Bolsonaristas apoyan en masa reformas de su líder
El presidente Jair Bolsonaro recibió ayer un espaldarazo de miles de sus seguidores, que salieron a las calles de varias ciudades del país en apoyo a una polémica reforma jubilatoria y medidas anticrimen.
Los simpatizantes salieron en su mayoría con camisetas amarillas y verdes, los colores nacionales, y algunos portaban carteles con mensajes de respaldo al ‘Mito’, como es llamado Bolsonaro por su electorado, y en contra del Supremo Tribunal Federal (STF), que viene siendo fuertemente criticada por este sector.
Con la división entre su base y la incapacidad de “seducir” en el Congreso a partidos del llamado “centrão”, que no forman parte del oficialismo pero que tampoco son de la oposición liderada por izquierdas, las manifestaciones de ayer han sido usadas por los más radicales pro Gobierno para presionar justo a ese colectivo legislativo. El “centrão” tiene en jaque algunas de las iniciativas del Ejecutivo y aunque ha respaldado ciertas propuestas se ha opuesto a otras, como recientemente devolverle al Ministerio de Economía y no entregarle, como quería Bolsonaro, el Consejo de Control de Actividades Fiscales (Coaf) a la cartera de Justicia.
El Coaf fue el órgano que detectó irregularidades en el movimiento financiero de uno de los hijos del presidente, el senador Flavio Bolsonaro, y de varios de sus asesores cuando era diputado regional en el estado de Río de Janeiro.
A pesar de que las movilizaciones de ayer fueron convocadas para presionar al Congreso en la aprobación de la reforma jubilaciones –considerada “fundamental”
por el gobierno del exmilitar– y del paquete de medidas anticrimen del ministro de Justicia, el exjuez anticorrupción Sergio Moro, terminaron convirtiéndose en un acto explícito a favor de Bolsonaro.
El mandatario, durante un culto evangélico en Río de Janeiro, señaló que las manifestaciones “no eran a favor del presidente” y “sí
del futuro” del país.
Las manifestaciones pro Gobierno convocadas para las calles de las principales ciudades del país se realizan once días después de multitudinarias protestas lideradas por los estudiantes, a las que se sumaron sindicatos y movimientos sociales, como una reacción a los cortes anunciados para la educación pública superior del país por el mismo gobernante.