Otra solución parche
Al parecer, las ganas de recuperar el lago Ypacaraí se reduce a costosas consultorías, jornadas de concienciación, planes piloto, proyectos estudiantiles y otras charlatanerías que hasta la fecha no tuvieron un impacto positivo.
Es una pena que el Gobierno, a través del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades), así como la Gobernación de Central y las municipalidades de Areguá y San Bernardino, tampoco tengan como prioridad buscar una solución definitiva para recuperar al lago Ypacaraí, además de castigar a todos aquellos que violen leyes ambientales.
De acuerdo a los datos, el 80% de la carga contaminante del lago corresponde a desechos cloacales de viviendas particulares distribuidas en los 21 distritos que conforman la cuenca del lago. El otro 20% corresponde a industrias, curtiembres, servicentros, lavaderos y horticultura convencional instalados en las cercanías del acuífero Patiño o desembocadura próximas al lago.
Existe un primer plan piloto que fue puesto a prueba en el año 2014 en el cual técnicos coreanos fueron invitados por el entonces gobernador de Central y actual senador, Blas Lanzoni (PLRA). Los profesionales orientales instalaron en la playa municipal de Areguá un biodigestor que filtraría los sedimentos (lodo negro) y limpiaría el agua.
Sin embargo, solo funcionó 60 días, porque el seguimiento quedó bajo la responsabilidad de la Comuna aregüeña, pero la institución alegó que no contaba con los recursos necesarios para el funcionamiento.
En la actualidad, el biodigestor se encuentra en la más absoluta ruina cubierta por malezas.
El Mades anunció días atrás otro plan piloto, pero esta vez, con técnicos brasileños que también se dedican al tratamiento de aguas residuales y manejo de residuos sólidos a través de tecnologías de punta, para la recuperar el lago. Sin embargo, es una solución parche porque primero urge la construcción de sistemas de alcantarillado sanitario en la cuenca compuesta por 21 distritos.
Hace más de una década que las aguas del lago presentan un aspecto turbio y maloliente, pero a la fecha no se visualiza una solución definitiva.