Salvar al fútbol
Siendo testigos de un nuevo episodio de violencia criminal protagonizado por algunos denominados “barras” el viernes pasado, uno no puede permanecer indiferente sin al menos intentar proponer algunas ideas para debatir qué se puede hacer para que los delincuentes y sus padrinos no sigan matando a otros deportes, así como lo vienen haciendo con el fútbol y lo trasladaron ahora al futsal.
Alguno podrá argumentar que la violencia de las barras es sintomática y que en realidad es la sociedad la que tiene problemas de fondo, lo que no es menos cierto, pero también es cierto que varias cosas podrían hacerse en torno a los espectáculos deportivos mientras esperamos que esos problemas de fondo se solucionen.
El punto de partida debería ser el de la tolerancia cero. No es posible que un grupo minoritario de patoteros y delincuentes siga espantando a una enorme mayoría de gente decente que quiere disfrutar de un encuentro deportivo.
Ahí es donde la policía debería actuar con dureza y sin contemplaciones persiguiendo inclusive hasta la extorsiva práctica de pedir un dos mil’i para la barra afuera de los estadios.
Ese peaje es pura extorsión, su práctica debería estar prohibida y combatida legalmente, y la policía podría actuar de oficio deteniendo a los extorsionadores.
Deberían prohibirse también las identificaciones de barras en los estadios y alrededores, está visto que solo fomentan la división de la hinchada, planteando una competencia interna que a la larga deriva en el absurdo de ver cómo hinchas que supuestamente van a alentar a un mismo equipo terminan trenzándose en batallas campales dentro y fuera de un estadio.
Es la mejor muestra de que el espectáculo deportivo es solo un pretexto.
Claro que la mayor responsabilidad de esto es de los dirigentes de los clubes, que legitiman y privilegian a estas miniestructuras y les dan entidad.
Mientras la gran mayoría de la gente decente se paga su entrada a un escenario deportivo, muchos de estos barras no solo tienen entradas liberadas sino que las administran para beneficio propio.
Les pagan los colectivos y tal es la anormalidad que hoy la policía debe escoltarlos y paralizar el tráfico para darles prioridad en el paso a los micros que transportan a los barras.
Eso sin hablar de lo que el Estado debe destinar en concepto de seguridad y organización en torno a un espectáculo deportivo, mientras las ganancias se las llevan otros.
Claramente los dirigentes que financian y legitiman a los delincuentes deberían ser procesados como sus cómplices.
Y aquí es donde sonaron como una clara sentencia el viernes las palabras del presidente de la Divisional de Futsal FIFA, José Luis Alder.
“Estos no son hinchas. Son violentos financiados por dirigentes. O si no que expliquen cómo vienen en micros y pagan sus entradas y escoltados… son asesinos. Gente preparada para destrozar y que está financiada. No vienen por cuenta propia. No tienen un puto peso (sic) para pagar sus entradas. Tenemos que cerrar la puerta a esta gente y eso depende de los principales líderes deportivos… se hace apología del delito a través del Twitter y se enciende a gente que no tiene capacidad para razonar, y así es que vienen personas con el instinto de asesinar. ¿Este es el fútbol paraguayo que queremos? Siempre se pasan escribiendo salmos de que Dios es bueno o grande pero estos no son hinchas. Siempre se desafían. Saquémonos las caretas y saneemos el fútbol… la hipocresía es la que mata al fútbol paraguayo”.
También el periodismo debería aportar lo suyo, la televisión apeló a una práctica interesante, exhibiendo imágenes de familias y amigos yendo a la cancha y no promoviendo la de los barras.
Por allí algo más se podría intentar a la hora de buscar entrevistas que aporten, y que no solo dejen un insulto al rival o una provocación innecesaria.
Son algunas ideas a las que no habría que ponerles una camiseta sino el deseo, si al menos es sincero, de que se tomen algunas medidas para evitar seguir lamentando muertes en torno a la que debería ser una fiesta deportiva.