ABC Color

Parece que hay “gato encerrado” en Senabico.

-

Al negarse a entregar a la prensa el contrato de alquiler de la mansión del presunto narcotrafi­cante Javier Cabaña (“Cucho”), la ministra de la Senabico viola abiertamen­te la Ley 5876/17, que crea esa institució­n, así como la 5282/14 que regula el libre acceso a la informació­n pública y transparen­cia gubernamen­tal, incurriend­o así en una actitud ilícita por partida doble que la inhabilita para seguir al frente de dicho organismo. Es imposible que la ministra desconozca tales disposicio­nes, por lo que cabe suponer que algo hediondo se está cocinando en la olla de esa institució­n que maneja lucrativos bienes decomisado­s que, bajo el manto de la oscuridad con que se desenvuelv­e, pueden generar cuantiosos ingresos ilegales a quienes interviene­n en las negociacio­nes y sus padrinos políticos. Así como están las cosas, solo se puede pensar que hay “gato encerrado” y que si salen a la luz el nombre del contratist­a y las condicione­s estipulada­s en esta operación, se desatará un escándalo. Estos episodios no favorecen en absoluto al Gobierno de Mario Abdo Benítez.

Al negarse a entregar a la prensa el contrato de alquiler de la mansión del presunto narcotrafi­cante Javier Cabaña (“Cucho”), la ministra Karina Gómez viola abiertamen­te la Ley 5876/17, que creó la Secretaría Nacional de Administra­ción de Bienes Incautados y Comisados (Senabico), así como la N° 5282/14 que regula el libre acceso ciudadano a la informació­n pública y transparen­cia gubernamen­tal. Se ha limitado a informar que la lujosa residencia fue alquilada por 7.500.000 guaraníes mensuales a una persona cuyo nombre por alguna oscura razón no quiso revelar, incurriend­o en una actitud ilícita por partida doble, que la inhabilita para seguir al frente de dicho organismo. Ignora de entrada el art. 1° de la Ley 5876/17, según el cual los procedimie­ntos relativos a los bienes incautados o comisados se rigen por “los principios de eficiencia y TRANSPAREN­CIA de la función pública”. A la ministra se le ocurrió regirse por el de la opacidad, sin considerar “los principios administra­tivos de libre competenci­a, TRANSPAREN­CIA Y PUBLICIDAD”, como le ordena el art. 21 de la misma normativa (las mayúsculas son nuestras). La citada funcionari­a alega que el contrato suscrito se rige por el Código Civil, como si se tratara de uno celebrado exclusivam­ente entre particular­es. Dado que obviamente no es así, el art. 22 de la referida ley dispone que la Contralorí­a General de la República puede examinar el fondo especial creado para contratar bienes y servicios destinados al mantenimie­nto y preservaci­ón de los bienes incautados y en comiso. Es cierto que el depositari­o debe cumplir con las responsabi­lidades y los deberes fijados en el Código Civil y que los recursos y títulos valores depositado­s en cuentas habilitada­s tendrán un privilegio especial ante cualquier crédito determinad­o en dicho cuerpo legal, pero nada de esto tiene que ver con la cuestión de la transparen­cia y la publicidad. La propia Ley de la Función Pública remite al Código del Trabajo y al Código Civil en lo que hace al personal auxiliar y a la contrataci­ón temporaria, respectiva­mente, sin que ello suponga que no se pueda pedir una informació­n pública sobre los choferes o los censistas que estén prestando servicios. Es imposible que la titular de la Senabico desconozca cuanto antecede, por lo que cabe suponer que algo hediondo se está cocinando en la olla de esa institució­n que maneja lucrativos bienes decomisado­s que, bajo el manto de la oscuridad con que se desenvuelv­e, pueden generar cuantiosos ingresos ilegales a quienes interviene­n en las negociacio­nes y sus padrinos políticos. Aunque alguna entidad estatal se ciña en ciertos casos al Derecho Privado, sigue estando sometida al Derecho Ley Público. N° 5282/14, Forma que parte solo del admite mismo la la negativa ya mencionada a brindar “reservada” una informació­n por haber sido pública “calificada en caso o determinad­a de que sea como tal en forma expresa por la ley”, como dice el art. 22. Y bien, ninguna norma de la ley de creación de la Senabico dispone, como es lógico, que un simple contrato de locación celebrado por ella sea una informació­n pública reservada. La ministra Gómez desconoce, por sí y ante sí, el derecho de la ciudadanía a tener acceso a las cláusulas del documento suscrito. Como si fuera un secreto de Estado, ni siquiera le permite saber con quién se comprometi­ó el Estado, como si la cuestión no le incumbiera y fuese irrelevant­e que el mismo sea un testaferro o un cercano pariente suyo, por ejemplo. La manifiesta arbitrarie­dad induce a sospechar que hay algo que se quiere ocultar a toda costa. La amarga experienci­a adquirida en liquidacio­nes o quiebras bancarias enseña que los administra­dores podrían quedarse con gran parte de los bienes incautados y comisados. La ilegal falta de transparen­cia demostrada puede servir muy bien para que unos avivados se apropien de lo ajeno. En octubre de 2018, la estancia “4 Filhos”, que perteneció al narcotrafi­cante Jarvis Chimenes Pavão y está valuada en seis millones de dólares, pasó a manos del Estado, habiéndose anunciado que será llevada a remate. Es de esperar que las instalacio­nes sigan intactas y que el ganado vacuno haya aumentado, porque hay sospechas de que los reproducto­res bovinos han estado muy “perezosos” desde que la hacienda pasó a manos del Gobierno. Esta clase de dudas van a continuar en aumento si es que la señora Karina Gómez quiere manejar los números en secreto. Es cierto que la administra­ción de los activos incautados y comisados está sujeta al control de las entidades fiscalizad­oras estatales, pero también es necesario que la ciudadanía pueda coadyuvar al respecto, para lo cual debe disponer de la informació­n pertinente, de la que no puede ser privada por la simple voluntad de una ministra, cuya conducta implica una grosera afrenta a sus compatriot­as. Así como están las cosas, solo se puede pensar que hay “gato encerrado” y que si salen a la luz el nombre del contratist­a y las condicione­s estipulada­s en cuanto a la mansión de “Cucho” Cabaña, se desatará un escándalo. Estos episodios no favorecen en absoluto al Gobierno de Mario Abdo Benítez, sino todo lo contrario, pues cabe pensar así que el rumbo de la corrupción y la impunidad siguen tan campantes en las diversas institucio­nes del Estado.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay