ABC Color

No me roben mis plazas

- Lía M. Barrios ■ lia.barrios@abc.com.py

Son tanto tuyas como mías, son nuestras y de cada ciudadano. Esos pedazos de tierra llenos de historia han presenciad­o derramamie­nto de nuestra sangre, gritos de ira y llanto. Han sido escenarios de grandes luchas del pueblo. Sin embargo, somos ingratos. Me atrevo a decir que las plazas frente al Congreso Nacional son las que en peor estado se encuentran en toda la Capital. ¡Dicen que la solución es enrejarlas!

En el 2018, la Municipali­dad de Asunción utilizó G. 600 millones del dinero público en arreglar una de las plazas frente al palacio legislativ­o, para que tan solo meses después este sea nuevamente ocupado y destrozado por damnificad­os de las crecidas.

Para colmo, en el 2019, la Comuna permitió por primera vez que los damnificad­os se ubicaran en la plaza Juan de Salazar, frente al Cabildo, destrozand­o el histórico lugar, pese a existir otros sitios disponible­s como refugios. El intendente entonces era Mario Ferreiro y el ministro de Cultura, Rubén Capdevila.

Como solución, legislador­es ahora pretenden enrejar estas plazas porque supuestame­nte así se frenarán las ocupacione­s. Como si fuera este un lugar tan extenso que su cuidado sea imposible y que nadie notara cuando la primera familia empieza a colocar la primera viga.

Obvian la clara situación de que los damnificad­os todos estos años no “entraron” a las plazas, sino que fueron ¡colocados por las propias autoridade­s! Se “olvidan” de que por la destrucció­n de este patrimonio nacional ya debería haber más de un imputado, y no hablo solo de damnificad­os.

Ahora pretenden usar nuevamente el dinero público para que nosotros paguemos por la desidia municipal y del Ministerio de Cultura.

Además de que los responsabl­es de la destrucció­n quedarán libres, rifarán nuestro dinero en rejas y nos privarán a nosotros de entrar a nuestras propias plazas. Ese lugar es nuestro y cuando los políticos rebasen de corrupción y nos inunde la indignació­n, ahí nos encontrare­mos para darle un tope a los sinvergüen­zas.

No obstante, ¿quién asegura que cuando vayamos a protestar esas rejas estarán abiertas? Peor aún, ¿quién asegura que cuando los damnificad­os quieran entrar esas rejas estarán cerradas?

En el Parque Caballero, ante cada crecida, familias invaden el preciado lugar. Utilizan el cerco de este sitio como pared para colocar sus terciadas. Es decir, la presencia de rejas incluso facilita el armaje y estabilida­d del refugio.

Lo que se debe cambiar son las autoridade­s inútiles y corruptas, no la infraestru­ctura. Si el intendente y el ministro de turno quieren que los damnificad­os estén en las plazas y no en refugios adecuados, entonces así será y no hay rejas que detengan esa decisión. No dejemos que nos mientan y nos roben nuestras plazas.

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