Un corrupto menos
El Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM) removió de su cargo en marzo último al juez penal de garantías de Pedro Juan Caballero, Leonjino Benítez Caballero. El ahora exmagistrado posee en su historial una serie de irregularidades cometidas cuando se desempeñaba como juez de Capitán Bado. Su última “hazaña” fue la liberación de manera ilegal y silenciosa del narcotraficante de Capitán Bado Felipe Escurra Rodríguez, alias Barón, quien es considerado por la policía brasileña como uno de los mayores traficantes de drogas y armas al mercado brasileño.
Escurra fue detenido el 19 de agosto del 2016, por agentes de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) en un allanamiento durante el cual se enfrentaron a tiros con del buscado delincuente en su vivienda de la colonia Cristino Potrero, a apenas 400 metros de la línea internacional que separa el territorio paraguayo del Brasil.
En aquella ocasión, el narco fue detenido con drogas y armas, y de inmediato fue llevado a Asunción para evitar que sus lacayos de la justicia del Amambay intervengan y lo liberen. Sin embargo, en forma callada y corrupta, el 2 de setiembre del 2017, el juez Leonjino Benítez, en forma totalmente ilegal, le otorgó la libertad al peligroso narco.
El “Barón” de las drogas mostró su poder con un juez venal, que a cambio de “incentivo” no dudó en dar libertad a quien debería estar bajo segura custodia. No le importó al juez que el narco fue detenido tras un intenso tiroteo, con armas de guerra y drogas en su poder; nada de eso pesó ante la “oferta generosa” de la que siempre se valieron los narcos de esta frontera para obtener impunidad y libertad de acción para traficar y asesinar a los que osan intentar frenar su acción criminal.
Barón Escurra fue liberado y escoltado por nada más ni nada menos que por el propio comandante del destacamento militar de Capitán Bado, el mayor Roberto Díaz. Este alegó ante un control policial que escoltaban al narco porque supuestamente tenía una amenaza de muerte.
Tras las publicaciones de nuestro diario sobre esta escandalosa decisión judicial, el juez Leonjino Benítez envió en tres ocasiones a la Redacción regional de ABC Color en Pedro Juan Caballero a una escribana a fin de amedrentarnos. De esa forma trató de frenar nuestras publicaciones.
Hoy un juez corrupto está fuera del sistema de la justicia paraguaya, pero existe aún una gran cantidad de “Leonjino Benítez” que fungen de administradores de la justicia pero que se venden al mejor postor, que caen rendidos ante las dádivas de los narcos. Estos criminales, gracias a los corruptos jueces y fiscales, ostentan riquezas y armas y se pasean por la ciudad como potentados atemorizando y oprimiendo a la población honesta de Amambay.
Una justicia corrupta, complaciente y obediente a los narcos convirtió a Amambay en guarida de criminales de diversas nacionalidades, que con absoluta libertad operan ofreciendo plata o plomo para seguir sus asquerosos negocios, sembrando terror y muerte ante la ausencia total del Estado.
Ojalá la destitución del juez Leonjino Benítez sea una llamada de atención para los administradores de justicia asignados a Amambay y que tengan en cuenta que la sociedad civil hace rato perdió la confianza en la justicia. Delincuentes de poca monta son condenados a largos años de prisión, mientras a los poderosos narcos no se los molesta, y si por desgracia algunos caen presos en cuestión de días están nuevamente libres para delinquir gracias a su enorme poder económico.
Hoy el Amambay es guarida de peligrosos y sanguinarios narcos brasileños, que gracias a la inutilidad de nuestras autoridades tomaron el control del departamento. Los integrantes de estas bandas en tiempo récord consiguen documentos paraguayos, se instalan en lujosas residencias y están equipados con vehículos blindados, armas de guerra y poder económico.
Hoy Leonjino Benítez está afuera, un corrupto menos, pero el Estado sigue ausente y Barón Escurra sigue libre y traficando, incluso se da el lujo de amenazar con liquidar a aquellos que se toman el atrevimiento de publicar sus fechorías. Con seguridad ya tiene otro “Leonjino” que lo protege.