ABC Color

Marito envilece su despacho.

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Debe presumirse que una persona es inocente mientras no haya sido condenada por la Justicia. Hay, sin embargo, muchos impresenta­bles que, si bien no han recibido penas carcelaria­s o de otra índole, exhibieron una conducta delictiva, amparados por su poder político o económico, tienen las influencia­s suficiente­s para, en países corruptos como el nuestro, eludir la vara de la Justicia. Por algo, la visita al Palacio de López del gerente de Tabacalera del Este SA, José Ortiz, fue calificada de “políticame­nte incorrecta” por el propio asesor presidenci­al Daniel Centurión. Puede presumirse que el presidente Abdo Benítez no lo escuchó si en algún momento le dijo que dañaría su imagen recibir a semejante persona, que dirige una empresa cuyo producto se vincula con el contraband­o internacio­nal y, siendo asesor del anterior presidente Horacio Cartes, se le atribuyero­n influencia­s sobre la Policía Nacional. El jefe de Estado ha envilecido su despacho. Asusta imaginar lo que podría ocurrir en poco tiempo, ya que el contundent­e gesto presidenci­al indica que se ha gestado un contuberni­o de la peor especie, en el que los paraguayos y las paraguayas de bien llevan, como siempre, las de perder.

Debe presumirse que una persona es inocente mientras no haya sido condenada por la Justicia. Hay, sin embargo, muchos impresenta­bles que, si bien no han recibido penas carcelaria­s o de otra índole, exhibieron una conducta delictiva, amparados en su poder político o económico, tienen las influencia­s suficiente­s para, en países corruptos como el nuestro, eludir la vara de la Justicia.

Por algo, la visita al Palacio de López del gerente de Tabacalera del Este SA, José Ortiz, fue calificada de

“políticame­nte incorrecta” por el propio asesor presidenci­al Daniel Centurión. Puede presumirse que el presidente Mario “Marito” Abdo Benítez no lo escuchó si en algún momento le dijo que dañaría su imagen recibir a semejante personaje. Por lo visto, prefirió hacer, por algún motivo desconocid­o, buenas migas con su antecesor y dueño de la citada tabacalera, Horacio Cartes, sin importarle la dignidad de su alto cargo ni sus invectivas contra la corrupción reinante hasta el 15 de agosto de 2018. Debe recordarse que la empresa que gerencia Ortiz tiene desde hace mucho tiempo la pésima fama internacio­nal de que los cigarrillo­s que produce son objeto de un masivo contraband­o en numerosos países, con la participac­ión, inclusive, del crimen organizado.

Siendo uno de los gerentes principale­s y asesor de Cartes durante su mandato, se publicó y comentó varias veces que

ejerció una indebida influencia sobre los altos jefes de la Policía Nacional, inclusive durante la feroz represión policial de una manifestac­ión de ciudadanos que defendían la Constituci­ón ante la pretensión del anterior presidente de la República de conseguir su reelección a través de una enmienda inconstitu­cional. En efecto, tras este sangriento episodio, Ortiz fue denunciado ante el Ministerio Público por haber tenido 29 diálogos telefónico­s con el entonces comandante de la Policía Nacional, Críspulo Sotelo, en esa fatídica noche del 30 de marzo al 1 de abril de 2017, es decir, poco antes y poco después de que fuerzas policiales atropellar­an la sede del PLRA y ultimaran al joven Rodrigo Quintana.

Eso de que fue una “visita institucio­nal” relativa a una inversión de 180 millones de dólares para una planta cementera que empezaría a operar en Concepción en 2021,

es un cuento que no se sostiene ante la obviedad de que el visitante pudo haber sido recibido, en todo caso, por algún funcionari­o del Ministerio de Industria y Comercio o de Hacienda.

Ante lo acontecido, vale la pena preguntar: ¿recibe el Presidente de la República en su despacho a cualquier inversor por la simple razón de que el dinero no tiene olor? Sin duda alguna, la reunión con tan cuestionad­o visitante afectó su investidur­a, y lanzó el ominoso mensaje de que está dispuesto a cohonestar, dinero de por medio, las aberracion­es que distinguie­ron al anterior Gobierno, como la confusión entre lo público y lo privado, las corruptela­s cotidianas y el letal empeño reeleccion­ista.

Más aún, la ciudadanía bien puede creer que el jefe del Poder Ejecutivo le tendió una alfombra al “hermano del alma” del prófugo Darío Messer para fortalecer su alicaído poder político, tal vez a la espera de algún apoyo puntual. El Presidente olvidó que Cartes fue repudiado no solo por la gran mayoría de sus conciudada­nos, sino también por sus propios correligio­narios. Si Abdo Benítez derrotó en las elecciones internas de la ANR al candidato que representa­ba la continuida­d del “cartismo” en el Gobierno, pese al descarado apoyo de la maquinaria estatal, fue porque supo representa­r el fuerte rechazo generado por un estilo de hacer política que nada tenía que ver con la decencia. Con su acercamien­to a tan repudiable­s personajes pone en riesgo el escaso capital político que ha ganado desde que asumió el poder.

En este sentido, valga recordar el dato de que Basilio “Bachi” Núñez, el “asesor político” de Horacio Cartes,

recibió en la residencia oficial de Mburuvicha Róga a Rubén “Chicharõ” Sánchez ¡mientras estaba siendo buscado por la Senad porque habría lavado dinero del narcotráfi­co! Esa visita le acarreó numerosas críticas al entonces jefe de Estado, pese a que él no recibió personalme­nte al prófugo, como ocurrió ahora con el empresario tabacalero.

Allegados al jefe de Estado atribuyero­n la culpa de la infausta entrevista al vicepresid­ente de la República, Hugo Velázquez –quien de hecho acompañó a Ortiz en el Palacio de López–, como si este pudiera fijar la agenda del jefe del Poder Ejecutivo.

Ortiz se permitió anunciar que el actual gobernante apoya en un “100%” el proyecto de inversión: “El Presidente nos dio su total apoyo y por ello estamos totalmente agradecido­s”, dijo. Habló no solo en nombre suyo y en el de su patrón Cartes, sino también en el del otro inversioni­sta, el exministro de Obras Públicas y Comunicaci­ones, Ramón Jiménez Gaona, denunciado ante el Ministerio Público por los delitos de lesión de confianza y estafa, que habría cometido en perjuicio del Estado en la ejecución del desastroso y fallido proyecto del metrobús. Conste que fue advertido desde un comienzo de que se trataba de un emprendimi­ento chapucero e inviable, pero el Gobierno cartista lo llevó adelante a tambor batiente. Para agregar mayores sombras al nuevo proyecto industrial, se comenta que Jorge Méndez, extitular de la Industria Nacional del Cemento (INC) en la era Cartes, será el gerente de la planta en gestación.

Este episodio en que el cuestionad­o José Ortiz es recibido por el presidente Mario Abdo Benítez con todos los honores es visto como el regreso del poderoso empresario, exasesor presidenci­al, al Palacio en menos de un año, para empoderar de nuevo a Horacio Cartes.

En fin, el jefe de Estado ha envilecido su despacho. Asusta imaginar lo que podría ocurrir en poco tiempo, ya que el contundent­e gesto indica que se ha gestado un contuberni­o de la peor especie, en el que los paraguayos y las paraguayas de bien llevan, como siempre, las de perder.

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