honestos intelectua­lmente.

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