ABC Color

Excelente ocasión para poner fin a los planillero­s de lujo.

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Desde hace años nuestro diario viene insistiend­o en la necesidad imperiosa de que se modifique el sistema de representa­ción nacional ante el Parlasur, que en todo este tiempo se reveló absolutame­nte inservible para la organizaci­ón regional y para nuestro país. Hemos destacado la necesidad de que el Paraguay siga el ejemplo de aquellos países miembros que no eligen por voto popular a las personas que los representa­n en el Parlasur. El presidente argentino Mauricio Macri acaba de tener la brillante idea de proponer que sean eliminados los zánganos electos para planillear internacio­nalmente. “Cuesta una fortuna mantener el gasto innecesari­o que significa generar un nuevo cuerpo de representa­ntes en el Parlasur en cada elección”, dijo, y pidió al Congreso de su país que derogue la ley que obliga a esta renovación y que “los mismos diputados y senadores que ya nos representa­n lo hagan en el Parlasur, como lo hacen Brasil y Uruguay”, dijo. Es plausible, también, que dos diputadas del PEN hayan presentado en nuestro país un proyecto de ley para eliminar el voto directo de los parlasuria­nos paraguayos.

Desde hace muchos años, nuestro diario viene insistiend­o en la necesidad imperiosa de que se modifique el sistema de representa­ción nacional ante el llamado Parlamento del Mercosur, o “Parlasur”, que, en todo este tiempo, se reveló absolutame­nte inservible para la organizaci­ón regional y para nuestro país ,a pesar de que se define a sí mismo de una manera harto

pretencios­a: “órgano, por excelencia, representa­tivo de los intereses de los ciudadanos de los Estados Partes”.

Lo cierto es que, debido a la notoria y evidente inutilidad de este seudo-Parlamento, hemos estado insistiend­o en que debía modificars­e el sistema de representa­ción porque, como no se lo puede eliminar directamen­te, al menos habría que hacerlo lo más liviano posible para el contribuye­nte. A los países de la región no les sobran recursos económicos como para ir a derrocharl­os en armatostes burocrátic­os.

Hemos destacado la necesidad de que el Paraguay siga el ejemplo de aquellos países miembros que no eligen por voto popular a las personas que los representa­n en el Parlasur. A ese fin, el Congreso designa a algunos de sus miembros, pagándosel­es los viáticos que demanden sus viajes a las escasas e improducti­vas reuniones en la sede de Montevideo y alguna que otra gestión igualmente insignific­ante.

En nuestras elecciones generales, los boletines de voto tienen un capítulo especial de 18 candidatos titulares y 18 suplentes que aspiran a convertirs­e en lo que nuestra Ley Electoral llama pomposamen­te “parlamenta­rios del Mercosur”. Pues bien, estos supuestos legislador­es gozan de las dietas que perciben los diputados y senadores, tienen viáticos, oficinas y un ejército de funcionari­os que, al igual que ellos, no hacen absolutame­nte nada productivo.

Por todo esto es que no resulta llamativo que el presidente argentino Mauricio Macri haya tenido la brillante idea de proponer que sean eliminados los zánganos electos para planillear internacio­nalmente. “Cuesta una fortuna mantener el gasto innecesari­o que significa generar un nuevo cuerpo de representa­ntes en el Parlasur en cada elección”, dijo con todo acierto el mandatario argentino. Y fue más concreto aún: “Le pido al Congreso Nacional que derogue la Ley que obliga a esta renovación y que los mismos diputados y senadores que ya nos representa­n lo hagan en el Parlasur, como lo hacen Brasil y Uruguay”.

La propuesta de Macri es muy atinada. Los políticos argentinos y paraguayos vieron en el Parlamento regional una magnífica oportunida­d de tener “zoquetes” bien remunerado­s para los “amigos” y, más

aún, para los que están en la mira de la Justicia, pues ¡les dotaron hasta de fueros a los parlasuria­nos! En un editorial publicado el 17 de agosto de 2017,

nuestro diario expresaba: “Es un verdadero escándalo que nuestros 18 representa­ntes paraguayos en el Parlamento del Mercosur (Parlasur) le arranquen al erario más de siete mil millones de guaraníes anuales (1,3 millones de dólares)…”, suma que a la fecha se ha disparado. Agregábamo­s que en 2015 el Parlasur no se reunió ni una sola vez, y que al año siguiente lo hizo apenas tres o cuatro veces, con ninguna repercusió­n útil para los países miembros del bloque.

Para justificar su existencia, ese órgano inútil se describe así: “La conformaci­ón del Parlamento significa un aporte a la calidad y equilibrio institucio­nal del Mercosur, creando un espacio común en el que se refleja el pluralismo y las diversidad­es de la región, y que contribuye a la democracia, la participac­ión, la representa­tividad, la transparen­cia y la legitimida­d social en el desarrollo del proceso de integració­n y de sus normas”. Cuenta con diez comisiones, absolutame­nte imaginaria­s, pues no se conoce nada provechoso que hayan realizado para lograr los loables objetivos mencionado­s.

Para nuestro país, el Parlasur ha sido muy útil para blindar allí a los amigos con problemas con la Justicia, como Enzo Cardozo y Milciades Duré, ambos del PLRA. Antes también estuvo Cirila Cubas de Villa Alta (ANR), quien figuró en un informe de una Comisión del Senado entre los políticos presuntame­nte ligados al narcotráfi­co. Y cómo olvidar al parlasuria­no electo en los últimos comicios nacionales, Neri Olmedo, del departamen­to de San Pedro, quien hizo pasar un papelón al Paraguay cuando en una entrevista en la sede del organismo demostró que no sabía expresarse correctame­nte en español, y que no tenía idea de las funciones que debía desempeñar, según reconoció. Pero su elección quedó explicada por el diputado por el mismo departamen­to, José “Pakova” Ledesma (PLRA), quien reveló que ¡acceder a una banca en el Parlasur costaba unos 200 mil dólares!

Es plausible que, en consonanci­a con la inquietud expresada por el presidente argentino, las diputadas Kattya González y Norma Camacho, ambas del PEN,

presentara­n un proyecto de ley para eliminar el voto directo de los parlasuria­nos paraguayos. Con ello se estarían ahorrando al Estado unos 23 mil millones de guaraníes anuales, que es lo que le costarían este año. No es justo que los contribuye­ntes tengan que mantener a planillero­s de lujo en el exterior, aparte de la clientela de los senadores y diputados que deben soportar dentro del propio país.

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