No más manoseo a nuestro fútbol
Sergio Peña
Acabamos de asistir a otra monumental fantochada dirigencial que daña en gran medida al fútbol paraguayo. La novela de humor negro protagonizada por el presidente de la Asociación Paraguaya de Fútbol, Robert Harrison, con el co protagonismo del técnico colombiano, Juan Carlos Osorio, tuvo un final anunciado: La remoción del inestable entrenador que “interinó” el cargo al frente de la selección nacional, por un tiempo demasiado prolongado para el escaso compromiso que en todo momento demostró con la causa albirroja.
Nuestra selección no merecía un nuevo manoseo de tamaña magnitud. Ni la afición, ni el fútbol paraguayo en general, merecían una tomadura de pelo semejante, con la supuesta contratación de un técnico mundialista, reconocido internacionalmente, que en la realidad nunca pasó de ser una gran cortina de humo creada por la administración Harrison.
El comportamiento de Osorio, como cabeza de un operativo que debe apuntar a devolverle a la selección paraguaya un prestigio hace tiempo desteñido, nunca estuvo acorde con la importancia que tienen para nosotros los objetivos de participar con altura primeramente en la Copa América de Brasil y después en las Eliminatorias mundialistas para Qatar 2022, cita ecuménica en la cual todo nuestro país tiene la ilusión de volver a estar presente.
Pero lo de Osorio ya es historia, que era lo más lógico y lo mejor que podía haber sucedido, ya que nunca tuvimos la certeza de si estaba con nosotros o no. Tendremos que digerir por ejemplo ser el hazmerreír de la prensa internacional especializada, principalmente la colombiana, por todas las barrabasadas que “adornaron” esto que el presidente de la APF llamó “proceso” y que terminó, al decir del mismo, en una reunión donde, dijo, “estuvimos conversando con el profesor Osorio y tomamos la decisión en conjunto de rescindir el contrato que lo une a la Asociación Paraguaya de Fútbol”. Colorín, colorado.
Lo dicho por Harrison no muestra precisamente que haya habido una firmeza en el trato entre la matriz de nuestro fútbol y el técnico contratado. Habló de “contrato”, el cual nunca se dio a conocer, como tampoco aquella “misteriosa” cláusula que le permitiría al entrenador dejar de lado su compromiso con Paraguay, especialmente si era llamado a dirigir la selección de su país, cargo para el cual mucho se ofreció pero no resultó ser el elegido.
Esa desprolijidad dirigencial, que perdura a través del tiempo en nuestro medio, es el punto más preocupante de todo esto. Porque Osorio se fue, pero nosotros seguimos teniendo la misma línea dirigencial que es responsable de este mamotreto y de otros, como ser el resonante fracaso reciente de la selección Sub 20 en el Sudamericano clasificatorio para un mundial de la categoría, de los cuales también hace tiempo estamos ausentes.
Como de costumbre, no hubo ni habrá un mea culpa, ni un reconocimiento del error cometido al mentirle de esa forma a la afición de todo el país, por parte del principal responsable de todo cuanto ocurre en torno a la selección nacional y a la organización de nuestro fútbol, que a todas luces adolece de falta de profesionalismo y ejecutividad.
Concluido este episodio funesto para el fútbol nacional, queda esperar cual será el próximo capítulo que nos tiene preparada esta dirigencia. No debe sorprender, por ejemplo, que se les ocurra, para seguir tapando de alguna forma su incapacidad, volver a darle todo el comando al “patrón”, Horacio Cartes, cuya influencia en los manejos del fútbol nunca ha dejado de estar presente.
¿Por qué tanto Harrison como Osorio sostenían que el proyecto seguiría, hasta horas antes de anunciarse la salida del técnico? ¿La orden de sacarlo provino de afuera? ¿Es cierto que Osorio nunca cobró nada en la APF, como se afirmó desde Colombia? ¿Era otro el que le pagaba entonces o debía pagarle? ¿Hay un poder detrás de la dirigencia de nuestro fútbol que hace y deshace? Preguntas cuyas respuestas parecen un secreto a voces.
Estamos convencidos de que los problemas que aquejan al fútbol paraguayo, no se resolverán a “billeterazo”, ni con mecenas ni mandamases. Como muestras tenemos lo actuado “outsider” en la venida sin pena ni gloria a la selección del técnico, Ramón Díaz, así como la misma gestión gubernamental que le cupo recientemente al que no pocos dirigentes ya han mencionado como la “tabla salvadora”.