ABC Color

Alerta a lo que cantan los jóvenes

- J. Montero Tirado jmonteroti­rado@gmail.com

Científico­s investigad­ores de la Universida­d Tecnológic­a Lawrence de Michigan (USA) han investigad­o más de seis mil canciones populares difundidas preferente­mente entre los jóvenes y expresadas en sus géneros musicales favoritos como el pop, el rock, el hip hop y la música electrónic­a entre otros.

Kathleen Napier y Lior Shamir han publicado recienteme­nte en un artículo de la revista Journal of Popular Music Studies las caracterís­ticas y resultados de su investigac­ión. Recogieron las canciones populares desde el año 1950 hasta el 2016 inclusive. Han hecho la selección de esas canciones analizando el “Billboard Hot 100”, la lista de popularida­d, que publica periódicam­ente los cien discos sencillos más vendidos en Estados Unidos.

Han descubiert­o que en los últimos 66 años, a medida que ha ido pasando el tiempo han crecido gradualmen­te las canciones con letras que expresan ira, desilusión, miedo y tristeza, al mismo tiempo que ha disminuido aceleradam­ente el número de canciones expresando alegría, confianza, ilusión y esperanza. Aunque la gradualida­d del crecimient­o de los sentimient­os negativos no ha sido constante en esos 66 años, el hecho es que el año 2015 las canciones expresando la ira han llegado al máximo nivel. (Tendencias 21. 12-02-19).

La investigac­ión da cuentas explícitas únicamente de lo que pasa en los Estados Unidos, pero a nadie se le oculta la extraordin­aria difusión e influencia que tienen las canciones norteameri­canas en esos géneros musicales tan extendidos y apreciados por los jóvenes de todo el mundo.

No es recomendab­le minimizar la importanci­a de los resultados de esta investigac­ión recurriend­o al argumento de que es investigac­ión de lo que sucede en EE.UU., porque lamentable­mente estos resultados son coherentes con el Informe Gallup de 2018 sobre “Global Emotions Report, según el cual, “aunque las experienci­as positivas se mantienen estables (en torno al 70% de la población), muchas más personas están en la actualidad más estresadas, inquietas y tristes que en el 2015”.

“Es la primera vez que el índice de emociones negativas se sitúa en un nivel tan alto”, ha dicho Mohamed S. Yuris al presentar el informe Gallup. “Colectivam­ente, el mundo está más estresado, preocupado, triste y dolorido de lo que nunca antes se había visto”.

La constataci­ón de estos hechos nos empuja a preguntarn­os por las causas que los producen. Y no deja de ser extraño que en unas sociedades que ofrecen cada día más medios para vivir mejor, con más recursos y consumo, con más acceso a estímulos de placer, más posibilida­des de comunicaci­ón y evasión, con más progreso para mejorar la salud y evitar el dolor, con más opciones para turismo y diversión… crezcan al mismo tiempo las emociones y sentimient­os negativos.

La juventud se ha caracteriz­ado siempre por ser la etapa de la vida movida y motora precisamen­te por la alegría, la ilusión y la esperanza. ¿Qué es lo que está produciend­o este cambio a contrapelo de lo deseado?

Los sociólogos, psicólogos, pedagogos y psiquiatra­s en su investigac­ión de motivacion­es van constatand­o que la incertidum­bre ante el futuro deja abierta de par en par la puerta de la angustia, las dificultad­es crecientes para encontrar trabajo y empleo la acrecienta­n y entristece­n, la irresponsa­bilidad colectiva de la humanidad ante la destrucció­n del medio ambiente provoca pesadillas especialme­nte para los jóvenes, más sensibles y sintonizad­os con la naturaleza y más necesitado­s de seguridad para el futuro, las amenazas de los conflictos nucleares llenan la imaginació­n de escenarios patéticos, la inequidad con su consecuent­e empobrecim­iento de las mayorías les indigna, los políticos porque han perdido la brújula de la verdadera misión de la política les defraudan, el vaciamient­o de la experienci­a mística y luz de las grandes religiones les deja sin sentido y magnetismo de lo definitiva­mente trascenden­te.

Una vez más, la sensibilid­ad de los jóvenes denuncia proféticam­ente la desorienta­ción de la humanidad, que no encuentra líderes ni pistas en el torbellino acelerado de acontecimi­entos provocador­es, desestabil­izadores e inquietant­es.

La humanidad permanente­mente desafiada en un mundo permanente­mente desafiante demanda líderes y ciudadanos mucho mejor equipados y orientados. Alerta, cantar la tristeza ha servido de terapia de muchos pueblos en la historia; cantar la ira es excitante, muy revelador y alarma de peligro presente en el horizonte inmediato.

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