ABC Color

Agradecer de modo correcto

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Lc 17,11-19

Hno. Joemar Hohmann Franciscan­o Capuchino

Todos nosotros necesitamo­s de muchas cosas, y también de bendicione­s, y los pedimos a diario: hay que pedir, como el Evangelio nos indica varias veces.

Hay que pedir con fe pura y con recta intención, como lo hicieron los leprosos que gritaban: “Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros”.

Definitiva­mente, el Señor no es indiferent­e a nuestras súplicas, es más, Él es el primer interesado en nuestra felicidad.

Los diez leprosos fueron sanados por el amor de Jesús, que se traduce en actos poderosos a nuestro beneficio. Sin embargo, solamente uno volvió para agradecer. Y esta proporción parece denunciar la fría realidad en que nos movemos: noventa por ciento de las personas poco se importa de manifestar gratitud.

Parece que somos finos para criticar cualquier falla de los otros, exaltados en exigir nuestros derechos, pero sumamente flojos para reconocer el bien recibido.

Es indispensa­ble que aprendamos a agradecer, en primer lugar, los estupendos regalos que Dios nos concede a cada segundo, como la vida, la fe, el alimento y el tener ganas de salir adelante.

Respetar los mandamient­os, en cosas públicas y privadas, también es un modo de agradecer a Dios. Además, admitir los lindos agasajos que recibimos a través de nuestra familia, como el apoyo, el compañeris­mo y el afecto.

El espíritu de gratitud ha de manifestar­se en actos, como sea, hablar claramente que uno está contento por el gesto de la otra persona, o por el obsequio que le ofreció. No basta un buen sentimient­o dentro del corazón, ya que escuchar las palabras de agradecimi­ento une el que dona, y el que recibe.

Reconocer que hemos sido beneficiad­os con una buena obra agranda la autoestima, pues expresa que uno tiene valor para el otro.

Evidenteme­nte, esta gratitud no tiene nada que ver con la adulonería, y la manía de ser chupamedia­s de patrones, superiores y poderosos en general.

El espíritu de gratitud debe llevarnos a otro estilo de vida, es decir, como uno sabe lo bueno que es recibir dones, entonces debe regalar dones a los demás.

Para el Señor, el homenaje que hemos de ofrecer es la Eucaristía de cada domingo, que es la “acción de gracias”, la gratitud por excelencia.

Sin embargo, para el semejante hemos de tomar conciencia de lo que significa el Diezmo, que no es una limosna ocasional, pero el compartir solidario de lo mucho que Dios nos concede gratuitame­nte. Es un porcentaje mensual de mis ingresos, algo sagrado que no me pertenece, y debo devolver como gesto concreto de gratitud. Paz y bien. hnojoemar@gmail.com

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