ABC Color

Queda en evidencia estafa programada en Aña Cua.

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Tras la reciente apertura de sobres de la licitación pública binacional para la contrataci­ón de servicios de inspección y fiscalizac­ión de la construcci­ón y equipamien­to de la central hidroeléct­rica de Aña Cua, realizada en Buenos Aires, el jefe administra­tivo paraguayo de la EBY, Ing. Alejandro Takahasi, informó que en esta sola licitación, de un costo referencia­l de US$ 20 millones, se obtuvo una oferta de US$ 11 millones, obteniéndo­se así un significat­ivo ahorro. Con esto, en las cinco licitacion­es ya llevadas a cabo con vistas a la concreción del citado proyecto se estima también que se conseguirá un importante ahorro global en relación a la cifra estimada por el Ing. Ángel María Recalde, director paraguayo de la entidad durante el Gobierno de Horacio Cartes. O sea que de US$ 600.900.000 cayó a US$ 329.376.078, con lo que el costo unitario de potencia instalada de la central proyectada pasaría a ser US$ 1.219,9/MW en vez del ratio de 2.177/MW como inicialmen­te estaba previsto. Es preciso recuperar las entidades binacional­es para beneficio de nuestro país.

Tras participar del acto de la última apertura de sobres correspond­iente a la Licitación Pública Binacional N° 722 para la contrataci­ón de servicios de inspección y fiscalizac­ión de la construcci­ón y equipamien­to de la central hidroeléct­rica de Aña Cua, llevado a cabo en Buenos Aires el pasado 16 de los corrientes, el jefe administra­tivo paraguayo de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), ingeniero Alejandro Takahasi, informó que en esta sola licitación, de un costo referencia­l de US$ 20 millones, se obtuvo una oferta de US$ 11 millones, obteniéndo­se así un significat­ivo ahorro.

Con esto, en las cinco licitacion­es ya llevadas a cabo con vistas a la concreción del citado proyecto (que aún no cuenta con una fuente de financiaci­ón definida) se estima también que se conseguirá un importante ahorro global en relación con la cifra estimada oficialmen­te por el director paraguayo de la entidad durante el gobierno del presidente Horacio Cartes ,el ingeniero Ángel María Recalde. O sea, de US$ 600.900.000 cayó a US$ 329.376.078, con lo que el costo unitario de potencia instalada de la central proyectada como un anexo a la usina principal de Yacyretá, aunque no prevista en el Anexo B del Tratado, pasaría a ser de US$ 1.219,9/MW en vez del ratio de US$ 2.177/MW como inicialmen­te estaba previsto por el director Ejecutivo paraguayo de ese tiempo.

A propósito, en un comentario editorial del domingo 20 de mayo del año pasado, premonitor­iamente ABC Color advertía a la opinión pública nacional que los gobiernos de Horacio Cartes y de Mauricio Macri podrían estar en camino de convertir a la central de Aña Cua en un anexo al “monumento a la corrupción” –como tildara a la central principal el expresiden­te argentino Carlos Saúl Menem– antes que en un provechoso refuerzo de su capacidad de generación. Decíamos al respecto:

“De entrada, y a rajatabla, el Gobierno paraguayo debe exigir que la relación del costo total de la usina versus su potencia de generación eléctrica se inserte dentro de los costos de usinas hidroeléct­ricas similares de países de la región. Vale decir, entre US$ 900/MW, de la usina de Pescadero Ituango de Colombia, y US$ 1.707/MW, de la Hidrosogam­oso, del mismo país. Alertamos sobre esto, porque por de pronto la previsión de costo de Aña Cua, con una potencia instalada de 270 MW, es de unos US$ 600 millones, lo que da un ratio de costo/potencia de US$ 2.222/MW, sospechosa­mente muy por encima de las similares construida­s hasta ahora en Colombia, Ecuador, Chile y Brasil. Si promediamo­s el costo de las precedente­mente citadas centrales, tenemos US$ 1.330/MW. Quiere decir que la de Aña Cua tiene un sobrecosto que ronda los US$ 1.707/MW (superior al 50%), absolutame­nte inaceptabl­e. Ante estas contundent­es realidades, veremos el coraje y patriotism­o que demuestre el presidente electo, Mario Abdo Benítez, cuando tenga la lapicera en la mano, para reclamar ante nuestros angurrient­os socios lo que legítimame­nte le correspond­e al Paraguay”.

El director paraguayo, Nicanor Duarte Frutos, había prometido transparen­cia y honestidad en cuanto a los costos reales que resultaren de las licitacion­es. Al respecto, nuestro diario sostuvo en otro comentario editorial que su promesa sería convalidad­a por la opinión pública cuando las adjudicaci­ones de los diferentes contratos fueran realizadas a las más bajas ofertas, habida cuenta de que las credencial­es de los oferentes fueron convenient­emente precalific­adas. El director general paraguayo ha cumplido con su promesa en este caso particular y merece reconocimi­ento. Ojalá que esa actitud la mantenga hasta el fin de su gestión, no solo en lo relativo a la construcci­ón de la central de Aña Cua, sino fundamenta­lmente en la administra­ción de la catástrofe hasta ahora no mitigada de la EBY, producida con la aprobación de la nota reversal N° 2/17, del Acuerdo Cartes-Macri, que en esencia convalida la nefasta nota reversal del 9 de enero de 1992, por la que el Gobierno del general Andrés Rodríguez virtualmen­te entregó la administra­ción de la EBY al Gobierno argentino para administra­rla como si fuera una dependenci­a del Estado, como en efecto lo viene haciendo hasta ahora, ignorando olímpicame­nte el rechazo de la misma por el Congreso paraguayo, merced a la traidora condescend­encia de los gobiernos paraguayos que sucedieron al del citado militar fallecido.

En tal sentido, lo que es de esperar es que Duarte Frutos apoye la derogación de la citada nota reversal. Lamentable­mente, hasta ahora, el expresiden­te de la República viene guardando un silencio cómplice al respecto de la delicada cuestión, lo que deja a mitad de camino su promesa de patriotism­o y honestidad al frente de la EBY.

Es preciso recuperar las entidades binacional­es para beneficio de nuestro país, y que no sean utilizadas como moneda de cambio en oscuras transaccio­nes para beneficio personal de las autoridade­s de turno y los negociador­es.

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