La corrupción y el clientelismo hunden esperanzas de jóvenes
PUERTO PRÍNCIPE, Haití (AFP). Ya sea en las redes sociales, a través de campañas contra la rampante corrupción y el aumento de las desigualdades, o en las manifestaciones callejeras de las que son los principales protagonistas, los jóvenes haitianos de todas las categorías sociales expresan una misma frustración por su falta de perspectivas en un país que se hunde.
El presidente Jovenel Moise, cuya renuncia solicita gran parte de la población con protestas callejeras, “ha lanzado programas de limpieza y dijo que con ellos crearía unos 50.000 empleos. Así que a los jóvenes que egresan de la universidad, ¿solo puede ofrecerles escobas?”, pregunta Marco Beauséjour, de 27 años.
“Nuestros padres se sacrificaron para pagar nuestros estudios y la opción que se nos da es barrer las calles. El presidente nos falta el respeto”, dice el joven, quien intenta, sin mucho éxito, ganarse la vida como conductor de una mototaxi.
Con su diploma de contador, Marco se siente, a pesar de todo, un privilegiado por haber podido estudiar.
“Formar parte del sector de los negocios es difícil, porque es cerrado y corrupto: no puedes obtener un crédito para crear una empresa y las ofertas de trabajo exigen años de experiencia que evidentemente los jóvenes no tenemos”, lamenta Pascale Solages (31 años).
Clientelismo
En un país en el que el sector privado está en manos de unas pocas familias, el Estado constituye el primer empleador, pero la administración está muy lejos de ser representativa de la pirámide de edades. Más de 80% de las personas contratadas por el Estado superan los 35 años.
La extrema debilidad del sistema de previsión social frena la renovación del cuerpo de funcionarios, en detrimento de los jóvenes, pero es sobretodo el clientelismo que gangrena la dirigencia política el que bloquea el proceso de reclutamiento en las instituciones públicas.
“La corrupción hace que la administración esté repleta de personas su familia, gente sin experiencia ni habilidades”,