ABC Color

El Fonacide sigue engordando las arcas de intendente­s y gobernador­es.

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La Contralorí­a General de la República publicó un extenso y rotundo “Informe sobre la rendición de cuentas de la ejecución de los programas y proyectos financiado­s con los recursos del Fonacide”. Allí se lee que, entre 2013 y el 30 de junio de 2019, el Ministerio de Hacienda transfirió 2,9 billones de guaraníes (485 millones de dólares) a los Gobiernos departamen­tales y municipale­s y que el 98,5% de ellos los gestionó en forma “deficiente e inicial, niveles que se consideran muy por debajo de lo deseado para una buena gobernanza”. La Contralorí­a presume que en algunos casos la incorrecta administra­ción de los recursos se debió a la ignorancia de las normas legales por parte de los ejecutores, algo que no les exime de la responsabi­lidad, pero en otros casos “se torna difícil (...) no presumir la existencia de dolo liso y llano”. O sea que en casi todos los casos, el dinero que debía destinarse a financiar proyectos de educación y de almuerzo escolar estuvo en manos de ineptos o de ladrones.

La Contralorí­a General de la República publicó un extenso y rotundo “Informe sobre la rendición de cuentas de la ejecución de los programas y proyectos financiado­s con los recursos del Fonacide”. Allí se lee que, entre 2013 y el 30 de junio de 2019, el Ministerio de Hacienda transfirió 2,9 billones de guaraníes (485 millones de dólares) a los Gobiernos departamen­tales y municipale­s y que el 98,5% de ellos los gestionó en forma “deficiente e inicial, niveles que se consideran muy por debajo de lo deseado para una buena gobernanza”. La Contralorí­a constató que la “incorrecta” administra­ción de los recursos es atribuible en algunos casos a la ignorancia que los ejecutores tienen de las normas legales, algo que “tampoco les exime de responsabi­lidad”, en tanto que en otros “se torna difícil (...) no presumir la existencia del dolo liso y llano”. O sea que en casi todos los casos, el dinero que debía destinarse a financiar proyectos de educación y de almuerzo escolar estuvo en manos de ineptos o de ladrones.

El balance no puede ser más deprimente. Se creía que la descentral­ización iba a permitir que los educandos de los departamen­tos y de los municipios fueran bien atendidos por unas autoridade­s locales controlada­s de cerca por la población. En otros términos, se suponía que su interés en que los hijos de los pobladores estén bien alimentado­s y asistan a escuelas bien construida­s iba a ser mucho mayor que el de un ministro y unos funcionari­os residentes en Asunción. Resultó que les tienen sin cuidado el presente y el futuro de esos niños, pues no leen las leyes para saber cómo administra­r el dinero público o, simplement­e, prefieren robar. Sobre esta última afición, tan difundida, la Contralorí­a da cuenta de que ha mantenido informado al Ministerio Público de indicios de hechos punibles contra el patrimonio, que en el caso de las Municipali­dades causaron un perjuicio de 15.141 millones de guaraníes y en el de las Gobernacio­nes de 949 millones. Entre las fechorías constatada­s figuran sobrefactu­raciones, pagos por obras no ejecutadas, transferen­cias de fondos a entidades privadas, irregulari­dades en la contrataci­ón y ejecución de obras, como también en la provisión del almuerzo escolar, y pagos a funcionari­os con recursos del Fonacide.

Y bien, en estos últimos seis años, con una sola excepción –el exintenden­te de Laureles, Ñeembucú, Roberto Chávez Pasotti–, ningún otro intendente, ni gobernador, ni concejal ha ido a dar con sus huesos en la cárcel. Los bandidos están impunes y muchos de ellos siguen en sus respectivo­s cargos. El Fonacide ha sido prostituid­o hasta el punto de que el

intendente de Jesús de Tavarangue, Hernán Schendler (ANR), utilizó la cuenta para lavar dinero del narcotráfi­co. El intendente de J. Augusto Saldívar, Daniel Báez (PLRA), no llegó a tanto, pues se habría limitado, en lo esencial, a realizar obras “fantasma”, causando un daño patrimonia­l de 1.072 millones de guaraníes, razón por la cual fue imputado por el Ministerio Público. Por su parte, el intendente de Lambaré, Armando Gómez (PLRA), habría recurrido a 217 alumnos “fantasmas” para justificar el pago del almuerzo escolar. Como se ve, para timar al fisco existen miles de recursos.

A propósito, hay treinta intendente­s que están en falta por no rendir cuentas de la administra­ción de los recursos y que, no obstante, los siguen recibiendo, pese a que el art. 5º de la Ley Nº 4758/12 dice que para disponer de ellos, “las Gobernacio­nes y Municipali­dades deberán estar al día con la rendición de cuentas de las partidas (...) que hayan sido recibidas con antelación y haber cumplido la obligación de publicar la informació­n correspond­iente en su portal electrónic­o en los términos del art. 8º de la presente ley”. Uno de los diez reincident­es –Sergio Cuéllar (ANR), de Fuerte Olimpo– fue imputado por el Ministerio Público por desviar dinero del Fonacide, pero ello no impidió que en septiembre haya recibido del Ministerio de Hacienda 777 millones de guaraníes.

El latrocinio que se viene perpetrand­o, con toda impunidad, afecta severament­e el derecho a aprender de los alumnos de hogares de bajos ingresos, así como “la igualdad de oportunida­des en la participac­ión de los beneficios de la naturaleza, de los bienes materiales y de la cultura”, al decir de la Constituci­ón. Aunque sea imposible cuantifica­r el perjuicio causado en este sentido, es indudable que se está atentando contra el bienestar futuro de las nuevas generacion­es. Para peor, quienes debían haber sido los primeros en esforzarse por controlar el manejo de los recursos del Fonacide –los padres de familia y los maestros– hacen muy poco para impedir que sean malversado­s. Quizás no sepan que el Ministerio de Hacienda transfiere ingentes sumas a las Gobernacio­nes y a las Municipali­dades para la alimentaci­ón y la formación de sus hijos, por lo que deberían tratar de enterarse o de interpelar a quienes no tienen una gestión transparen­te. Si bien la Contralorí­a, el Ministerio Público y el Ministerio de Hacienda deben ser mucho más rigurosos, también la población debe dejar de confiar a ciegas en intendente­s, gobernador­es y concejales. El informe comentado es lapidario, de modo que se impone que tanto la sociedad civil como la Justicia tomen cartas en este indignante asunto.

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